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Entrevista:PEDRO PUY FRAGA | Viceportavoz y coordinador del programa electoral del PP

"Galicia no está mejor, pero ahora las cosas se hacen de otra forma"

Porque se siente más cómodo en el terreno de las ideas que en la gestión o el rifirrafe político, prefirió el escaño en el Parlamento al coche oficial y el Gobierno. Por segunda elección consecutiva, Pedro Puy Fraga (Granada, 1962) asume el encargo de Feijóo de redactar el programa electoral del PP. Aunque admite que la vida no ha mejorado para casi nadie desde que Feijóo gobierna la Xunta, asegura con vehemencia que "ahora las cosas se hacen de otra manera". Promete "llevar la austeridad y la eficiencia a los ayuntamientos".

Pregunta. ¿Cuáles serán las líneas maestras del programa?

Respuesta. Ver cómo desde los ayuntamientos se puede ayudar a salir de la crisis, crear empleo y mantener las redes de bienestar que soportan a quien más padece la crisis. Buscamos soluciones con más austeridad, contención del gasto y eficiencia.

"Como norma, no llevaría tránsfugas en las listas de las municipales"
"La fiscalidad de los ayuntamientos es baja y hay que mantener servicios"
"Hay que incentivar que los concellos se agrupen para dar prestaciones"
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P. ¿Es más fácil afrontar las municipales desde la Xunta?

R. Que la Xunta esté en unas manos u otras influye menos en unas municipales y, además, esta vez el esfuerzo inversor que suele hacerse en año electoral no lo podrá hacer ninguna administración, dadas las limitaciones de presupuesto. La Xunta influye más como modelo de gestión que como unidad inversora.

P. ¿Explotará la marca Feijóo?

R. No tanto el nombre de Feijóo como un modelo de gestión, un único mando, una hoja de ruta clara para salir de la crisis recortando gastos. Hemos visto en Galicia y Cataluña como caen coaliciones entre socialistas y nacionalistas muy de izquierdas que no comparten un proyecto social, ni una fórmula para salir de la crisis. Todo eso da una imagen de incapacidad y además genera un gasto improductivo importante, que en momentos de crisis se percibe negativamente.

P. Las coaliciones de las ciudades son estables y bien valoradas.

R. Eso es cierto porque lo que hemos visto es el reparto de concejalías sin que un partido y el otro tengan demasiada relación. Este modelo se sostiene siempre y cuando todos puedan gastar más, y ahora hay que priorizar y recortar. Eso complica los pactos y el control del gasto. La lógica de contraponer nuestro modelo único a la coalición en la que depende como se repartan el gasto y las concejalías es razonable y los ciudadanos sabrán valorarla.

P. Habrá votantes del PP a los que no les ha mejorado mucho la vida con Feijóo en la Xunta.

R. Es posible, porque la vida no ha mejorado para nadie. Vivimos una crisis como nunca había existido, pero los ciudadanos perciben que ahora las cosas se hacen de otra manera. Nuestro programa de las autonómicas lo copian año y medio después otros gobiernos. Nadie hablaba de austeridad hasta que llegó el PP y redujo consellerías. Siendo cierto que los ciudadanos saben que las cosas no mejoran, el propio Zapatero reconoció que estamos en los niveles de riqueza de 2006. Y si a eso unimos un paro que es la muestra de que nuestra crisis es distinta a la de Europa, pensar que ahora estamos mejor no es cierto. Dicho esto, creo que hay mucha gente que sabe que aquí se hacen las cosas como se deben hacer y no como se han hecho en otros sitios.

P. La Xunta no acometió su prometida rebaja fiscal. ¿Repetirán oferta en las municipales?

R. La rebaja fiscal estaba valorada en 100 millones de euros y el bipartito presupuestó 2.600 millones que hay que devolver. No había margen para estas medidas que pretendían reactivar el consumo. Hicimos rebajas selectivas para dinamizar mercados como la vivienda de segunda mano. La situación de los Ayuntamientos es distinta: los niveles de presión fiscal son diferentes en cada uno, aunque relativamente bajos. Los temas fiscales hay que tomarlos con responsabilidad para mantener los servicios públicos en los ayuntamientos y eso requiere financiación.

P. En 2007 prometieron rebajar el IBI a 500.000 familias que sus alcaldes no acometieron. Algunos ciudadanos pensarán que presentan un nuevo programa sin cumplir nada del anterior.

R. No conozco en qué ayuntamientos se ha producido la rebaja, no puedo negar ni afirmar.

P. Además de bajar el IBI, prometían ayudas al alquiler, diputaciones que iban a promover vivienda protegida, rehabilitar una aldea por provincia donde los profesores darían cursillos de inglés. Nada de esto se ha hecho.

R. Ayudas al alquiler sí se pusieron en marcha. Analizaremos por qué no se cumplieron algunas cosas, si no se cumplieron. El programa será realizable.

P. El escenario en todo caso es distinto al de hace cuatro años.

R. Radicalmente distinto. Sí hay cosas de las autonómicas que son trasladables a los Ayuntamientos: el control del déficit público, la transparencia para el control financiero, la gestión responsable en el gasto y el ingreso. Eso es lo fundamental como filosofía, y luego cada ciudad debe hacer un análisis de si hay o no exceso de sociedades o empresas públicas y si son eficientes. Habrá que hacer planteamientos de gestión supramunicipal.

P. ¿Fusión de ayuntamientos?

R. Tenemos la experiencia del plan de comarcalización de Galicia que fue un fracaso porque la realidad social dice que los ciudadanos se sienten de un ayuntamiento y eso es difícil de cambiar. El camino por el que apuesta el PP es buscar mecanismos de cooperación intermunicipal voluntarios para agrupar servicios que estén incentivados por la Xunta y que en un futuro podrían desembocar, si los ciudadanos quieren, en una fusión. La ley ya permite fusionar ayuntamientos y no lo plantea nadie.

P. ¿Es partidario de que el PP incluya tránsfugas en sus listas?

R. Como norma y como principio creo que no se deben llevar tránsfugas, pero definamos qué es un tránsfuga y qué consecuencias tiene en la vida municipal. Como observador externo, creo que cumplir a rajatabla el pacto antitransfuguismo podría llevar a la ingobernabilidad a un concello. El problema hay que atajarlo sobre todo cuando el transfuguismo va asociado a la corrupción, ese es un caso distinto al cambio de opinión de un concejal, pero es difícil de resolver por la vía normativa, dadas las garantías legales que tienen los ediles electos aunque cambien de voto.

P. Feijóo equipara el transfuguismo a los pactos postelectorales. ¿Comparte esa lectura?

R. Esa lectura sigue una clave: cuando hay una mayoría clara, se pueden producir acciones legales que impidan que se refleje en un gobierno democráticamente constituido. Si hablamos en términos formales, un pacto entre dos fuerzas en un régimen parlamentario no es equiparable a un cambio de gobierno como consecuencia de una operación en la que un concejal desobedece a su partido. Pero ¿quién manda a ese concejal? Vemos casos donde toda una agrupación local es declarada tránsfuga porque no obedece al partido, pero también hay veces donde no se obedecen instrucciones de partido como en Teo o Ames (donde PSdeG y Bloque se resistieron a pactar) y no son tránsfugas. El PP dice que lo más democrático es que la lista más votada gobierne. Cualquier alteración de esa regla democrática básica constituye un cambio de la voluntad popular. El sistema lo permite y también el transfuguismo, que es legal y legítimo.

P. Tan democrático o más como que gobierne la lista más votada es una coalición entre dos partidos que suman mayoría. PSdeG y Bloque no esconden sus pactos.

R. Esconden los términos del pacto, no fijan límites ni el reparto de concejalías. No digo que sea ilegítimo pero los votantes se llevan sorpresas con el reparto de áreas cuando caen en un partido que dice lo contrario que el programa del otro. En las elecciones catalanas CiU gobernará en solitario y todo el mundo lo ve razonable con un 38% de los votos. Aquí partidos que alcanzan el 49% se quedan en la oposición. Esto introduce asimetrías entre la capacidad de gobernar según sean municipales o autonómicas. Igual debemos ir a una reforma de la ley electoral municipal.

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