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Reportaje:

"Pradorramisquedo Ceibe!"

Los vecinos de una aldea de Viana do Bolo con una central hidroeléctrica en sus terrenos piden desde 2005 su incorporación al municipio de Porto, en Zamora, porque Galicia no los atiende

Rogelio Blanco Primo, alcalde pedáneo de Pradorramisquedo, se para en seco en mitad de la cuesta y mueve el pie como si pisase una colilla. Es su manera de señalar un enorme pegote de cemento gris marengo que destaca sobre el otro más viejo, el firme original, que a fuerza de décadas ha palidecido hasta una tonalidad perla: "Este parche es de cuando se casó mi hija", comenta, reconociendo la mancha entre todas las que salpican la calle como el lomo de un dálmata.

"En Pradorramisquedo, todos los baches que están arreglados tienen la fecha de una boda. Cuando se casa alguien, los vecinos vamos y nos ponemos pesados con el ayuntamiento hasta que nos hace caso". Y si el día antes del casorio "vemos que no van a venir, pues lo reparamos nosotros". Es "una costumbre", aunque cada vez hay menos bodas, porque los jóvenes de cada casa ya han emigrado y sólo algunos se empeñan en volver para montar la fiesta aquí.

El municipio que se quede con el pueblo cobrará los impuestos de la central hidroeléctrica
"En Zamora, los ganaderos tienen una ayuda más que en Galicia por sus vacas"

En la última ceremonia, que se celebró en mayo "con gente de Galicia y de Zamora", hubo más suerte. El día antes, los 45 residentes en Pradorramisquedo, casi todos jubilados, no tuvieron que preparar la masa. A primera hora se presentó una cuadrilla del concello "con una cuba de asfalto" y fue remendando malamente el camino de la entrada del pueblo. En los 400 metros que separan la aldea más perdida de Viana do Bolo de la única carretera que allí lleva, se cuentan otros tantos retales de grandes dimensiones y toda la escala de grises. Es el único asfalto que, "de pascuas a ramos, se encarga de reparar el ayuntamiento", porque el mantenimiento de la general, que va sorteando el límite de Galicia, siguiendo el río Bibei, depende ya de Zamora. Esta vía es la ZA-102, sin arcenes y con la piel abultada de acné, pero semeja una autopista al lado de las infraestructuras gallegas que se esfuman en la frontera.

Por el espacio ingrávido de Internet flotan mensajes que gritan "Pradorramisquedo ceibe!". Los han escrito algunos de los jóvenes que han emigrado a Ourense, a Verín, a Madrid, o, sobre todo, a Asturias, y que se alían con sus viejos, ésos que se sienten olvidados y que hace año y medio decidieron en asamblea vecinal que querían ser zamoranos.

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Los grandes acuerdos, en Ramisquedo, como llaman a esta localidad sus vecinos castellanos, se toman en la Casa del Pueblo, un caseto de bloques de cemento que estos orensanos (aficionados a levantar mil galpones adosados en torno a sus viviendas) construyeron, con la aldea a los pies, en lo alto del Penedo, la más alta de entre todas las rocas lamidas por los siglos que conforman el firme del poblado.

Aquel día, los de Pradorramisquedo pusieron sobre la mesa esos temas de los que hablaban siempre en las cocinas. "Somos mayores, tenemos que ir al médico y a la compra y no conducimos; el camino más corto a Viana mide 36 kilómetros y el ayuntamiento no quiere traer hasta la aldea uno más recto, por Penouta, del que ya está construida la mitad y que nos ahorraría 21 kilómetros". Esta ruta anhelada, que partiría del pueblo directa a las montañas, siempre cuesta arriba, libraría a los vecinos del peligro de quedar incomunicados y garantizaría la evacuación cada vez que el río Bibei inunda las tierras y el agua crece un metro sobre el suelo en la actual entrada de la aldea.

Los vecinos se quejan de a veces se quedan sin teléfono y nadie se lo repara "en semanas". O de que la depuradora que les pusieron se estropeó con una crecida a los dos meses de su instalación y nadie volvió para componerla. Y señalan, justo enfrente de las casas, una cantera que les destrozó el paisaje. Una cantera que cuando cerró dejó la piedra deslavazada junto al pueblo, formando una escombrera que ya perdura 12 años. También cuentan que la antena de televisión que ellos montaron funcionó siempre hasta que vinieron los técnicos a cambiarla. "Ahora sólo vemos bien la segunda y Telecinco", protesta Rogelio.

De poder elegir, los vecinos querrían pertenecer al zamorano municipio de Porto, aunque tampoco le harían ascos al de Pías. Los dos distan del pueblo, cada uno en un sentido de la ZA-102, ocho kilómetros; "los dos se portan muy bien con Pradorramisquedo, sobre todo sus médicos cuando hay una urgencia". Pero "Porto es más rico", y su alcalde, "Rogelio Tomé, estaría encantado de adoptarnos", asegura María Fernández, la pedánea consorte.

Frente a los 4.600 habitantes del municipio de Viana, Porto sólo cuenta tantos como días tiene el año, pero estos 365 vecinos "están mucho mejor atendidos y su ayuntamiento invierte en ellos los impuestos que le cobra a la hidroeléctrica".

Por explotar la fuerza del río Bibei, que corre hacia el Sil entre las dos provincias, Endesa tiene que pagar el IBI y el IAE a los municipios por los que pasa. Y aquí está el epicentro del conflicto: en la eléctrica de San Sebastián. Los mayores aún recuerdan cuándo, en los 50, la empresa, que "entonces era Moncabril", entubó el río por dentro de la montaña y se adueñó del lugar y del nombre del patrón del pueblo. Ese pueblo que, por miedo a las inundaciones de los días en que "abren la presa de arriba", cambió para verano la fiesta grande que la Iglesia mandaba celebrar en enero.

El asunto de la hidroeléctrica es lo que más molesta a los de Pradorramisquedo: "Ser la teta de Viana y no recibir nada" a cambio. "Los millones que le cobra a Endesa van a parar a otros pueblos. Y nosotros somos solidarios, pero pedimos algo de bienestar: que si a las otras aldeas se les da 2, a nosotros se nos dé 5", explica Juan José Rodríguez, que también fue pedáneo en otros tiempos. "Pero es que a nosotros no nos dan ni 2 ni 5: nos dan 0 y nos tocan el carallo".

Los vecinos no saben precisar la cantidad que el concejo ingresa por la explotación del río: "Unos 50 millones de pesetas al año, dicen", cuenta Rogelio Blanco. Pero desde el Ayuntamiento de Viana se asegura que la cantidad es mucho menor, de unos 13 millones (76.861 euros) y el alcalde del municipio, el popular Andrés Montesinos, reconoce que está "muy descontento" con Endesa. "Queremos hacer muchas cosas, pero con las centrales es difícil".

En Pradorramisquedo, sin embargo, ya están hartos de ver cómo pasan por la alcaldía políticos de todos los colores sin solucionarles nada. "De nosotros sólo se acuerdan cuando hay elecciones", lamenta Paca Paradelo. "Entonces todos vienen a visitarnos. Y el día de votar pasan por las casas y se ofrecen a llevarnos al colegio electoral".

Un cambio de lindes que pidió el BNG

El viaje a Viana es una aventura y los vecinos lo evitan si pueden. "Para llegar tenemos que ir a Castilla y luego volver a Galicia. Si hay un accidente en el camino, se encarga de nosotros la Guardia Civil de Zamora, y como estamos en el culo del mundo, cuando viene el bus somos los primeros en subir y los últimos en volver a casa". En la travesía, los de Ramisquedo recorren los pueblos de todo el municipio y pasan "el día de excursión".

Pero necesitan ir a Viana por el Sintrom, y porque hay que vigilar el colesterol, los triglicéridos, el azúcar y la tensión. Entonces, se montan en el microbús escolar de la Xunta, que pasa a las 7.30 para recoger al niño de la aldea. En realidad, Álvaro Castaño (de segundo, Carballo) ya no es tan niño. De pequeño se quedaba a dormir por la semana en la escuela hogar de "los lejanos", pero ahora ha cumplido 14 y estudia en el Carlos Casares. Llega al instituto a las 9,15 con siete chicos y los jubilados que se sumen.

Y se suelen sumar miércoles y viernes, días de análisis en Viana. Cuando regresan, entrada la tarde, comen y salen a pasear la ZA-102 hacia Porto o hacia Pías por prescripción médica. "Hoy me encontraron azúcar y me dijeron que tengo que andar", se duele Elisa Blanco.

Los días 13 y 28 de cada mes, además, a las 7 pasa un bus por el pueblo para llevarlos a la feria. Y si hay varios que quieren el servicio otro día, no tienen más que llamar y abonar 4 euros por barba. "Somos los que más pagamos de toda Viana por el billete".

"Nos sentimos muy gallegos", confiesa Rogelio, "pero si ser gallegos es estar aquí abandonados, pues queremos ser zamoranos". "Bah, qué más dará lo que nos sintamos", le discute su mujer, "si los de Porto tienen mejor gallego que nosotros... Tendríais que oírlos: ¡Una maravilla!, parecen de Pontevedra. Si nosotros decimos cuchillo, ellos dicen cutelo; y también dicen ovo por huevo, y ceare por cenare. Y a veces dicen 'ouviches?', y a mí me parece que está muy bien dicho".

A esto hay que sumar "la gran gestión del alcalde de Porto", que tiene aquello "como Nueva York, todo asfaltado". "Si pasásemos a Porto, y con nosotros la eléctrica, serían las américas para ellos y para nosotros. Porque ¡cómo está de bonito Porto! ¡Parece una ciudad!".

Además, al otro lado de la carretera, se cobra "una ayuda más por las vacas" que en Galicia: "Dos de la UE por reses de alta montaña y nodrizas, y una más de Castilla por hembras y terneros de recría". En Porto, reclamado (junto con Pías, Lubián y Hermisende) en 2005 por el BNG para Galicia, hay una feria de ganado en la que "todos los vecinos llevan premios de 300 euros". El que tiene muchas vacas, "se puede juntar con 24.000 euros".

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