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Reportaje:GALLEGOS EN LA ESCALERA | Retratos de Xurxo Lobato

Buciños, la línea sinuosa

La crisis de la vanguardia, también crisis de la modernidad, acaecida en los primeros años de la década de los setenta, trajo como consecuencia un reajuste evidente y general de las orientaciones artísticas. En el caso de la escultura, se hizo necesario un proceso de redefinición al margen de condicionamientos y presupuestos más o menos vanguardistas. El discurso escultórico, libre ya de ataduras, se amplía. De los bloques de Henry Moore, de sus esculturas y monumentos, se deriva todo un lenguaje de figuración moderna, y su clasicismo se constituye en propuesta de "nueva escultura". Frente a esta vía, otra opción, no menos transcendental, caminaba en dirección opuesta, hacia la disolución de la obra, derivada de las estructuras del minimal. El trabajo llevado a cabo por Richard Serra es buen ejemplo de esta segunda opción.

Lo cierto es que, alcanzados los ochenta, los registros escultóricos son múltiples, diversos, y la condición de estatua pervive en algunos de ellos, y lo que es más importante: el auge de la escultura reconocido por toda la historiografía moderna, constituye todo un fenómeno a tener en cuenta. Pues bien, clasicismo y rehumanización son términos aplicables a la escultura de Manuel García Vázquez (Buciños, Lugo, 1938) como lo es asimismo la condición de estatua. Por el contrario, permanece alejado de universos conceptuales y no siente en ningún momento la necesidad de alterar la figuración tradicional con algún elemento simbólico o referencial.

Formado en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, se instala, a principios de los sesenta, en aquel Ourense cultural que gravita bajo la sombra protectora de Vicente Risco. Por la tertulia del Café Parque pasarán artistas y escritores que contribuyen a crear un ambiente especial y un clima favorable para el arte y la cultura.

El discurso escultórico de Buciños que se iniciaba en piezas de los años sesenta alcanza una personalidad propia hacia los ochenta, momento en que establece un diálogo definitivo con el clasicismo. Los registros son varios, el bronce, el material preferido para un ejercicio de reflexión sobre el hombre, reflexión que luego transciende y universaliza. No abandona el concepto de bloque, de masa, de forma cerrada, pero existe un proceso hacia la síntesis en los esquemas piramidales y huecos espaciales triangulares. La conquista espacial expansiva se intensifica en aquellas piezas pensadas para espacios exteriores.

A partir de los noventa, el discurso de Buciños es el de un artista reconocido. Ha evolucionado, lógicamente; fluye con naturalidad y obtiene los mejores resultados. Sin perder nunca de vista el horizonte de la masividad, del bloque, su escultura acusa un proceso pausado de síntesis, largo y laborioso, un proceso lógico en todo artista que domina el lenguaje y que se halla en disposición de ejercitar toda la sabiduría acumulada hasta el momento. Surgen entonces esos desnudos femeninos, esenciales y rotundos, sintéticos y expresivos, clásicos y modernos al mismo tiempo. Nos hallamos ante la mejor escultura de Buciños. La figura humana, protagonista indiscutible en su configuración plástica, se estiliza y depura, y en ocasiones, se fragmenta, rasgo que confiere modernidad. Su lenguaje se enriquece: por un momento interrumpe aquella habitual poética del silencio como afirmación existencial y opta por un espíritu de celebración. El resultado es una escultura vital, de tensión contenida, alegre, festiva... de arte como comunicación. Ahora el volumen surge del hueco: redondea, alabea ... y crea espacios detrás, dentro. Juega con concavidades y convexidades y, como nexo de comunicación con el espectador, se permite un guiño: la línea sinuosa de un arabesco en la coleta de un peinado infantil. En fin, una escultura a medio camino entre lo geométrico y lo orgánico y un clasicismo compatible en todo momento con la modernidad.

El escultor Buciños, en la escalera de su casa y estudio en Ourense.
El escultor Buciños, en la escalera de su casa y estudio en Ourense.XURXO LOBATO
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