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Reportaje:

Motor de agua y aceite de fritanga

Un grupo de gallegos se alían en secreto para fomentar alternativas al petróleo

Fue el sábado pasado por la mañana. Se juntaron en Teo 19 personas que durante la semana anterior habían sido convocadas a la cita por correo electrónico. "Es una actividad privada. Os pedimos no hacer difusión pública de la misma", rogaba el mensaje, "comenzaremos a las 10 de la mañana". Quedaron en una finca de este municipio vecino a Santiago porque el dueño del terreno lleva tiempo generando energía para su negocio con un motor que funciona con agua y aceite de freír usado. El hombre en cuestión guarda este ingenio en un discreto galpón, y además tiene ahí arrumbado, junto al redil de las ovejas, un viejo tractor. El objetivo, el sábado, era hacer una demostración transformando el motor diésel del trasto para lograr, en pocos pasos, una máquina ecológica.

El método Pantone ahorra un 50% de combustible y reduce un 90% las emisiones
Por Galicia circulan coches modificados que funcionan con aceite de restaurante

Había gallegos de las cuatro provincias y también un par de extranjeros. Entre los de aquí había dueños de talleres de automoción y presidentes de asociaciones diversas. Estaban, además, el alcalde de Porto do Son, Manuel Tomé, y un técnico del Ayuntamiento de Allariz, ambos interesados en conocer el sistema para poderlo aplicar en el transporte y en la Administración local.

Y entre los forasteros estaba el personaje que todos los presentes querían conocer: Lilian Bertet, francés viajero, dedicado a propagar por el mundo una alternativa sostenible frente a la insostenibilidad de un petróleo que se acaba. Porque el crudo, cada vez, lo tiene más crudo, vinieron a explicar en la reunión privada los representantes de Permacultura Galiza, el colectivo que organizó el encuentro y que promueve una vida más acorde con la naturaleza.

Bertet es presidente de la asociación Roule ma Fleur, que fue pionera en Europa en el uso de aceite vegetal reciclado para motores. El francés ha llevado esta tecnología a Latinoamérica, África y varios países de Europa, y esta vez vino a Galicia a "tomar contacto". Hay que andar con tiento y ser sigilosos, porque la transformación de motores por parte de quienes no quieren seguir siendo esclavos de las petroleras "está muy perseguido".

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De hecho, el inventor del motor de agua del que estamos hablando está en la cárcel. En 1998, Paul Pantone, ingeniero norteamericano de 48 años, patentaba un artilugio que bautizó con el poco estimulante nombre de Procesador Multicarburantes GEET (Global Enviromental Energy Technology). La patente US005794601A1 consistía en un reactor instalado en un motor diésel que alteraba el sistema de admisión. Con él, los coches podrían funcionar con una mezcla de agua y de un hidrocarburo. Y este hidrocarburo podía ser, sin problema, aceite vegetal. De oliva, de palma, de colza, de girasol.

Pantone, según se informó a los congregados en Teo, no pudo hacer realidad su sueño porque "fue perseguido, criminalizado y encarcelado" por autoridades "con intereses oscuros" para "ocultar su sistema". Pero sus seguidores rescataron los bocetos y consiguieron sacar adelante el método Pantone, que ahora se ha lanzado a fabricar con el nombre de Hypnow Bulleur Rétrokit una empresa francesa. Al encender el reactor, se produce una especie de tormenta en su interior, el oxígeno y el hidrógeno del agua se disocian, lo mismo que los componentes del aceite, y al entrar en contacto producen energía. Bertet asegura que se reduce el consumo de combustible un 50% y las emisiones un 90%, y dice que en Francia son tantas las personas que andan con el motor modificado que el Gobierno les está dejando hacer, porque no puede procesarlos a todos.

En Galicia también hay conductores que circulan con la primera parte del sistema instalado. Les falta todavía el reactor Pantone, pero llevan en el depósito de carburante un calentador que evita que el aceite de fritanga se vuelva espeso en las noches frías. En Santiago y sus alrededores hay varios restaurantes conocidos que donan sus sobras para la causa. Luego, en casa, los conductores filtran el aceite para que no entre en el motor con tropezones de croqueta y calamar. Sus coches corren igual, y en la ITV no detectan el cambio porque no miran el motor. Pero tanto ellos como sus donantes de grasa útil prefieren permanecer en el anonimato porque la ley los persigue. Buscan, sin embargo, una salida a nivel local. Si en Allariz o en Porto do Son se llega a aprobar un reglamento municipal desoyendo las presiones de arriba, quizás en la próxima visita del francés convoquen a la prensa.

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