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El autor de la muerte de dos gays mantiene que los apuñaló por miedo

Manifiesta lagunas y dice que no recuerda cuántas cuchilladas les asestó

María Fernández

Jacobo Piñeiro, que en 2006 provocó la muerte de dos homosexuales en Vigo tras una noche de drogas y alcohol, cambió ayer aspectos importantes de su relato en el segundo juicio que comenzó en la sección quinta de la Audiencia Provincial. Según la madre de una de las víctimas, Marta Pérez, "lo hizo como una estrategia para intentar demostrar que tiene problemas mentales". Lo que Piñeiro no pudo desmentir es que asestó numerosas puñaladas a Isaac Pérez Triviño y Julio Anderson Luciano aquel 13 de julio.

En el primer juicio quedó demostrado que clavó 57 veces el cuchillo en el cuerpo de los dos hombres porque, según su relato, intentaban violarlo. Por el "miedo insuperable" que dijo sentir, tras apuñalarlos (incluso por la espalda), los ató semidesnudos y, ya muertos, los roció con alcohol y con el combustible de un cargador de mecheros para quemarlos. Llevaba, según dijo ayer, dos días de marcha bebiendo cubatas y consumiendo cocaína cuando uno de los fallecidos, Isaac Pérez Triviño, que trabajaba en un after de Vigo, le invitó "a una fiesta en su casa". La fiesta acabó convirtiéndose en una orgía de sangre, pero el primer jurado popular que abordó el caso lo absolvió de asesinato y sólo apreció un delito de incendio.

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El fallo fue recurrido y anulado por el Tribunal Superior de Xustiza al ver claras contradicciones entre los hechos demostrados y la absolución. El tribunal fue tachado de homófobo -dos de sus integrantes se emocionaron en el alegato final del acusado, que acababa de ser padre- y el colectivo homosexual se volcó para pedir un nuevo proceso. Quizá por eso la sala tuvo ayer especial cuidado en seleccionar a los integrantes del nuevo jurado.

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Durante toda la mañana, los abogados y el fiscal hicieron innumerables preguntas a los candidatos hasta que quedaron nueve titulares (cinco hombres y cuatro mujeres) y dos suplentes. Pero una hora después de comenzar el juicio, uno de los designados comenzó a cabecear y terminó por quedarse dormido. Tras el primer inciso las partes acordaron sustituirlo.

Tanto el fiscal como la acusación particular pidieron al tribunal "sentido común para llegar a una conclusión responsable", y les presentaron el caso como un crimen brutal en el que Jacobo Piñeiro actuó intentando "destruir pruebas". "Trata de convencer de que él es la víctima inventándose una mentira", aseguró el fiscal después de relatar cómo los fallecidos "vivieron 15 minutos de agonía".

En su declaración de ayer, Jacobo Piñero aseguró que, tras conocer a Isaac en un local de copas llamado Strong, salió con él "a las nueve o nueve y media" de la tarde. Fue su primera contradicción, ya que las cámaras de la discoteca recogieron su partida a las 16.40, tal y como afirmó en el relato inicial.

Una vez en el piso, que Isaac compartía con el brasileño Julio Anderson Luciano, el acusado admitió haberse encerrado en la habitación con el primero para beber una botella de whisky y seguir tomando cocaína, pero negó en todo momento haber mantenido relaciones sexuales con ninguno.

Piñeiro se duchó y saludó a unos amigos del brasileño que, según la nueva declaración, que difiere de la inicial, "estaban en la casa" cuando llegaron. Horas después se quedaría solo con las víctimas. "Julio apareció desnudo diciéndome que me fuera para la habitación con él. Le dije que le iba a pegar una hostia y que lo iba a tirar por la ventana", relató Piñeiro. "Al minuto él apareció con un cuchillo y dijo 'vamos a ver ahora si vienes o no". Comenzaron el forcejeo y, siempre según el acusado, le arrebató el cuchillo: "Se lo clavé sin advertirle, no lo pensé". En todo momento aseguró que lo hizo en defensa propia, pero posteriormente reconoció que ni Isaac ni Julio le habían apuñalado.

En momentos también se contradijo. Pese a manifestar que lo hizo para evitar ser violado y acuchillado, reconoció que las heridas en la mano con las que terminó "no eran muy profundas", que "casi no sangraba" y que por tanto no se vio impedido para arrebatar a ambos los cuchillos y apuñalarles repetidamente. Antes de fallecer, uno de ellos consiguió llamar a la Policía Local para pedir auxilio. Jacobo lo interceptó y le apuñaló en la cara.

Una vez muertos, recorrió toda la casa en busca de bienes personales, se limpió las heridas y se marchó de la vivienda tras cerrar las ventanas y abrir la espita del gas. "No recuerdo haber abierto el gas, pero sí que anduve con fuego, no sé con qué fin", aseveró.

El abogado de la defensa apeló a que estaba "fuera de sus cabales" y que si no se hubiera defendido, "probablemente Jacobo y Julio hoy estarían sentados aquí".

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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