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El FIB gallego está en Portugal

El Festival de Paredes de Coura trae el mejor rock a 60 kilómetros de Vigo

El festival veraniego de música pop y rock de referencia para los gallegos no está en Galicia, pero casi. A menos de 60 kilómetros de Vigo, la villa portuguesa de Paredes de Coura acoge desde el miércoles hasta mañana un espectáculo de música en directo a todo trapo, en el que más de la tercera parte de los más de 15.000 asistentes llegan desde el norte del Miño.

"Queremos agradar al público gallego", señala José Barreiro, organizador del festival, cuyo objetivo es consolidar al de Paredes de Coura, que se viene celebrando desde 1993, como el encuentro musical de referencia en el noroeste peninsular. El cartel vuelve a ser potente, con grupos de éxito como los escoceses Franz Ferdinand (que tocaron anoche) y los suecos The Hives (el plato fuerte de mañana) electrizando el escenario, situado al lado de la playa fluvial del río Tabuão.

José Barreiro: "Estamos en venta, pero no a cualquier precio" Los organizadores han hilado fino para encontrar grupos atractivos

En Paredes de Coura también se nota la crisis. En 2008 la cervecera Heineken patrocinaba los conciertos, pero este año no hay sponsor. "Estamos a la venta, pero no a cualquier precio", explica Barreiro. Así, sin molestas coletillas adosadas al nombre del festival, los organizadores han hilado fino para reunir un elenco de grupos atractivo, pagado con el millón de euros que suman los beneficios de taquilla, la recaudación de las barras y las subvenciones municipales.

La escalada imparable de los cachés de los artistas en los festivales de verano también perjudicó a la organización de Paredes. En este contexto, el Festival de Benicàssim sería el Real Madrid, que verano tras verano insiste en reventar el mercado. Barreiro es muy claro al respecto: "Si un grupo cobra una cantidad en España no va a venir a Portugal a cobrar la mitad". Y contra los presupuestos del FIB es difícil competir. "Es el doble de gente pagando el doble", resume.

Las entradas, es cierto, tienen un precio ajustado, 70 euros por los cuatro días. Esta es una de las características que más destacan los asistentes, junto a la hasta ahora impecable organización. "Los baños y las duchas están limpios", dice Carmen, una pontevedresa veterana del festival, al que acude por cuarta vez. "El escenario está en cuesta y sólo hay uno, así que no te tienes que preocupar de no ver a los grupos o de perderte algún concierto", añade. "Y si hace bueno te puedes bañar en el río", apunta. Como carencias, Carmen únicamente lamenta que las únicas bebidas alcohólicas disponibles sean "cerveza y caipirinhas".

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Una novedad este año es la inclusión de un servicio de guardería, que nace como "respuesta a un demanda del público", en palabras de Barreiro. "Hay gente que se ha hecho mayor viniendo al festival, y ahora ya tiene hijos", comenta. "Pero para que te guste la música no importa la edad".

Barreiro destaca, además, el buen ambiente que reina entre el público. Los portugueses "se llevan muy bien" con los que vienen desde Galicia y otros lugares de España. Eso sí, los locales son "más calmados", mientras que los españoles suelen afanarse en "buscar la fiesta". La tranquilidad de los portugueses sorprende a María, que vuelve este año al festival tres años después de su última visita. "Aquí la gente viene a oír la música; sí se quedan a dormir no es para desfasar", recuerda. También elogia la organización: "¡Cuando se puso a llover, nos dieron chubasqueros a todos!", exclama.

Al final, lo que prima es la música. Este año, la estrella de la jornada inaugural fue Patrick Wolf, un londinense de apariencia andrógina, a medio camino entre Billy Idol y el cantante de The Verve, cuya música también es ecléctica, pasando del pop cantarín a la tralla sintética, casi siempre con un piano de por medio.

Ayer, Franz Ferdinand, el conjunto escocés que lidera Alex Kapranos y que arrasó en 2005 con su pop enérgico, cerró la fiesta después de la actuación de los ya casi legendarios Supergrass, que sobrevivieron al Britpop con un estilo personal que mezcla el humor -en uno de sus discos usaron grabaciones de balidos de ovejas para introducir los canciones- con composiciones elaboradas que los han situado como referentes del pop inglés.

Mañana, Jarvis Cocker (ex-líder de Pulp) tocará antes de que los trajeados The Hives empiezan a rasgar guitarras ante los aullidos de su cantante. Hoy, el interés estriba en ver a Nine Inch Nails, veteranos del rock industrial en su gira de despedida.

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