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Columna
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Prehistoria del 25 de Xullo

La CNC (Concentración Nacional en Compostela) fue la primera denominación de lo que luego sería O día da patria galega ou o Día (nacional) de Galicia/Galiza (en la denominación de las Irmandades da Fala en 1919), la cara político-galleguista y nacionalista de la Festa do Apóstolo, o Roxo (el pelo de su busto es pelirrojo, sobre el altar mayor de la catedral), que está en la cripta compostelana.

Día Nacional de Galicia fue ya una denominación anterior a la guerra civil, por tanto. No sé si fue ese primer año de la CNC (creo que en 1968), o el segundo, en el que quizá ya no se llamó CNC, cuando los nacionalistas de la UPG recurrieron en Santiago a otros grupos políticos para que, juntos, hiciéramos algunos actos previos de tirada de panfletos y pintadas. Y así se hizo, pintadas, panfletos y algún cartel colgando de un árbol de la Alameda/Ferradura.

Eran los tiempos en que los disparos al aire causaban víctimas, pues la gente aún tenía alas de nacimiento

No había manifestaciones masivas, no era posible. Apenas movimientos discretos de gentes de la política clandestina y algún policía esperándote a la puerta de casa para acompañarte, no muy discretamente, a lo largo del día. En mi caso lo tenían bien, pues tenían a su alcance, sin perderme de vista al salir de casa, algún maravilloso cóctel en O Carballeira, uno de los templos de la buena coctelería de la época. Y así lo hacían, justo en la mesa que daba al portal de mi casa. Yo salía y ellos o él levantaban su campamento. Un año y otro, hasta que dejaron de darme alguna relevancia, cosa muy sensata por su parte.

La noche anterior era complicada, y siempre llevaba consigo cierto riesgo, pues había que portar alguna forma de pintura (ya había sprays, aunque no siempre se usaban o se podían usar o estaban disponibles) y a veces también algunos panfletos. También es cierto que la policía, al principio, no hizo grandes despliegues, y sólo algún Land Rover de la llamada Policía Armada (los grises) vigilaba dando vueltas por Compostela, junto con algún ojeador de la Brigada Político Social y quizá algún otro de la Brigadilla de la Guardia Civil. Eran tiempos oscuros, claro, pero también muy limitados en todo, afortunadamente. Salvo que te dedicaran una vigilancia exclusiva, que no era el caso.

Una de aquellas noches, quizá la segunda desde la CNC, o quizá algún año más tarde, quedamos citados en el impasse del cine Capitol, lugar curioso para quedar, pues no había posibilidad de fuga en caso de intervención de la policía, pero seguro que teníamos alguna razón sólida para tal cosa, absurda cosa cuando la piensas a tanta distancia. Pero allí estábamos. Algunos de Santiago (de toda la vida, digamos) y otros llegados de fuera para echar una mano. Quizá éramos cinco o seis, no más. Algunos de ellos ya no están entre nosotros. Uno de los ya desaparecidos era Moncho Reboiras (Xosé Ramón Reboiras Noia), muerto posteriormente en un enfrentamiento con la policía franquista, con tiro en la nuca incluido, según decía, al parecer, el parte médico. Eran los tiempos en que los disparos al aire causaban víctimas, pues la gente aún tenía alas de nacimiento, adminículo corporal que la evolución posterior ha ido negando a nuestro cuerpo... afortunadamente. Hemos perdido la posibilidad de ser abatidos en pleno vuelo. La evolución tiene estas cosas, como bien estudió Charles Darwin.

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Entonces, en aquellos primeros 25 de Xullo, la política y la fiesta estaban unidas a través de todas estas escaramuzas, y era posible que se te acercara un policía mientras mirabas (o fingías mirar) cómo los paisanos probaban los caballos en la carballeira de Santa Susana mirándoles los dientes, y te decía ¿y tú qué haces aquí?, y tú le contestabas, con todo el morro, estoy a ver si compro un caballo para ir a la playa. El surrealismo está en la vida, no en el intelecto. La realidad no sólo es compleja: es pintoresca. Compostela era así.

Galicia tiene los suficientes problemas como para seguir recordándose a sí misma en un día así. Tiene problemas demográficos, de protección del territorio y del medio natural, tiene problemas de paro, problemas gravísimos de identidad y defensa de su lengua. Tiene problemas, y el 25 es su día, el día de reconocernos como gallegos y de tomar un buen pulpo para coger fuerzas y seguir adelante frente a toda adversidad, que falta hace.

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