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Entrevista:Jesús Pérez Varela | Ex conselleiro de Cultura

"Núñez Feijóo está tan implicado en la Cidade da Cultura como lo estamos todos"

Es, junto a Manuel Fraga, el más acérrimo defensor de la Cidade da Cultura, que según Jesús Pérez Varela (Redondela, 1946) "se hubiera amortizado en diez años". El ex conselleiro de Cultura posa orgulloso ante el proyecto de Peter Eisenman y niega que se haya triplicado su coste porque su Gobierno sólo propuso un "concurso de ideas con una estimación inicial del coste" que acabó duplicándose "sin que la Xunta pudiese hacer nada por controlar una obra de autor". Dice no esperar nada de la comisión de investigación abierta en el Parlamento y recuerda a Alberto Núñez Feijóo que también él está involucrado en la gestión de la obra como vicepresidente que fue del Gobierno Fraga.

Pregunta. ¿Qué espera de la comisión de investigación?

"Se duplicó el coste porque el arquitecto es un genio, pero un teórico, y el Gobierno no puede controlar un proyecto de autor"
"Creo sinceramente que la Cidade da Cultura se amortizaría en 10 años. De cada dólar invertido en el Guggenheim se han recuperado seis"
"Las autonómicas las anticipó el PP por razones políticas que yo nunca compartí"

Respuesta. Absolutamente nada. Es la primera vez que el Gobierno, que tiene toda la documentación en su poder, controla a la oposición. Espero que sirva para cerrar el tema y que la Xunta pueda tomar una decisión. Lo que no puede es estar paralizada la Cidade da Cultura del modo en que está, porque tenía un fundamento sólido: una biblioteca central y una gran hemeroteca. En Galicia tenemos al decano de los periódicos de España y una lengua y una cultura que merecen una biblioteca central o, como diría el BNG, una biblioteca nacional. Tener un museo de la historia de Galicia sería un elemento dinamizador de la vida cultural y sería importante un centro de nuevas tecnologías y del audiovisual, por eso estaban en el consejo de la fundación Telefónica y Fujitsu. En el teatro de la ópera se vio que el complejo quedaría mejor con ese edificio, porque un buen palacio de la música para Galicia, el norte de Portugal y el Oeste de España sería interesante. Si me pregunta si será rentable, le diré que la Biblioteca Nacional no es rentable.

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P. ¿Por qué se triplica el coste?

R. No se ha triplicado. En el concurso de ideas inicial estaban 20 de los 50 mejores arquitectos del mundo y ganó Peter Eisenman. Cuando se falla, los ponentes del concurso dicen que se le adjudica a Eisenman con un solo voto en contra, y añaden que el coste iba a ser superior al previsto. Pero no se triplica, se pasa de 132 millones de euros a 284,7 millones. Licitada toda la Cidade da Cultura, el Consello de Contas dice que su coste es de 284,5 millones. Se duplica porque el arquitecto es un gran genio, pero un teórico. En las mediciones de los edificios que eran curvos vimos que había un 60% más de superficie.

P. ¿Esos errores no los debía controlar la Administración?

R. La Administración no puede controlar eso cuando hablamos de una obra de autor. La Xunta sabía que iba a costar un poco más, de hecho la empresa a la que luego se le encarga la dirección de la obra a finales de los 90 ya nos dice que la obra se va a ir a 160 millones. Luego acabó en 284. ¿Cómo va a controlar la Administración la construcción de un edificio singular? O se rompe el contrato, porque el arquitecto se agarró a la propiedad intelectual sobre su proyecto, o se sigue adelante. Este debate lo tuvimos en los 90. Entonces la oposición hizo una campaña feroz contra la Cidade da Cultura y contra sus costes. Y perdieron las elecciones, así que desde el punto de vista político ese debate quedó saldado en 2001, cuando el PP revalidó el poder con amplia mayoría. La gente puede creer que hubo despilfarro porque se inició con un precio y acabó con otro. No es así, los técnicos estudiaron el costo y la Consellería de Economía iba habilitando partidas para cada edificio, por eso se tardó más. Cada año Economía decía cuánto se iba a destinar y se decidían las obras, se licitaban y se adjudicaban. Los reformados no llegan al 1%. No es que se haya ido de las manos a los administradores, se disparó porque se incrementó en un 60% la superficie, porque el ayuntamiento de Santiago cobró un 3,7% de tasas, porque el control de calidad supuso el 4%, y porque la galería de servicios hubo que hacerla sin estar programada. Además, el arquitecto reclamó cuarcita gallega para los tejados y fue una odisea encontrarla, aunque es fantástica.

P. ¿Las tasas municipales y el control de calidad no debían estar en el proyecto inicial?

R. No, porque no hay ningún proyecto, sino un concurso de ideas. Nosotros decíamos que queríamos gastar en torno a 132 millones, pero el jurado ya dijo entonces que iba a costar más. Ese tema lo asumió la Xunta y el Gobierno de Galicia en pleno. Nunca se prefijó el coste, se aproximó. Algunos arquitectos advirtieron que se iba de madre.

P. ¿Y pese a todo se tomó la decisión de seguir adelante?

R. Sí, por eso Economía asumió la gestión del presupuesto. La Fundación Cidade da Cultura sólo podía gastar 25 millones de pesetas al año, todo lo que sobrepasase ese coste pasaba por Economía y por mi consellería, y después pasaba por la Intervención General de la Xunta y por el Consello de la Xunta, además de por la asesoría jurídica. Alguien dirá que nos hemos pasado tres estaciones. Es opinable, pero nuestro Gobierno lo asumió antes de las elecciones de 2001.

P. Entonces no se le explicó a la sociedad que costaría el doble.

R. Se le explicó que costaba más. No se dijo si el doble, el triple o el cuádruple. Y en aquella época la oposición aprovechó para utilizarlo políticamente.

P. ¿Comparte el dictamen de Contas que dice que abdicaron de la gestión prudente?

R. Es una opinión. El informe del Consello de Contas no debiera mostrar opiniones porque el único que tiene poder ejecutivo es el Gobierno, que es el que tiene que revalidar ante las urnas sus decisiones. El Gobierno decidió seguir adelante en 2001 con un proyecto que iba a costar mucho más porque estábamos convencidos de que iba a ser rentable. Cada dólar invertido en el Guggenheim se multiplicó por seis, y también se sabe lo que costó el Fórum de las Culturas o el Multiusos del Sar de Santiago y lo que costará el Auditorio de Vigo, y acabamos de descubrir lo que va a costar la autovía del Barbanza, que no es obra de autor. Y no hemos hablado de lo que subió el acero de 1992 a 1998, el 200%. Mire las estructuras de los edificios, o el cristal...

P. ¿Cree que la Cidade da Cultura será rentable?

R. Como conjunto monumental sería el primer complejo singular de este siglo que enlaza cultura y turismo. Si a Galicia vienen 10 millones de visitantes en el Xacobeo, imagine su rentabilidad. Creo sinceramente que la Cidade da Cultura se amortizaría en diez años, aunque también me someto al criterio de quien pueda decir que se tardarán 20 años. Al margen de darle dinero a Galicia, le daría prestigio.

P. ¿Esa rentabilidad será posible con el bipartito?

R. Respetarán lo que nosotros hicimos. Sería un error convertir un teatro de la ópera, que era un símbolo para todo el noroeste, en un escenario de monicreques. En cuanto al centro de arte, tenemos en Vigo el Marco, en Santiago el CGAC y en A Coruña el Museo de Bellas Artes. Hubiese preferido un centro de nuevas tecnologías y del audiovisual, pero no me meto en las decisiones del Gobierno.P. ¿A qué atribuye las durísimas críticas que arrecian sobre el proyecto una vez que el PP abandona la Xunta?

R. La vida es la que es, pero el proyecto ya fue muy criticado con el PP en la Xunta. No sé si es consecuencia del informe del Consello de Contas. La mitad de las cuestiones que plantea se solucionarían unificando criterios con los funcionarios de la Xunta.

P. Usted ha expresado su orgullo por la Cidade da Cultura, justo lo contrario de lo que dijo Alberto Núñez Feijóo, quien reconoció que su partido no se sentía orgulloso de la tramitación. ¿Se siente respaldado por el PP?

R. Hablé con Feijóo y me dijo que sus palabras tenían 20 matices. Luego admitió que no conocía la tramitación del proyecto. Creo que el señor Feijóo, que además era miembro del Gobierno cuando se aprobó una parte de la obra, está tan implicado con la Cidade da Cultura como estamos todos. La verdad es que yo tengo que decir que estoy orgulloso de haber colaborado, y quien la puso en pie fue Manuel Fraga, que tenía las ideas muy claras. En el Gobierno estábamos unidos, lo que no quiere decir que no hubiese recelos por temor a perder votos.

P. Adjudicaron edificios dos días antes de las autonómicas de 2005. ¿Había razones de urgencia?

R. No. Estaba todo programado para que las elecciones fueran en octubre y no en junio. La Cidade da Cultura, como la adjudicación de emisoras de radio y como otras muchas cosas, se iban a acometer a finales de mayo o junio y las elecciones iban a ser en noviembre. Por razones políticas que no compartí adelantaron las elecciones y nos pillaron a contrapié. Tuvimos problemas con las emisoras, que al final el bipartito adjudicó en el 90,8% como las teníamos diseñadas nosotros, porque aquí hay los empresarios de la comunicación que hay. Usted puede decir, oiga, se le puede hacer un favor a un amigo, pues tal vez a uno que se dedique al sector, pero yo no le puedo negar a la SER o a la COPE lo que son estas empresas, aunque esté más en contra de unas que de otras. La adjudicación de la Cidade da Cultura tuvo que sancionarla el patronato de la Fundación, y ahí estaba el alcalde de Santiago, Xosé Sánchez Bugallo, que nos pidió que se licitase todo. No había urgencia ni otras cosas; es más, creímos que le sacábamos de encima un embrollo al Gobierno que podía venir.

P. El director de la Fundación, hermano del ex conselleiro de Educación, el director financiero, cuñado de Mariano Rajoy, el arquitecto coordinador del proyecto, cuñado de la ex conselleira Pilar Rojo. ¿Siguieron criterios profesionales estos contratos?

R. Por supuesto. Ángel Curras

[hermano del ex conselleiro de Educación, Celso Currás] trabajaba en el Ayuntamiento de Santiago para la Capitalidad Cultural de 2000, y yo vi que era meticuloso y un gran profesional. El único pero era precisamente que era hermano del conselleiro. Estoy supersatisfecho de cómo ha gestionado. El cuñado de Rajoy estaba como director financiero y en un concurso el conselleiro de Economía, Orza, se decidió por él. No sé si Mariano Rajoy salía ya con la que ahora es su mujer, pero este hombre nunca se metió en nada. También un histórico del PSOE de Galicia me dijo el otro día que su hija trabajaba allí.

P. El Consello de Contas dice que los convenios con los medios de comunicación se adjudicaban a dedo. ¿Era una forma de controlar la información?

R. La comunicación de Galicia no estuvo mediatizada por el poder. Tengo noticias, pero prefiero no meterme, de que está más mediatizada ahora. Su periódico no está investigando las escuchas telefónicas en TVG, un tema muy grave que atenta contra la Constitución, la intimidad de las personas y que nos deja desamparados a los que trabajamos en TVG. Dieron la información y no siguieron ese caso, que sí es un delito.

P. ¿Qué medidas debe tomar el director de la CRTVG?

R. Debe abrir una investigación en profundidad. Es muy grave lo que ha pasado y le he dicho además que la carta que le escribió a Anxo Quintana es incorrecta y que no la puede escribir un director general de la CRTVG.

P. ¿Debería dimitir?

R. Si no toma medidas y no explica lo de la carta, lo mejor para él es presentar la dimisión.

P. ¿No es grave que un alto cargo de la Xunta presione a profesionales de TVG?

R. Es gravísimo, pero en cualquier juzgado quedaría invalidado. Pero hablo del fuero de todos los españoles. Si se habla en privado, no puede hacerse público.

P. ¿Puede considerarse privada una llamada de un alto cargo que se presenta como tal a un profesional de TVG?

R. A mí me parece una atrocidad presionar a un profesional de un ente público, pero tengo que olvidarlo porque el delito mayor es el espionaje.

P. ¿Está manipulada TVG?

R. Yo no diría que está manipulada, pero creo que TVG es manifiestamente mejorable, sobre todo en lo que se refiere a temas políticos. Había que mejorarla antes y ahora aún hay que mejorarla un poco más, pero fundamentalmente hay que cambiar el modelo de TVG. El 80% de la sociedad cree que está agotado.

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