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Controvertido fallo en la final del Cidade de Ferrol

A la final del XXII Concurso Internacional de Piano Cidade de Ferrol habían llegado Kumi Matsuo, de Japón, con el Concierto nº 1 de Liszt; Mariana Prjevalskaia (España, Concierto nº 1 de Chopin) y Tristan Pfaff (Francia, Concierto nº 2 de Rachmaninov), acompañados por la Sinfónica de Galicia dirigida por Jordi Bernàcer. Matsuo mostró una digitación algo borrosa en los pasajes rápidos y sus trinos fueron muy irregulares, incluso discontinuos por momentos. Presentó una pulsación algo brusca, con la consecuencia de un excesivo ruido de martillos, especialmente en los sobreagudos. Mejoró algo en el tercer movimiento, que parecía tener más preparado. Musicalmente, se mostró valiente pero su apasionamiento la llevó a exagerados contrastes dinámicos.

Prjevalskaia mostró un gran conocimiento del auténtico Chopin. Su versión del Concierto nº 1 es profunda de concepto, llena de elegante sobriedad y de las adecuadas proporciones de fuerza, ternura, pasión sabiamente contenida o desplegada y un discreto y emotivo uso del rubato. El Romance sonó apacible, claro y luminoso y dijo el Rondó final claro y tocado por la gracia. En el aspecto técnico, su digitación es de impecable coordinación e inmaculada limpieza, la gradación de la intensidad muy amplia y cuidadosamante matizada y el sonido es brillante, salvando incluso la proverbial dureza de mecanismo del piano oficial del concurso (Yamaha).

Sin emoción

Tristán Pfaff tiene un sonido siempre mate, incluso en los pasajes forte y fortissimo. Toca muy mecánicamente, a duras penas consigue dar todas las notas y va siempre a remolque de la orquesta, sin mantener bien el pulso. Se le nota que sufre en el empeño porque, en realidad, no tiene madurado el concierto y más que una auténtica versión del mismo, se limitó a dar al público del Teatro Jofre lo que en estos momentos tiene en sus manos y su cabeza: una mera lectura tosca, muy lineal y aburrida. Consecuentemente, no transmite ninguna emoción. En cualquier conservatorio serio, nunca pasaría de un aprobado raspado.

El jurado declaró desierto el primer premio del concurso, concedió el segundo a Pfaff y dos terceros ex aequo a Matsuo y Prjevalskaia. El fallo fue acogido con una notable división de opiniones: tibios aplausos de una parte del público, silencio de la mayoría y un sonoro abucheo del resto.

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