Takekazu Asaka: "Los gallegos tienen que defender las ventajas de usar su idioma"
En el Madrid de 1978, haciendo un curso de doctoramiento, el japonés Takekazu Asaka encontró un ejemplar de A Nosa Terra, de los primeros, con publicidad de Galaxia. Al poco empezó a cartearse con uno de sus valedores, Xaime Isla Couto. "Le pedía libros en gallego y él me los enviaba, aunque por correo por barco tardaban tres meses en llegar". Ya había escuchado hablar en aquella lengua romance a los gallegos del colegio Santiago Apóstol, pero fue en unas conferencias de Manuel Alvar y Dámaso Alonso cuando supo que eso que oía no era un dialecto del castellano.
Asaka (Tokio, 1952) presenta mañana en Cambados Canta a Ramón Cabanillas, una antología bilingüe de 17 textos del poeta da raza, tomados sobre todo de Vento mareiro y A rosa de cen follas. Esta semana asistió a la clausura de la XXIV edición de los Cursos de Lingua e Cultura Galega para extranjeros y españoles de fuera de Galicia. En uno de aquellos cursos, organizados por la Real Academia Galega y el Instituto da Lingua, se matriculó tras su primera visita a Galicia, en 1989. Antes, como romanista, había acabado una tesis en castellano sobre fenómenos gallegos: el infinitivo conjugado y el pronombre de solidaridad. Desde entonces, su producción vinculada a Galicia se incuba en gallego-japonés o -caso de su reciente guía Galicia en 100 capítulos- en idioma nipón. Asaka escribió la primera gramática del gallego moderno en japonés, guías de conversación, tradujo textos de Castelao, Pondal o los poemas gallegos de Lorca y, sobre todo, editó en Japón Cantares gallegos (DTP Publishing), con una tirada de 500 ejemplares y cedé con Rika Nishikawa y Miho Haga musicando a Rosalía.
"No me gustan las lenguas capitalistas", ironiza, resumiendo una vocación ahora más cerca de la literatura que de la gramática histórica. "Para investigar lingüísticamente hay que investigar las lenguas y las culturas minoritarias". En sus consideraciones sobre códigos culturales en el extremo oriente y en el extremo oeste, tira por el camino saudosista. Habla de melancolías "semejantes" en Galicia y Japón, uno de los escasos países industrializados con un censo de extranjeros (2%) inferior al gallego. "También los japoneses emigran a Brasil a finales del siglo XIX por razón de pobreza. La morriña es similar".
En otra visita, a Asaka le preguntaron cuánto tiempo le quedaba al idioma y dijo "300 años". Con la nueva política lingüística y los registros dialectales fuera de la televisión autonómica, el profesor no hace clínica: "Según el lingüista francés André Martinet, un sonido necesita 100 años para cambiar". "¿Hasta 2200?", bromea. Ahora que hay tantos medios de comunicación en asturiano como en gallego, Asaka remite a Cabanillas para recuperar la potencia: "Los gallegos no saben promocionarse y su país está aislado. Esa potencia perdida la tienen que recuperar defendiendo las ventajas de usar su idioma".