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Reportaje:

Vigo, entre el caos y el futuro

Los arquitectos proponen fórmulas para un urbanismo más habitable

Cualquiera de las seis giras programadas ayer por la Delegación del Colegio de Arquitectos de Vigo para celebrar el Día Mundial de la Arquitectura anticipaba, muy a su pesar, un viaje a los desastres urbanísticos de la ciudad. Los desastres, ciertamente, están servidos desde hace décadas, pero la potencia de los paisajes -singularmente en la excursión elegida por este periódico, dedicada a la periferia- se sobrepone aún al desdén con que se ha tratado el territorio en la ciudad.

Los organizadores se temían un fiasco, pero los seis autobuses del transporte urbano, aquí llamados vitrasas, se llenaron de periodistas, arquitectos y algunos curiosos, que luego acudieron a una mesa redonda para debatir las impresiones y depresiones que propiciaron las excursiones programadas, cada una de ellas, por el litoral, el centro, la periferia, la industria y los montes, que de todo hay, y generosamente, en los 110 kilómetros cuadrados del territorio municipal.

"Todo es caótico, aunque con su lógica", apunta el guía de la ruta

"Todo es caótico, aunque con su lógica", comentaba el arquitecto Fernando Costas Abreu, que por tercer año oficia de guía. La concejala de Urbanismo, Carmela Silva, ostensiblemente fatigada, se apuntó a esta ruta para darse un respiro, seguramente, en la tensión máxima que se vive su departamento con los últimos trajines del plan general. Medio viaje se lo pasó despachando en su asiento con los arquitectos que le fue presentando el presidente del Colegio, Salvador Fraga, cada cual con un interés particular, fuera el proyecto del "cuarto hospital" -"¡Que nadie diga cuarto, sino nuevo!"-, que marcaba uno de los referentes de la gira, o el interés del Club Financiero en fomentar su foro de urbanismo.

El vitrasa atravesó una nube aromática procedente de la depuradora, aunque estaba fuera del campo visual - "¿Son éstos los olores normales?", preguntó alguien; nadie respondió-, y prosiguió su recorrido por el territorio herido. Aquí, por la cuchillada reciente que abre los montes al paso de la moderna circunvalación y, un poco más adelante, por una nave industrial acaballada, imperial y atroz, en una colina.

El speaker Costas carga varias veces las tintas en el "efecto perverso" del plan general de 1971. El autobús sube y baja los montes en un recorrido sinuoso que alterna los viales modernos con otros casi ancestrales, en los que el pasaje teme no poder pasar por el camión que viene enfrente. Pero pasa. "Tuvimos suerte, nos cogió en la parte que retranquearon", ironiza un técnico municipal. Las demás casas no lo estaban.

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Es verdad que en el zigzagueo del vitrasa no sabes bien qué te puedes encontrar después de cada curva, si un campo de berzas, una bucólica carballeira o el estrépito arquitectónico de un taller multiusos al que las sucesivas ampliaciones yaque -dícese de aquéllas improvisadas: "ya que estamos con esto, hacemos lo otro"- no evitan la ocupación de la vía pública con la maquinaria propia o de la clientela.

A menudo, para saltar de esos viales modernos a las corredoiras que hace años asfaltaron con algo más de anchura para darles el servicio de carretera, "hay que saber". No todo está indicado para conocimiento común. Más bien, es muy poco lo así indicado. Y de este modo cobran importancia los "nudos sólo para nativos", o sea, los que sólo ellos conocen para saltar de modo práctico desde los cuatro carriles modernos a los antiguos cuatro metros de anchura, que siguen soportando la circulación en doble sentido.

La lección última que trasladaba el guía Costas Abreu, cuando ya una parte del pasaje confesaba mareo, es que de la ciudad centrípeta hemos pasado a la ciudad centrífuga -hoy la gente prefiere vivir en las parroquias, el ámbito rural que ha dejado de ser agrario- y Vigo tiene un enorme potencial como ciudad moderna y policéntrica, para vivir a la sombra de los cerezos de Beade con más calidad que en la Gran Vía. Los logros, con la ayuda de las imprescindibles infraestructuras, deberá propiciarlos el polémico plan general.

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