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Columna
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Gobernación y sostenibilidad

El lenguaje de este siglo viene marcado por el manejo de dos palabras: gobernanza y sostenibilidad, que parecen ser la solución para todo. Pero, a la hora de la verdad, ¿de qué van?

El concepto de desarrollo sostenible en las dimensiones ambiental, económica y social se relaciona con la capacidad de los territorios y las posibilidades de renovación de los recursos naturales. Cuando hablamos de urbanismo sostenible o de sostenibilidad territorial en términos ambientales nos referimos a que antes de planificar su desarrollo o modificación evaluemos el perfil y características del medio y, por lo tanto, su potencial y oportunidad para ser alterado. Así podemos introducir factores como idoneidad de la localización, buena orientación, ahorro energético, reciclaje de materiales, etcétera. Cuando aludimos a su perfil económico, además de ponderar los costos de su transformación, debemos analizar, entre otras cosas, su conexión con el tejido urbano. Por ejemplo, al desarrollar una operación urbanística pública o privada - centros comerciales, grandes equipamientos o servicios - fuera del ámbito de la ciudad construida hay que hacer recaer los costes de la conexión sobre la operación misma y no, como suele hacerse a posteriori, sobre la Administración. Si nos referimos a su componente social estamos hablando de evaluar la transformación social consiguiente. Es decir, le exigimos a la planificación del territorio y de la ciudad que evalúe a medio y largo plazo las derivas que se van a producir. Por ello la sostenibilidad tiene mucho que ver con la racionalidad de las propuestas y con lo que podríamos llamar una solidaridad intergeneracional, es decir, que sea provechoso para nosotros y para los que vengan después.

Lo público y lo privado son dos manos de un mismo cuerpo: el beneficio y el bienestar colectivo

Por otro lado, la gobernanza viene a ser el conjunto de reglas, normas y procedimientos que configuran el marco institucional propicio para la interacción entre los agentes públicos y privados en el proceso de toma de decisiones políticas. Dicho de otro modo, consiste en trazarnos metas globales o específicas inalcanzables de forma aislada para abordarlas mediante el desarrollo de estrategias colectivas que impliquen a la Administración, la empresa, la universidad y la ciudadanía. Podríamos decir que la gobernanza es una forma de gobernar en red.

En el concepto de gobernanza está implícita la búsqueda del equilibrio entre lo público y lo privado, estableciendo un marco y unos niveles de cooperación que los engarcen en programas comunes. Son como dos manos de un mismo cuerpo que añaden al beneficio, que es el objetivo medular del mercado, la búsqueda del bienestar colectivo, y esto conlleva unos niveles de corresponsabilidad para no hacer recaer las culpas solo sobre el sector público si las cosas van mal y apartarlo si lo que toca es hacer negocio.

Al hablar de gobernación del territorio aludimos a los enlaces y relaciones que se deben establecer entre una Administración y la que está a su lado con el propósito de coordinar todo tipo de políticas que darán pie al gobierno supralocal de los municipios que constituyen el ámbito metropolitano. Esto supone tomar decisiones colegiadas e inteligentes con unos recursos y un calendario de ejecución concretos. La gobernación del espacio público significa gestionar su utilización y disfrute a lo largo del día, mientras que la gobernación de las ciudades históricas hoy en día se refiere más bien a la necesidad de conocer el tejido social para garantizar su reproducción y mantener su diversidad. Es, en última instancia, una forma diferente de hacer política, abriéndola, superando el marco que pertenece en exclusiva a los partidos, pues el conglomerado urbano, la ciudad, el territorio, la autonomía, se gestionarán mejor dedicando mucho tiempo a la generación de ideas, a la producción de proyectos, a la formación de técnicos y funcionarios, a la participación democrática, a la transparencia, a la negociación interinstitucional y al bien llevarse entre los poderes públicos y el mercado.

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Se puede concluir que sostenibilidad es igual a adoptar decisiones del lado de la razón, y gobernanza equivale a hacer política participativa. Para una y para otra lo que se exige es disponer de buena información sobre lo que acontece en la sociedad y de voluntad para llevar a cabo las iniciativas. Pero en este momento ¿a quién le interesan la razón y la política así entendidas? ¿O más bien se trata de dos palabras mágicas que valen para todo?

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