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Columna
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Lo que se aprende en la Universidad

Galicia es el país donde nunca pasa nada y si pasa es una repetición, sostienen los más pesimistas entre nosotros. Pero la historia nos dice que cosas en Galicia pasar, pasan, pero tan despacio que cuesta darse cuenta. Ahora mismo están sucediendo en la Universidad de Santiago (USC), entre el interés relativo de unos medios estresados por darnos el minuto y resultado del carrusel de las cajas y la inevitable serie de comentarios escandalizados por lo mal que anda la universidad y el mundo en general por la crisis de valores, o la crisis económica, o las dos a la vez; o quejosos de la apatía de unos estudiantes culpables de ser jóvenes y no serlo a la manera que lo fuimos nosotros.

El modelo de financiación mendicante lleva décadas lastrando el potencial del sistema universitario

De las elecciones más concurridas de la historia universitaria, pueden ir extrayéndose ciertas lecciones de aprovechamiento general. La primera es cómo la concurrencia de muchos candidatos, ni debilita las instituciones, ni implica división. No debemos temer tanto a la pluralidad. La unidad es un bien colectivo claramente sobrevalorado. En no pocas ocasiones, llamamos unidad a lo qué sólo es ausencia y silencio. La segunda enseña que se puede hacer una campaña electoral disputada y con notorias discrepancias sin necesidad de faltarle a la madre de nadie, o buscar la destrucción del oponente. Una elevada competencia por el poder no conduce necesariamente al insulto, ni el insulto a la movilización. Si las campañas políticas son tan deleznables, no será por culpa de un electorado adicto a la política-reality. La responsabilidad será de unos políticos perezosos que prefieren la facilidad del insulto al trabajo del pensamiento.

Frente a tantas visiones catastrofistas de lo universitario, prefiero apuntarme al optimismo, tan denostado en estos tiempos sombríos. Porque la universidad es mi casa, pero sobre todo porque me siento orgulloso de ella. La USC vive instalada en el top ten de los centros superiores españoles en docencia y en investigación. Su posición está muy por encima del puesto que ocupa Galicia en el escalafón del Estado. Es un lugar ganado pese al trato miserable y miope deparado desde diferentes administraciones y gobiernos, incapaces de apostar a fondo por una de nuestras mejores bazas como país. La han logrado el esfuerzo y el compromiso de mucha gente que trabaja y cree en esa institución. Pero el orgullo no debe llevar al prejuicio, a negar que la USC afronte dilemas y tiempos críticos. La universidad gallega necesita estabilizar un sistema de financiación mendicante que lleva décadas lastrando su potencial, acabar con el jibarismo de las titulaciones, tratar la artrosis burocrática que se come la paciencia de todos, fidelizar a sus estudiantes y pensar estratégicamente su futuro como entidad investigadora para adecuar recursos y objetivos.

En la segunda vuelta se confrontarán aún con mayor claridad dos discursos, dos formas de ver la universidad y su futuro. El candidato Casares Long nos propone que Recuperemos a esencia. Consciente o inconscientemente, recuerda aquel Back to b asics que llevó al thatcherismo al poder, o el más enxebre Recargando Galicia de Feijoo09. Si ofrece recuperarlas, será porque las considera perdidas y necesario ir a buscarlas a algún lugar del ayer. El mensaje mira hacia atrás. La receta es regresar al pasado para enfrentarse al futuro. Frente a la complejidad, reacción, repliegue en sí misma, ensimismamiento en lo que fuimos porque es lo conocido, lo previsible. Acaso por eso ha criticado tan abiertamente la juventud del adversario y su equipo. El candidato Fernández Prieto recuerda en su campaña que Sabemos facer universidade. En su discurso no parece que haya nada que recuperar en el pasado porque nada se ha perdido. No hay recetas tradicionales para gestionar la complejidad de un futuro incierto. Su mensaje es la acción, el despliegue desde la confianza en las propias posibilidades, mirar hacia adelante y hacia afuera. Nos guste o no, no podemos seguir pensando la universidad del siglo XXI con las ideas del siglo pasado. Y a mí, como a Woody Allen, siempre me ha interesado el futuro porque es donde voy a pasar el resto de mi vida.

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