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EXPLOTACIÓN LABORAL DE TRABAJADORES EXTRANJEROS

"Nos dijeron que en estas obras no hay derechos para nadie"

Obreros lusos denuncian represalias por pedir condiciones laborales dignas

"Estas condiciones no son justas, se trabaja en condiciones forzadas, apurando el máximo que se puede para cobrar un precio muy bajo". Manuel Alves es uno de los trabajadores portugueses que lleva años por las obras de Galicia al servicio de la empresa ourensana Dabalpo, que, entre otras obras, participa en algunas públicas, como la nueva terminal del aeropuerto en Santiago. Cuando reclama sus derechos, él y otros compañeros tienen dos opciones: coger sus cosas y marcharse (con el paro si tienen suerte) o acatar las consecuencias. Las denuncias que en los últimos meses viene haciendo la central sindical CIG sobre las subcontratas en grandes obras públicas como las del AVE reflejaban irregularidades con las nóminas, horas extra a precio de saldo o jornadas que se alargaban más de lo debido, pero sin las historias personales de los trabajadores por miedo a las represalias. "Porque a los compañeros que protestan los echan a la calle", resume Alves.

Dos operarios están apartados en una nave donde "no hay manera de protestar"

Pedro Rio ya no tiene miedo porque no sabe si está de vacaciones o sin trabajo. Tenía una semana libre, pero como protestó porque su nómina dice que cobra 1.165 euros y en el banco solo ve 870, no sabe si la empresa le "cortó la Seguridad Social o no". "Me encuentro sin trabajo por protestar, por pedir el dinero que es mío", cuenta. Desde febrero hasta agosto no tuvo problemas porque "hacía bastantes horas" y el dinero que le ingresaban cuadraba con la nómina que firmaba. "Hubo meses que hice cerca de 260 horas y cobraba por precio de hora, porque en esta empresa todos están así, nadie cobra por mes. Como ahora hago ocho horas, el dinero que me ingresan en el banco no corresponde con lo que dice la nómina y contesté. Fin de contrato". Rio lamenta lo que repiten sus compañeros que se animaron a contar su situación: "Las condiciones de la empresa son estas: si quieres, quieres y si no quieres, coges la carretera". EL PAÍS intentó ayer sin éxito hablar con algún representante de Dabalpo.

Bajo la mirada de cuatro o cinco policías nacionales que custodiaban, por la presencia de trabajadores, periodistas y sindicalistas, las puertas de las obras de Lavacolla, el responsable de la sección de construcción de CIG, Xulio Vicente, repartía a varios trabajadores una sentencia que reconocía su derecho a tener vacaciones. Luis Costa lleva más de tres años y medio en la empresa, cobra por día y en cada nómina le incluyen vacaciones y finiquito. Cuando pidió sus días libres le dijeron: "Si quieres vacaciones coge tus cosas y vete a Portugal". "Ni las cobras ni las disfrutas. Si te quedas en casa un día o dos, no te quitan el dinero de ese día, te quitan 200 o 300 euros", explica. Él y su compañero Eduardo Leiras ya no están a pie de obra, sino en una nave "en medio del monte", cerca de Sigüeiro. "Nos echaron fuera por defender nuestros derechos. Nos dijeron que en España no hay derechos para nadie de Dabalpo", cuenta. Ellos protestaron por las irregularidades y los apartaron, otros compañeros, prefirieron cobrar el paro y "tuvieron que ir a Inspección de Trabajo porque no le daban ni los papeles". "Es una vergüenza. Ni en Portugal hacen eso a los obreros", lamentan.

En la nave "no hay manera de protestar, no hay obra ni hay nadie". Allí pasan el día limpiando madera, sin electricidad, adelantando dinero para comprar bocadillos, sin agua caliente ni baños. "Para hacer las necesidades tenemos que ir al monte", dice Eduardo Leiras. "La única cosa que podemos pedir es que Inspección de Trabajo nos ayude", pide Costa.

Domingos Leiras pasó tres días en casa cuando su mujer tuvo a su tercer hijo, pidió sus "derechos" pero la empresa "desconectó el móvil" y no le dijo nada. Lleva desde 2006 en la empresa con puestos de responsabilidad, desde mayo no firma una nómina y el último mes cobró 14,20 euros. Ahora, el coche que lo llevaba cada día a Vigo ha dejado de recogerlo. "Me quitan el transporte y no me dejan trabajar, entiendo que me están despidiendo, pero todavía no me contestaron", dice angustiado. "Humillan a la gente para que se marche sin reclamar sus derechos. Soy encargado y me hacen esto, imagina un obrero".

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Calefacción de su bolsillo

En las obras próximas a Portugal, la empresa suele poner un coche para los traslados pero cualquier incidendia corre del bolsillo de los trabajadores. Multas, cambios de rueda e incluso los 3.000 euros por llevar el camión muy cargado. "Se dividió el gasto entre los obreros de estructura y pagamos 60 euros cada uno", explica Domingos. "¿Qué culpa tenemos nosotros, que no cargamos el camión?". Y en las averías de las herramientas "es igual".

Los que están lejos de casa se quedan en pisos pagados por la empresa. En el caso de la ampliación de Lavacolla, se alojan en Sigüeiro (Oroso). Duermen ocho o nueve por piso, pero se tienen que traer las mantas, los sacos de dormir e incluso colchones de su casa.Por la noche, pasan frío porque no se atreven a poner la calefacción. "El mes pasado la pusimos y nos quitaron el dinero de la nómina. Estamos durmiendo con mucha ropa", dice Costa. Comen bocadillos al mediodía (o arroz y pasta en la obra) y por la noche se juntan todos para comprar y repartir los gastos.

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