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Columna
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La bolsa y la vida

En el asunto este de la economía, la crisis, el capitalismo y todo lo demás (si es que hay algo más, que no parece), no hay nadie que no haya expresado ya su opinión o haya formulado su análisis. Y es en esto último en lo que de verdad consiste lo que nos ha sido revelado. Hasta ahora, ser economista era oficio misterioso e incomprensible para los pobres mortales.

Gran parte de culpa la tuvo Alfred Nobel al dar un premio -de esos pagados con dinamita- de Economía al lado de la Medicina, la Física y otros pasatiempos. Nadie dudaba de que la economía era una ciencia: ¡si lo decía don Alfred...! Pero en estos últimos meses nos hemos dado cuenta de que todo era una patraña. En Galicia estamos especialmente capacitados para desmontar tanto argumento que parecía inmutable desde el New Deal: la bolsa ya no se sabe si sube o si baja y eso-ay, caballeretes- es patrimonio de exclusiva incumbencia gallega desde mucho antes de la invención del capitalismo.

Los inversores se darán de codazos para meter su dinero en nuestros valores tradicionales

Todos los licenciados en Economía por Harvard, Yale y la autoescuela de la esquina están sufriendo terribles acusaciones de falta de espíritu cristiano; hasta tal punto que los nuevos matriculados tienen ahora una asignatura de empatía con el prójimo y están obligados a desarrollar proyectos que les acrediten como benefactores de la humanidad. (Los políticos se libran así de su responsabilidad moral, pero esto es el ritual de lo habitual y ya nos lo sabemos desde el colegio: "¡Yo no he sido, señorita! ¡Ha sido Peláez el que ha propuesto lo de los biocombustibles y las hipotecas de alto riesgo!") Cuando salgan de sus aulas estos seguidores de Francisco de Asís posmodernos, ya no tendrán tantas posibilidades de ser creídos por el vulgo. Es importante adelantarse, pues.

Galicia, dada la fluctuación ignota de subidas y bajadas de los mercados, tiene ahora una oportunidad única. Somos un país de tradición sumergida, y no sólo por los petroglifos enterrados o los naufragios en A Costa da Morte, sino también por la economía. Es el momento de hacerse con ese puesto vacante de país abanderado de una Nueva Economía Sumergida amparada por nuestra administración y nuestros gobernantes.

Por lo pronto, el cierre de las bolsas más importantes del mundo es inminente. Esto nos da la oportunidad de montar nuestra propia Bolsa y dar ejemplo de control de la economía que no se sabe si sube o si baja. Para ello estamos perfectamente preparados. Tenemos hasta el sitio para montar nuestro propio parqué: el recinto de la Semana Verde de Silleda, que don Manuel inauguró hace años ignorando cuál era su auténtico destino. Habrá que ponerle parqué, eso sí, que no se sabe porqué eso de la madera en el suelo les gusta a los inversores y los agentes de bolsa. Y, claro, las baldosas de Silleda no cuelan.

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Pero esto es un problema secundario y si trasladamos a las brigadas de obras del AVE y Monte Gaiás a la vez, tenemos eso solucionado en un periquete. Lo importante es organizar esto a todo filispín. Necesitamos un índice de bolsa propio, que dejaría enanos al Dow Jones y al Ibex 35 (o 36 o el que sea): el AVPQV 09 (A Vaquiña Polo Que Vale 2009) tiene que demostrar que no necesita de inyecciones de dinero cada vez que la cuestión se tambalee. Con organizar una buena churrascada gratuita dejamos descansar al AVPQV 09 un par de días y volvemos con fuerzas renovadas.

Los valores a cotizar tienen que ser grandes abanderados de esa economía sumergida que nos caracteriza para dar solidez a las transacciones. El bar Manolo, la señora Amelia vendiendo los huevos de sus gallinas y los productores caseros de orujo, que ahora están fuera de la ley, pasarían a ser respetables propietarios de compañías que cotizan en bolsa.

La fuerza moral de la Nueva Economía Sumergida es innegable. Especularemos con lo que tenemos y los inversores internacionales se darán de codazos para meter su dinero en nuestros valores tradicionales. La apertura de las sesiones se puede hacer a los acordes del Himno del Antiguo Reino de Galicia que es muy solemne. Que siga la crisis, que nosotros nos vamos a forrar.

julian@discosdefreno.com

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