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23 años en la UE

Galicia fue la segunda mayor receptora de fondos comunitarios

Consiguió casi 13.000 millones de euros entre 1986 y 2006

¿Qué le queda a Galicia después de 23 años de integración en la Unión Europea? Según los economistas, bastante. En euros, durante las dos primeras décadas la comunidad autónoma recibió, entre fondos estructurales y fondos de cohesión, 12.894 millones, más de dos billones de pesetas. Ninguna comunidad, salvo Andalucía, logró más dinero. Y sólo en Extremadura la recepción de fondos por habitante fue mayor. Por poner un ejemplo, la cifra supera el actual presupuesto autonómico.

Con esos fondos, entre 1986 y 2006 se pagaron las infraestructuras que hicieron que Galicia saliese del enorme atraso que arrastraba. Aunque las inyecciones de capital también se malgastaron.

Cuando toca reflexionar sobre si las prioridades de gasto fueron las correctas y si dieron resultado, ni los expertos se ponen de acuerdo. "Pese a que la economía gallega ha crecido mucho, lo hizo a una velocidad inferior a la de España, sobre todo en los años ochenta. Desde nuestro ingreso en la CEE perdimos un 10% de peso relativo en el conjunto nacional". Lo dicen los profesores de la Universidad de Vigo Albino Prada y Santiago Lago en su último libro Galicia, unha economía europea. "Si la eficacia de la política regional se midiese a través de la evolución del PIB per cápita se podría hablar de un preocupante balance de los resultados", suscribe en otro estudio recopilatorio el también economista y ex técnico del CES José Francisco Armesto.

Ni los expertos se ponen de acuerdo sobre el buen uso de los fondos
La prioridad de gasto se centró en la creación de infraestructuras
"Se decidían inversiones con proyectos escritos en una servilleta"
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Una visión distinta a la de Andrés Faíña, catedrático de Análisis Económico en la Universidad de A Coruña y ex director de planificación económica y fondos comunitarios de la Xunta entre 1997 y 2001. "Algunas de las estadísticas que se utilizan para cuantificar ese avance son relativamente imprecisas. De hecho, en 1999 se detecta una brecha injustificada que nos hace retroceder respecto al PIB comunitario. Lo cierto es que casi todas las regiones Objetivo 1 de la UE [las más pobres] crecieron más que la media. Hay una convergencia efectiva. No se puede decir que el resultado global haya sido malo".

Bueno o malo, la prioridad en la aplicación de los fondos estuvo en el cemento. Según un informe de Quasar citado por Armesto, las inversiones del Programa Operativo de Galicia entre 2000 y 2006 fueron a parar en más de un 70% a infraestructuras. El 17% se destinó a empresas y un 11% a capital humano. Las prioridades para el periodo 2007-2013 han cambiado. Ahora pesa más la sociedad del conocimiento, la inversión en I+D y la formación. Aunque Faíña cree que los porcentajes encierran trampas: "Es un tópico decir que se ha invertido poco en conocimiento. ¿Se acuerda de las tasas de analfabetismo de principios de los 80? Galicia destinó mucho a infraestructuras porque es una región periférica y porque partía de una situación muy deficitaria, pero con dinero comunitario se pagó una gran parte de la formación".

Hay otro efecto del que casi nadie habla. El dinero de Bruselas subió el nivel de exigencia presupuestaria en la Administración gallega, que tuvo que aprender a integrar lo que Faíña llama las tres 'p': planificación, programación y presupuestación. Pero los fondos también se enterraron en proyectos absurdos. Los ejemplos salpican la geografía gallega como recuerdos de un fraude por el que nadie pagó. En Boiro hay una fuente enorme cerca de la Casa de Cultura sufragada por Europa que nunca funcionó porque el Ayuntamiento se negó a mantenerla. El coladero de propuestas para mayor gloria de algunos políticos llegó con el Proder 1 (Programa de Desarrollo y Diversificación Económica de las Zonas Rurales). Lo recuerda Raúl Francés, actual regidor de O Porriño. "Aquí se articularon ayudas sin que se hiciese una fiscalización adecuada de lo que se iba a gastar". El Centro de Interpretación de la Naturaleza del municipio es el mejor ejemplo. Su construcción se justificó en dos fotocopias de un pabellón parecido de Michigan (EE UU). La factura en el entonces gobierno de José Manuel Barros, del Partido Popular, fue de 400.000 euros. El Ayuntamiento no presupuestó ni la gestión del centro ni su equipamiento, y se fue deteriorando porque nadie lo estrenó. "En aquella época se decidían inversiones en función de proyectos escritos en una servilleta de bar. Se hacían tres o cuatro estudios para una misma zona, obras sin sentido, fue un disparate".

Estos y otros ejemplos hicieron que en Bruselas creciese la obsesión por el control, que fue sacando las irregularidades a la luz. "Se me pone muy mal cuerpo cuando leo casos como el de Rogelio Martínez [el superdelegado de la Xunta en Ourense]. Algunos han actuado como nuevos ricos en la gestión de fondos", comenta la eurodiputada socialista Rosa Miguélez. "¿Que si ha afectado a nuestra imagen? Se nota que hay ciertos países, cuya cultura es especialmente austera, que tienen cuidado con lo que gastan y se lo hacen ver a los demás. No podemos seguir haciendo barbaridades, tenemos que pensar en qué invertimos y aprender de los errores".

Tras 15 años en el Parlamento Europeo y diez como eurodiputada, cree que la UE ha sido positiva para Galicia y al revés. "Se podría definir como un matrimonio bien avenido. Me refiero a que Galicia ha ayudado a fortalecer las políticas de cohesión comunitarias. Ha sido la alerta ante una serie de males trasladables a otras regiones y una alumna aventajada en la recepción de fondos. A veces no lo pensamos, pero el coste de la 'no Europa' habría sido tremendo".

A una semana de las elecciones europeas, otro veterano eurodiputado, Daniel Varela, del PP, hoy en el Parlamento gallego, ve la botella medio vacía. "Ha habido muy malos acuerdos, como el de los astilleros de Ferrol. El gobierno socialista negoció mal y ahí están las consecuencias. Otro ejemplo reciente es el centro de decisión transfronterizo entre España y Portugal, que se fue a Badajoz. Un fracaso de Zapatero, que ha bajado la guardia en Europa. Creía que estaba todo hecho y se implicó menos. El resultado es que hemos perdido peso en la negociación".

Para los ciudadanos, la Unión todavía es un ente difuso. En las elecciones de 2004, el quinto partido más votado en Galicia fue el del Cannabis. La participación alcanzó un pobre 47% pese a que casi dos de cada diez euros destinados a inversión real desde 1986 provienen de la UE.

Aunque no por mucho tiempo. En 2013 se cerrará el grifo de las ayudas e instituciones como la fundación Galicia Europa ya han puesto en marcha iniciativas para que en las regiones Objetivo 1, las que más se alejan de la riqueza media, se establezca un mecanismo transitorio. De lo contrario el aterrizaje será especialmente doloroso.

"La gente es capaz de entender que la solidaridad interterritorial es algo necesario. Si antes lo fueron con nosotros, ahora tenemos que ser nosotros los que seamos solidarios con los países que acaban de llegar", apunta Miguélez. Lo malo es que va a coincidir con una crisis que pondrá de manifiesto todas las debilidades.

"Tendemos a vernos como un Finisterre cuando somos en realidad una puerta de entrada. Hay una parte de inversión en la que Galicia está muy poco comprometida que no es cemento ni chips: es la innovación. Ahora no vale la pena esforzarse en todos los caminos, debemos darle prioridad a aquello que nos lleve a un desarrollo económico y social más intenso con la inversión en procesos que den valor añadido a los productos que fabricamos", concluye Santiago Lago.

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