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Reportaje:

Rescatados del olvido

Los familiares de dos asesinados por el franquismo reciben sus restos, exhumados de una fosa común en O Rosal

Puede ser que su única ambición fuese la de llevar una vida normal y corriente. Formar una familia, trabajar duro como correspondía a casi todo el mundo máxime a unos portugueses emigrados a Galicia, echar una mano a la comunidad, soñar de vez en cuando y morir de viejos. Pero no. Los mató la locura de la sinrazón en forma de guerra y abandonó sus cuerpos al borde del camino. Su desaparición traumática fue un estigma que durante décadas acompañó a sus descendientes, la pesadilla que enturbiaba la cordura de sus viudas. De ellas, de su madre Esperanza y de su vecina Lucinda se acordó ayer Álvaro, en el momento de recibir los restos identificados de su padre, el jornalero portugués Abilio Araújo, asesinado en febrero de 1937 con su compatriota Manuel Prudencio do Rosario y un joven que no figura en ningún documento oficial pero a quien la tradición oral bautiza como O palero de Laureana, el encargado de meter el pan en el horno en la panadería en la que trabajaba.

Cultura adeuda 8.000 euros a la asociación que levantó los cadávares

"Es una pena que estos difuntos no fuesen levantados antes, cuando vivían sus viudas", lamentó el hijo mayor de Abilio y Esperanza, rodeado por sus hermanos, en la sede del Instituto de Estudos Miñoranos (IEM) de Gondomar, donde ayer se celebró la reunión. Álvaro Araújo fue el último de la familia que vio a Abilio con vida: esa mañana en la que todo cambió acompañaba a su padre en los trabajos del campo. "Me gustaría que siguieran, que tiren para adelante y despierten a la gente, hay que descubrir a los muertos para que cada familia les dé su destino", concluyó. El del joven panadero sin nombre ni allegados conocidos fue el de ser enterrado, ayer por la tarde, junto a Abilio, su compañero de infortunio.

Los tres hombres justos, según los definió la presentadora del acto, la escritora Rexina Vega, fueron exhumados en abril de 2009 de una fosa común en el cementerio de San Xián (O Rosal), donde fueron enterrados por vecinos del lugar. Sus testimonios dieron la clave para el hallazgo, hecho por los arqueólogos del IEM y un puñado de voluntarios. Personas que todavía no han cobrado un céntimo por una tarea que iba a sufragar la Consellería de Cultura, en virtud de un convenio firmado en el bipartito. "No nos preocupa el dinero, apenas son 8.000 euros, sino que quedase sin pagar lo que legalmente estableció la consellería", recordó el director del IEM, Carlos Méixome, en presencia de la ex titular de Cultura, Ánxela Bugallo. Méixome también hizo notar la ausencia, pese a estar invitado, del actual alcalde de Gondomar, Martín Urgal, quien mediante una moción de censura sustituyó en el cargo al nacionalista Antón Araúxo, uno de los nietos de Abilio.

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