Catársis electrónica
La organización del Sónar coruñés planea repetir la convocatoria, incluso sin apoyo económico del Xacobeo
Ni es Barcelona, ni ningún punto álgido del dance, house, drum o dubstep. Pero en Galicia, con una cada vez más sólida escena electrónica, los tres días del Sónar que se cerraron esta madrugada en A Coruña marcarán un antes y un después. El afamado festival internacional de música avanzada se arriesgó a salir de la capital catalana y, contento con un resultado que no esperaba, asegura que la respuesta y acogida del público -se completó el aforo: 14.000 personas- refuerza sus planes de repetir en la capital coruñesa, aún sin contar con el considerable apoyo económico del Xacobeo. En A Coruña, con formato y cartel recortados, el bono para los tres días costaba tres veces menos que en Barcelona. Y acudió gente de toda la mitad norte de la península o incluso quienes estando más cerca de Cataluña cruzaron el país para disfrutar en directo de algunos de los más potentes nombres de la electrónica.
El francés Laurent Garnier se llevó las mayores ovaciones del festival
Pero el éxito de este primer Sónar Galicia no residió sólo en el atractivo precio de las entradas ni en el cartel. Desde la primera noche hubo como una catarsis colectiva. Y las ganas de baile y fiesta con música en directo relegaron a un segundo plano las quejas por el sonido, pésimo en algunos puntos del enorme hall de Expocoruña que acogió el SónarVillage, o los lamentos por la ausencia de grupos que sí estuvieron en Barcelona. Vinieron otros, muy esperados pero que defraudaron las expectativas, como el británico Matthew Herbert. Su espídica actuación el viernes por la noche para presentar su último disco One club que recoge todos los sonidos gravados en un club nocturno cosechó incluso abucheos y silbidos.
Hubo que esperar a la una y media de la madrugada y al excelente Laurent Garnier para que el público se reconciliase y volviese el ambiente de júbilo al maratón electrónico en A Coruña. El productor francés encendió el escenario con sus sintetizadores y cosechó las mayores ovaciones del festival e incluso aplausos cerrados, un gesto poco habitual entre los amantes de la electrónica.
Ayer, en el tercer y último asalto, con el doble de asistentes, hubo que hacer elecciones, a veces difíciles, entre las actuaciones que se simultanearon en tres escenarios. El sonido etéreo de los franceses Air, el divertido pop electrónico Hot Chip, el universo instrumental de raíz afrojazz de Flying Lotus o las vibraciones de los vascos Delorean encabezaron el cartel que cerró la joven dj gallega Cora Novoa.
Para los organizadores del Sónar, el éxito de esta primera versión fuera de Barcelona del festival de electrónica más potente del mundo demostró que en Galicia hay lugar para la música más vanguardista.
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