_
_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Socialismo y Movimiento 15-M

El desempleo de casi cinco millones de conciudadanos interpela a toda la sociedad, a toda la comunidad, en lo más profundo de nuestra conciencia, de nuestra ética. Esa interpelación, y también el enfado con los dirigentes del Estado, "los políticos", que no somos capaces de darle una solución, la Indignación por mejor decir, es lo que ha sacado a la gente a las plazas el 15 de mayo, y lo que alejó de las urnas hacia el voto en blanco, el voto nulo, la abstención y, en menor medida, hacia otras opciones políticas, a una parte del electorado socialista. La gente del 15-M tiene razones, muchas razones, aunque no toda la razón.

Es verdad que en las plazas hay una corriente libertaria, antipartidos, antipolítica, que a mi juicio no lleva a ningún sitio y que además puede ser un campo en el que florezcan posturas peligrosas, como el populismo berlusconiano, o incluso cosas peores como los neofascismos.

Pero la mayoría de la gente, los que, con toda lógica en una sociedad madura, están ahora hegemonizando el movimiento, no son antisistema. Es más, para mi, que fui un revolucionario sesenta y ochista, son sorprendentemente moderados, sensatos, "del sistema".

Si analizamos el documento aprobado por la asamblea de Sol hace algunos días, vemos que al lado de cuestiones ciertamente ingenuas que muchas veces no van más allá del eslogan, de otras discutibles, y de otras a mi juício disparatadas, contiene una serie de medidas muy plausibles para mejorar la calidad de nuestra democracia, y para avanzar a una sociedad más redistributiva. Veamos.

Uno. Eliminación de los privilegios de la clase política (de sus privilegios, no de los políticos, que sería la posición tradicional libertaria o anarquista). Es verdad que los políticos tenemos algunos privilegios (aunque algunos son solo leyenda urbana), y que su eliminación es un imperativo moral. Los socialistas debemos intentar reinventar el "pablismo" (de Pablo Iglesias), de vivir con cierta austeridad, o cuando menos sin ostentación.

Dos. Medidas contra el desempleo. Discutibles tecnicamente, pero que no son tonterías.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Tres. Derecho a la vivienda, con medidas que están ahora en la agenda política, como las relacionadas con la cancelación de hipotecas.

Cuatro. Servicios públicos de calidad, con referencias a listas de espera, ratio de alumnos por aula, transporte público, ley de dependencia, y otras.

Cinco. Control de las entidades bancarias, con medidas concretas

Seis. Fiscalidad progresiva, control del fraude, tasa a las transacciones financieras internacionales, etc.

Siete. Libertades ciudadanas y democracia participativa, con propuestas como la modificación de la Ley electoral para aumentar la proporcionalidad, medidas para aumentar la independencia del Poder Judicial, garantía de democracia interna en los partidos políticos.

Yo no estoy de acuerdo con todas y cada una de las medidas que proponen, pero en su conjunto constituyen un programa reformista, un programa socialdemócrata. En el Partido Socialista el movimiento del 15-M ha generado diversas posiciones. Desde luego de comprensión, creo que en la mayoría, y también de simpatía. Pero también de un cierto enfado y rechazo, porque se les hace responsables no de nuestra derrota por supuesto, pero si en parte de la magnitud final de la misma. Incluso hay quien piensa, pocos por cierto, desde una concepción paranoica de la historia más propia de la derecha, que esto estuvo "movido por alguien" para perjudicarnos.

En la conferencia política que los socialistas vamos a celebrar en septiembre, debemos ser modestos, y ser capaces de abandonar posturas de defensa del propio estatus (del partido y personal), para estudiar y asumir gran parte de estas reivindicaciones, y no por razones electorales, que también, sino porque sabemos, como dice Tony Judt, que la corrupción, el dinero y los privilegios ocluyen las arterias del sistema. Y la juventud, como muchas veces, nos está mostrando el camino.

Stephane Hessel, el viejo compañero del Partido Socialista francés -dato que suele ocultarse-, autor del libro ¡Indignaos!, que probablemente tanta importancia ha tenido en la precipitación del movimiento (me gusta creer que un libro aún tiene esta capacidad), dice: "ya es hora de que la preocupación por la ética, por la justicia, por el equilibrio verdadero prevalezcan".

El viejo PSOE sigue siendo un instrumento, el principal sino el único útil en nuestro país, para alcanzar los objetivos que proponen en el Obradoiro o en Sol. Pero tenemos que afinarlo, afinarlo con las notas que llegan de la calle, que no son otra cosa que el antiguo son, modernizado con la música electrónica e Internet, que hace más de un siglo entonaron Pablo Iglesias y sus compañeros.

Francisco Cerviño González es diputado socialista en el Parlamento de Galicia

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_