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Reportaje:

"Pasamos a ser ciudadanos de tercera"

La restricción del sufragio exterior es comprendida por los jóvenes pero hiere a los emigrantes de más edad - "Lo que habría que hacer es depurar los padrones"

El acuerdo en el Congreso para la reforma del voto emigrante ha reabierto en Argentina las heridas, nunca del todo cerradas, entre aquellos que tuvieron que emigrar por necesidades económicas y políticas y su tierra de origen. Aunque los argumentos para que no puedan votar en las municipales les parecen sólidos incluso a los hijos de estos emigrantes, los más ancianos reviven con este proceso las difíciles circunstancias que tuvieron que pasar en el momento que tomaron la decisión de marcharse.

A muchos les quedan pocos años de vida y este recorte en sus derechos lo viven como una última puñalada que les depara la historia. Lo peor es que nada de esto se había anunciado en las múltiples visitas de alcaldes, presidentes de diputaciones y dirigentes de la Xunta y de los dos partidos mayoritarios en Galicia. Los emigrantes se cansaron de oír la reivindicación de los políticos para establecer el voto en urna pero ninguno dijo una palabra sobre la posibilidad de recortar sus derechos. Ahora se encuentran con una reforma que se venía cocinando hace tiempo y sobre la que nadie les contó nada.

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Tanto el PP como el PSOE de Argentina optan por la táctica del avestruz tras confirmarse la noticia de que la reforma va a salir adelante y los emigrantes ya no podrán votar en las próximas municipales. Los ciudadanos han tenido que elegir otras vías para manifestarse y a través de las numerosas sociedades gallegas que existen en Buenos Aires se ha convocado una manifestación para el próximo 15 de mayo que concluirá frente a la embajada de España en la capital argentina.

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El vicesecretario general del PSOE, Carlos Fernández, explica que los socialistas de Argentina han asumido las tesis del partido en España y apoyan la reforma, aunque matiza que quizás la decisión se ha tomado de una forma "apresurada" y que podría haberse establecido algún mecanismo para conseguir que los más mayores pudieran seguir votando en sus pueblos de origen. El PP, por su parte, ha desaparecido de escena. Su máximo responsable, Fernando López, hizo público en un principio su oposición a que se recortasen derechos a los emigrantes en cualquier sentido. Desde que se confirmó la intención de sacar adelante la reforma ha sido imposible volver a escucharle.

En el seno de la colectividad los argumentos pasan más por los sentimientos que por la razón. El presidente de la Unión de Sociedades Gallegas, Adonis Pampín, indica que todo este proceso está resultando muy "doloroso", especialmente para la gente de mayor edad. "Vamos a pasar de ser ciudadanos de primera a serlo de segunda o tercera", señala Pampín, quien teme que este sea sólo un primer paso para seguir recortando derechos a la emigración. "Llevo 56 años en Argentina y cuando llegué de mi pueblo, Vila de Cruces, no se podía votar porque no había elecciones en España. Luego llegó la democracia y pudimos votar y ahora nos quitan ese derecho. Tampoco nos gusta lo del voto rogado, si el sufragio no es obligatorio en España, ¿por qué tenemos que pedirlo?", señala Pampín.

Entre los más jóvenes la opinión mayoritaria es que resulta justo que a los que no viven en Galicia se les impida decidir sobre quien dirige los ayuntamientos, aunque la gran mayoría también coincide en que aquellos que nacieron en Galicia deberían poder conservar este derecho. Esto es lo que indica Facundo Muniaín, un joven de 30 años nieto de gallega, quien estima que habría que haber tenido en cuenta que muchos emigrantes se vieron obligados a salir de España por razones políticas o económicas.

"Hay una gran diferencia entre lo que opinan los mayores y lo que pensamos la mayoría de los jóvenes en este asunto. A nosotros lo que nos preocupa es perder los derechos adquiridos en los últimos años, como por ejemplo las ventajas para acceder a la nacionalidad. A mí y a otros jóvenes nos interesa más participar en las elecciones nacionales, europeas y autonómicas. En estas últimas especialmente a los que somos descendientes de gallegos, catalanes y vascos", explica Muniaín.

En otros lugares de Argentina donde residen gallegos también ha comenzado la movilización contra la reforma. Juan Enrique Martínez, secretario del Centro Gallego de Córdoba, apunta que para los emigrantes es importante poder votar en las municipales para mantener los vínculos con Galicia. "Los más mayores hicieron posible que sus hijos y nietos sintamos también a su tierra como propia", indica.

Desde Río Gallegos, localidad ubicada en la Patagonia a casi 4.000 kilómetros de Buenos Aires, Luciano Domínguez, secretario del Centro Gallego, también se opone a la reforma y apunta las dificultades que tendrán los gallegos que residen en esta zona para poder votar en urna ya que el consulado más próximo se encuentra en Bahía Blanca, a unos 2.000 kilómetros de distancia. "Lo que habría que hacer es depurar los padrones para hacer el voto lo más transparente posible", añade. Por lo que parece la reforma va a cumplir el viejo aforismo de no dejar contento a nadie.

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