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Reportaje:EN EL CAMINO

Favor por favor

Peregrinos británicos ejercen de hospitaleros temporales en agradecimiento a las personas que los acogieron cuando recorrieron la ruta jacobea

Dicen que de bien nacidos es ser agradecidos. Por eso, en 1983, seis peregrinos ingleses que habían hecho el Camino de Santiago decidieron devolver el favor a la ruta jacobea creando la Confraternity of Saint James, para apoyar y brindar asesoramiento a otras personas que desde Gran Bretaña quisieran caminar a Compostela.

Más de un cuarto de siglo después, la cofradía suma unos 2.000 miembros entregados a la causa solidaria y gestiona dos albergues, uno en Rabanal del Camino (León) y otro en Friol. Para atender sus instalaciones, la organización cuenta con hospitaleros voluntarios que, en turnos de 15 días, van amortizando una deuda personal no escrita y difícil de cuantificar en especie por todo aquello que el Camino les ha brindado en el lado humano.

Cada tarde a las cinco en punto sirven té con pastas a sus huéspedes
Inauguraron su primer albergue en Rabanal (León) y el segundo en Friol

Es una nueva forma de entender las ofrendas a Santiago. Desde la Edad Media, los británicos han dejado su legado en la tumba del Apóstol. De aquellos peregrinos que en los siglos XIV y XV llegaban en barco a las costas gallegas quedan piezas de cerámica y numismática de la época halladas en las excavaciones de la catedral compostelana. Otros, más poderosos, trajeron generosos presentes, como el célebre retablo portátil de alabastro donado por el clérigo John Goodyear en 1456, o la Cruz de perlas del rey Jacobo IV de Escocia (1475-1513).

La entrega de la Confraternity of Saint James no cabe en el Tesoro de la Catedral, pero tiene un valor incalculable. En el año 2000, decidieron construir un albergue en Galicia y se decidieron por el Camino Norte, al darse cuenta de que había un tramo de más de 40 km entre Vilalba y Sobrado dos Monxes en el que no existía hospedería para los peregrinos.

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Con ese propósito, adquirieron un edificio dependiente del obispado de Lugo en la aldea de Miraz (Friol). Recaudaron 100.000 libras para las obras, algo más -al cambio de entonces- de los 121.000 euros que supondrían hoy. Con ese dinero y cinco años de trabajos, pudieron inaugurar el albergue en 2005.

El Camino Norte, aquel que frecuentaban desde antiguo los peregrinos que elegían cruzar la Península entrando por el País Vasco y llegando a Galicia por Ribadeo, está menos transitado que el Francés, pero es una verdadera joya. La ría del Eo, el monasterio de San Salvador de Lourenzá, Mondoñedo, las torres de Vilalba y Miraz, y el monasterio de Sobrado dos Monxes son puntos de paso que animan a muchos a elegir esta Ruta. Aquí los caminantes gozan de una senda atractiva y poco masificada, donde es más probable tener que ceder el paso a manadas de ganado vacuno que a hordas de turistas apresurados.

Aún así, el Año Santo no da tregua en ninguno de los recorridos gallegos, y el albergue de la Confraternity cuelga el cartel de "lleno" casi a diario. Es por eso que la cofradía continúa las obras de ampliación de la casa original para dar cabida a más peregrinos. En días de apuro, una parcela prestada por una vecina sirve de zona de acampada a los más rezagados.

Cubriendo el turno quincenal de hospitaleros, David, un londinense hijo de una inglesa y un emigrante catalán que se confiesa católico no practicante, y Amanda, profesora de religión anglicana. Ambos peregrinaron a Santiago desde Le Puy y dicen estar enganchados al Camino, tanto por la vertiente geográfica del viaje como por viaje interior. Amanda no habla español, pero entiende lo justo para desempeñarse en el puesto. David, por su padre, se maneja bastante bien con la lengua.

Además de los hospitaleros, el establecimiento tiene toques muy británicos, como el té earl grey que sirven con pastas a los huéspedes cada tarde a las cinco en punto. Por las mañanas, antes de echarse al camino, regalan a los peregrinos un desayuno más modesto que el inglés de huevos con bacón y alubias, compuesto de café y pan da Terra Chá. La pernocta y el desayuno no tienen precio: cualquiera que llegue puede resguardarse bajo el techo de la Confraternity of Saint James y, de forma voluntaria, contribuir con la cantidad que quiera al mantenimiento del albergue.

La cofradía se financia por las cuotas de sus socios, la mayoría del Reino Unido, pero también estadounidenses, australianos y sudafricanos, y por el dinero que consiguen en sus actividades y colectas. En Inglaterra, publican una revista trimestral, tienen servicio de librería on line y de consulta telefónica. Además, una vez por semana organizan la Practical Pilgrim, una conferencia en la que personas que hicieron el Camino relatan su experiencia.

Así se van animando voluntades. Tantas que, aunque el albergue abre a las tres de la tarde, hay caminantes madrugadores esperando a sus puertas desde las diez de la mañana. Tantas que para esta noche ya no quedan camas dentro ni espacio en la parcela para poder acampar. Por eso, los que lleguen de últimos tendrán que depender del favor de otros.

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