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Camilo Franco traslada sus relatos a una exposición

"No quiero ser el primer gallego en nada", dice el autor de 'Palabras contadas'

"Cando morra han dicir que fun pioneiro. Pero leva morto tanta xente". Este texto, de la serie Incautos, es uno de los 139 que componen el último libro de Camilo Franco, Palabras contadas (Xerais, 2006), entre microrrelatos, relatos extensos y argumentos de novela. Paralelamente, es también una de las 21 piezas que el escritor y periodista decidió transversalizar en la exposición homónima abierta hasta el 9 de marzo en la Fundación Luís Seoane de A Coruña, dentro del Proxecto-Edición, la iniciativa trianual que organizan los centros de arte contemporáneo gallegos.

La escenificación de los relatos escogidos se articula alrededor del concepto Lectura con muebles: A literatura é a creación e o soporte é unha circunstancia. "Ésta es la exposición de un escritor, no la de un artista plástico", dice Franco. "Tiene que ver con la desmitificación de lo escrito, y también con la reivindicación del escritor como contador de historias en cualquier parte. El mismo rótulo también podría leerse en la fachada de la catedral".

De momento, los relatos amplían el registro habitual sobre láminas de policarbonato, proyecciones de vídeo, neones, intervenciones directas del autor (caligrafiadas en una caja de arena y sobre la ropa de un tendal) y diversas instalaciones. Entre ellas, una cama con el relato "39 graos" impreso en la colcha, prismáticos para leer la diminuta Historia Universal (A especie está afeita á morte pero os individuos non), una capilla negra donde se ilumina el relato en el que Dios se prostituye o una sopa de letras con Todas as novelas do mundo.

"No se me ocurre ningún narrador gallego que haya reorientado así su trabajo", dice el comisario de la exposición, Miguel Mosquera. El autor aclara: "No quiero ser el primer gallego en nada".

Palabras contadas recicla fragmentos del libro para cambiar de canal desde los anuncios literarios de Léautaud -Allons enfants- hasta el Último Round de Cortázar o los billetes de metro con anotaciones que escaneaba Sebald antes de morir.

Lo breve

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En opinión del escritor orensano, que simultanea la exposición con las presentaciones del libro, acompañado del guitarrista Magín Blanco, si hubiera que hablar del sistema cultural gallego, "se podría hablar de escasa transversalidad y de una cierta mirada al pasado que confunde lo urgente con lo importante. El otro problema es el complejo de inferioridad. Cuando uno dice periférico se aleja del centro y busca la aprobación en la capital".

Desde A lúa no cénit (1988) y En malos pasos (1995), Franco ha frecuentado exclusivamente la literatura breve, con las primeras experiencias narrativas en el ciberespacio gallego (Por conto alleo y Necesariamente X. A razón máis quente), publicados en Vieiros.com. "En Galicia hay buena literatura breve", dice. "Castelao, demasiado lírico pero capaz de ser masivo, Dieste, Marcial Suárez, Daniel Sueiro, que no escribía en gallego, Cid Cabido... Lo que no hay es una lectura del relato como género a tener en cuenta. Quizá tenemos mejores escritores breves que críticos".

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