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Hipotecas tóxicas que suben cuando todas bajan

Cientos de afectados por los 'swap' reclaman a los bancos en Galicia

María Fernández

Swap, clip, contratos de intercambio, permutas, derivados financieros o como quiera que se llamen. Son la nueva pesadilla de muchos hipotecados. Productos "de alto riesgo", como los definen las asociaciones de consumidores, que se vendieron como churros de 2006 a 2008 entre clientes que poco sabían de finanzas y que ahora juran en arameo cada vez que recuerdan al comercial que se los colocó. Bankinter, Banesto, BBVA, Banco de Galicia, Caja Madrid, Caixa Galicia, el Popular y La Caixa, entre otras entidades, "hicieron verdaderas campañas", según la asociación de usuarios de bancos Adicae, para difundir estos contratos que presentaban como "seguros gratuitos".

Jorge García, de Vigo, suscribió uno en 2008. Lleva más de un año en paro y viviendo en casa de sus padres porque no puede pagar la hipoteca y los casi 600 euros que al año le cuesta el contrato de intercambio. Cuando lo firmó, el comercial de Caixa Galicia le dijo que los tipos de interés podían subir en cualquier momento. "Ellos ya sabían que iba a pasar lo contrario. Me engañaron", dice. Su hermano, que es abogado, presentó una reclamación ante la caja en la que explica que "en ningún momento", le hablaron a Jorge "del coste desmesurado que supondría la variación del Euribor".

"Se anunciaban como seguros gratuitos. Son todo lo contrario"
Si el cliente no paga tiene que abonar miles de euros por la cancelación
Las entidades admiten que "pueden haberse vendido mal"
"Ellos sabían que iban a bajar los tipos de interés. Me engañaron"
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¿Qué son exactamente los swap? Con estas coberturas, el cliente se garantiza que, cuando los tipos de interés suben más allá de un nivel, por ejemplo el 5%, el banco paga la diferencia. Pero cuando los tipos están por los suelos, como ahora, ocurre lo contrario, es el cliente quien debe pagar al banco. Una información que, según los afectados, no recibieron en el banco cuando les pusieron los papeles delante. Ahora muchas familias pagan casi tanto de hipoteca como de swap.

Agenor Gómez, vicepresidente de Adicae Galicia, los califica como "productos derivados complejos". "Se vendían como seguros gratuitos pero son todo lo contrario. Se trata de futuros, y por eso la banca debería realizar un test para conocer el perfil de riesgo del usuario. Porque los clientes ignoraban que estaban haciendo una apuesta con el banco".La sorpresa llega cuando toca la revisión de la cuota. Ana María Calvo, de Vigo, paga 300 euros por su seguro y 700 de hipoteca. Prepara una demanda judicial contra Bankinter.

"Fueron comercializados con multitud de defectos de forma, algunos se han filtrado en medio de los papeles de la escritura hipotecaria y el 100% no se han explicado bien ante unos clientes que solo se han dejado aconsejar, o engañar, por su banco de toda la vida". Lo dice J.V., un afectado de A Coruña que prefiere no salir con su nombre. Paga 177 euros al mes por su derivado, además de la hipoteca. El primer año, la entidad le abonaba 19 euros mensuales porque los tipos superaban el techo que había acordado.

La banca se defiende, pero no quiere salir en la foto. "Imaginemos que mañana se disparase el Euribor: los bancos empezarían a hacer liquidaciones favorables [devolver dinero] y seguro que se acabaría el problema. ¿Qué interés tenemos en vender algo malo si al final nos va a causar un perjuicio?" reflexiona el gestor de clips de una entidad gallega. "¿Que alguno puede estar mal vendido? Seguro. Pero acusarnos de que sabíamos lo que iba a pasar es tanto como afirmar que somos gurús". El Banco de España ha tumbado las quejas de los afectados argumentando que la comercialización fue correcta. "Pero el regulador no es un juez, no puede saber si ha habido vicios en la venta", insisten los afectados, que han ganando la batalla en tres audiencias provinciales.

En Negreira, una oficina del Banco de Galicia colocó unos 200 swaps asociados a hipotecas. Daniel Lomba, un pequeño empresario, contrató uno aparejado a un préstamo para construir una nave. La crisis se llevó por delante la nave, pero no el seguro. Para cancelarlo le piden 66.000 euros que no tiene, y no se libra de pagar al año 14.000. "Algo debió de pasar cuando en un pueblo agrícola y ganadero a todo el mundo le dio por comprar derivados financieros", ironiza.

"Si el cliente no hace frente a los pagos, automáticamente se produce una cancelación anticipada del producto. Tienes que abonar de golpe miles de euros", recuerda Adicae, que ayer organizó una asamblea informativa en Santiago y que prepara demandas colectivas. Juan Díaz contrató el suyo en Miño. El director de la sucursal le dijo que tenía que hacerse rápido porque en dos días "se terminaba" el producto. Paga 350 euros de hipoteca y 170 por la cobertura. Cuando lo quiso cancelar le dijeron que le costaría 15.000 euros. "Ahora me leo hasta la última coma de lo que firmo", dice.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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