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Muere Daniel Cortezón, primer premio Blanco Amor de novela

El escritor Daniel Cortezón murió ayer en el Hospital Xeral de Lugo, donde había ingresado el mes pasado. Nacido en 1927 en Ribadeo, la obra de Cortezón alcanzó cierta notoriedad cuando Ramón Piñeiro le colocó un prólogo en As covas do Rei Cintolo (1955) y la expuso como vía válida para la narrativa de posguerra. "Fue una bisagra entre el pararrealismo mágico de un Cunqueiro y la propuesta más urbana de Blanco Amor", explica el crítico Armando Requeixo.

"El procesado de la tradición oral en clave de autor, la mirada sentimental o los valores del pueblo con mayúscula", resume Requeixo, "era lo que le gustaba a Piñeiro de su obra". Ribanzo (1955), O cabaleiro da luz (1956) y A xeva sagrada (1960) conformaron los eslabones en prosa de la trayectoria del autor que, en 1981, se alzaría con el primer premio Blanco Amor de Novela Longa. A vila sulagada retrataba la resistencia de los indígenas de un lugar imaginario a la construcción de un embalse.

"Escribió siempre desde una perspectiva ideológica", señala la profesora Dolores Vilavedra, que utiliza el adjetivo brechtiano para definir la "voluntad pedagógica" del trabajo de Cortezón. Y fue en el teatro, la otra gran preocupación literaria del escritor, donde abrió compuertas para, según Vilavedra, "una firme apuesta por una dramaturgia histórica nacional galega". La elevación de Castelao a tótem, mediante una pentalogía que lo consagraba "como si fuese un Pedro Madruga", ocupó los últimos años de un hombre al margen de clasificaciones generacionales.

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