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ELECCIONES 2011 | Los mensajes finales

Feijóo cuenta las horas

El PP pide que "los votantes rescaten a España", Blanco alerta de que una victoria popular "amenaza la democracia" y el BNG lanza guiños al 15-M

Por más que Galicia sea la tierra del candidato y presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, y del dirigente que le salvó el pescuezo en 2009 con su victoria electoral en la Xunta. Por más que dos ministros de Zapatero, entre ellos el de Fomento, José Blanco, responsable de la mayor inversión en infraestructuras en la comunidad, se la jueguen en casa... Han pasado 15 días de campaña sin pena ni gloria. Y sin debates. Ni siquiera el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, supuesto modelo de gestión que Rajoy pretende llevar a La Moncloa, ha hecho gran cosa por vender sus logros en Galicia más allá de entonar su vieja partitura contra el Gobierno.

Acomodado en las encuestas que les vaticinan cuatro escaños más a costa del PSOE, hasta lograr 15 de 23, el PP, que ni siquiera ha cambiado los cabezas de cartel de hace cuatro años, no ha hecho nada distinto a lo que viene haciendo desde que llegó al Gobierno: recetar sus siglas contra la crisis y arrearle al PSOE, ahora en la cara de Rubalcaba. El pasado jueves el presidente se prestó a hacerlo desde suelo institucional, tras el Consello de la Xunta, cuando pidió a los votantes que elijan entre seguir igual o cambiar de plan.

El BNG teme que el desencanto con Zapatero beneficie a Izquierda Unida
Los populares buscan su récord, y el PSdeG, mejorar la media española

El mismo guión de lo que repite en su caravana que esta vez ha parado en menos plazas y más pequeñas. En el último acto, anoche, llamó a apoyar un Gobierno que rescate a España antes de que lo haga la Unión Europea, informa Europa Press.

Justo a la misma hora el cabeza de lista por Lugo y ministro portavoz, José Blanco, alertó de que los populares serán "una amenaza para la democracia" si los ciudadanos les entregan ahora el Gobierno después de facilitarles ayuntamientos y autonomías.En un contexto distinto, este 20-N hubiera implicado un choque sin precedentes entre Feijóo y Blanco, que ya han tropezado varias veces estos dos últimos años desde sus administraciones. Pero las acusaciones vertidas por un empresario al que ambos recibieron -Jorge Dorribo, imputado por fraude de subvenciones de la Xunta, de esta y de la anterior- contra el ministro motivaron la apertura de un proceso a Blanco en el Tribunal Supremo y decantaron el duelo. Blanco que siempre ha negado las acusaciones de Dorribo, reconoció ayer, antes de cerrar la campaña en su pueblo natal, Palas de Rei, que ha sido la "más difícil" en las que ha participado, informa Pepe Seijo.

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Lejos de atacar al PP como era costumbre, el ministro portavoz y vicesecretario general del PSOE ha medido su participación en mítines nacionales para recorrer las cuatro provincias -es candidato en Lugo- y ha centrado su discurso sobre sus inversiones en Galicia: AVE, aeropuertos y la ampliación de la AP-9, aprobada in extremis ayer en el último Consejo de Ministros antes de los comicios. De policía malo hizo estos días Francisco Caamaño, entregado a detallar el "laboratorio de recortes del PP" que, según él, es la Xunta de Feijóo.

Tampoco el presidente gallego estaba para dar demasiadas lecciones, después de que en el último mes haya visto dimitir a dos de sus diputados, implicados en presuntos casos de corrupción (Pablo Cobián, que fue quien le gestionó la entrevista con Dorribo, y Javier Escribano, que, según la policía, recibió un Porsche de regalo de otro empresario). En otras circunstancias, el Bloque se prestaría a hacer leña de ambos partidos a cuenta de la corrupción, pero resulta que entre las víctimas de la Operación Campeón también está el exparlametario del BNG y anterior conselleiro de Industria, Fernando Blanco, cuyo jefe de gabinete en la Xunta está ahora a sueldo de Dorribo en una firma andorrana.

Con un mensaje escorado a la izquierda, nada condescendiente con el viraje de la pasada legislatura hacia el centro, los nacionalistas intentan rebañar las papeletas que se deja el PSOE y mantener su representación en Madrid. El escaño de Francisco Jorquera por A Coruña parece asegurado, pero el de Olaia Fernández Davila en Pontevedra baila en función de la demoscopia. Y la fontanería nacionalista lamenta que mucho voto desencantado con Zapatero busque refugio en Izquierda Unida, a quien los sondeos no le dan representación en Galicia, aunque sí una subida notable, de en torno a cuatro puntos.

El portavoz nacional del Bloque, Guillerme Vázquez, ha congelado las demandas de autogobierno para reivindicar más política frente a la banca, los mercados y las multinacionales. Tanto él como Jorquera apuraron sus intervenciones para conjurar la abstención y lanzar guiños al movimiento del 15-M. De mantener la actual representación en Madrid, depende el futuro de la organización llamada a reinventarse en una asamblea convocada para finales de enero.

Mientras en el PP enfrían cava para celebrar un récord -que aún tendrían que discutir con sus antecesores, que en 2000 lograron 16 de los 25 en juego, antes de que Pontevedra perdiera un diputado- y la llegada de un vecino a La Moncloa, los socialistas gallegos aspiran a mejorar los resultados de sus compañeros en el resto de España, tal y como se apresuró a vaticinar ayer su secretario general, Pachi Vázquez.

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