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Reportaje:

Todas las movidas de Vigo

El fotógrafo Víctor de las Heras recopila 300 instantáneas de la ciudad en la década de los ochenta

Una de las fotos más famosas de la historia reciente de la ciudad tuvo una gestación muy sencilla. Los fotógrafos estaban reunidos en el aeropuerto de Peinador esperando la llegada de la estrella italiana del porno Cicciolina, invitada por el dueño de un local de alterne para celebrar el quinto aniversario de su, por aquel entonces, boyante negocio. Entre ellos, Víctor de las Heras, corresponsal de Tiempo y colaborador de revistas locales como El Pope e Informe Gallego. El joven fotógrafo le sugirió al empresario que la actriz hiciese el recorrido hasta el centro de Vigo en un descapotable, para facilitar el trabajo de los reporteros. Y pasó lo que era previsible. Ahí están las instantáneas de Ilona Staller paseándose orgullosa con sus pechos al aire para regocijo general, perseguida por una nube de caras sonrientes y una caravana de coches.

"De noche, era una urbe rayada, canalla y cachonda", cuenta Fernando Franco
El paro rondaba el 35% y los trabajadores tomaron la calle

Muchos vigueses todavía hoy se echan a reír cuando rememoran aquella bizarra procesión de 1987, ahora incluida en el libro Vigo, a explosión dos 80 (Xerais), que reúne más de 300 fotografías de De las Heras (Vigo, 1953). "Aquello sería impensable hoy en día", reconoce. "En ciertos aspectos vamos para atrás y la censura que hay en este momento creo que es peor que la otra, la que íbamos trapicheando". Después de estudiar Publicidad y Periodismo en Madrid, De Las Heras regresó a Vigo en los primeros años del posfranquismo. Comenzaban los ochenta y se vio con una cámara a su lado de la mañana a la noche, retratándolo todo. "La calle fue mi facultad", reconoce. "Cumplía con los encargos de los medios y hacía fotos de lo que a mí me llamaba la atención, como las primeras comunidades terapéuticas y la cárcel de Vigo".

Eran los años de la Movida y al fotógrafo le pilló en medio. El voluminoso capítulo, que ocupa casi la mitad del libro, dedicado a aquella efervescencia musical, cultural y estética dan testimonio de que De las Heras no se perdía una. "Las salidas nocturnas solo eran de fin de semana, en contra de lo que la gente se piensa. De lunes a viernes por la calle no había una rata después de las diez de la noche y apenas un puñado de cafeterías". Tal intensidad de sábado noche provocó un frenesí en la ciudad que el periodista Fernando Franco describe en uno de los textos del libro: "Por el día, en la ciudad estaba la sede de la operación que ponía Galicia de moda revitalizando el sector textil e inyectándole la nueva fibra del valor añadido. Por la noche, Vigo era una ciudad rayada, atropellada, cachonda y canalla, con una producción intensa de bandas, la mayoría de vida efímera. Una explosión de pelambreras y vestimentas con la música como expresión catártica".

"La Movida fue sexo, drogas y poco rock and roll", dice De las Heras, a quien los efluvios pop de aquel sonido siempre le supieron a poco. Sin nostalgias ni mitomanías, le atribuye algunos méritos: "Lo más positivo fue la revolución individual que propició: quien quiso fue algo, músico o artista. Eso se proyectó hacia fuera y a partir de entonces, de ser considerados unos provincianos pasamos a convertirnos en referente cultural". No solo en garitos como Kremlin o El Manco se refugiaban aquellos modernos. La Movida también estaba en las corbatas y camisas del alcalde Manoel Soto, vestido de Gene Cabaleiro, y se subió al escenario del Parque de Castrelos, donde tocaron Bromea o Qué?, Os Resentidos y Golpes Bajos. Incluso llegó a pisar la hierba de Balaídos. Siniestro Total actuó en el Estadio Municipal en el cierre de la temporada 84-85, para celebrar el ascenso del Celta a la Primera División, y toda la grada acabó coreando los himnos de la banda.

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"Por una parte, veníamos de una época muy negra, de la dictadura, y la victoria socialista del 82 creó cierto clima de euforia que propició una explosión de color. La otra cara de la moneda, la reconversión naval y el paro, hicieron que la gente tomase la calle", reflexiona el periodista Emilio Alonso, autor de la primera crónica acerca de la Movida, Vigo a 80 revolucións por minuto (Xerais), que fue presentado el pasado domingo junto a De las Heras en la feria Culturgal de Pontevedra.

En 1984 y con todos los astilleros en situación de inactividad, la comarca registró niveles de paro por encima del 33%. Lo cuentan las manifestaciones que retrató De las Heras, y que enseñan unas calles en las que no cabía un alfiler más. Las cargas policiales, los líderes sindicales, las pancartas reivindicativas sobre el ya desaparecido Scalextric, una estructura por la que la autopista llegaba hasta la Gran Vía... De entre todas, el fotógrafo escoge la mirada desafiante de Sandokán, un conocido obrero del metal: "Está plantado frente a un policía, desarmado y sin protección, y, sin embargo, su mirada es la de un vencedor".

El obrero conocido como Sandokán, frente a un antidisturbio en una de las imágenes del libro.
El obrero conocido como Sandokán, frente a un antidisturbio en una de las imágenes del libro.

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