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Reportaje:

El botellón resiste a la polémica

Los vecinos de A Coruña protestan esparciendo bolsas de basuras

"Y mañana, en España directo", se mofa un joven al ver una cámara de televisión que graba, desde la ventana del cuarto piso de un edificio, imágenes de los cientos de chicos que, como cada noche de jueves a sábado, han vuelto a invadir la pequeña plaza del Humor, en el centro de A Coruña. Es la una de la madrugada del jueves y la movida está en pleno apogeo. El botellón aquí no es un fenómeno, sino un rito social fuertemente asentado desde hace años. Y sigue celebrándose ajeno a la polémica y al hastío de los vecinos que, al intensificar sus protestas, han colocado de nuevo estas masivas concentraciones de bebedores juveniles en primer plano de la actualidad y han obligado a los alcaldes a movilizarse en busca de soluciones.

"Les da todo igual, no entendemos su diversión", se quejan los residentes
Algunos chavales piden zonas acotadas con baños cerca de los bares

Ni la presencia de los policías que ahora vigilan estas reuniones nocturnas en A Coruña ni la de cámaras ni siquiera las bolsas de basura esparcidas por la plaza por los residentes como medida de protesta, el pasado jueves por la noche, perturban el desarrollo del botellón. "Les da todo igual. Somos incapaces de entender su forma de divertirse, bebiendo, en medio de la mierda, hasta caer", se lamenta Beatriz Rodríguez, portavoz de los vecinos de esta pequeña plaza, que lleva cinco años como principal punto de encuentro de las hordas de bebedores callejeros.

Los habitantes apenas contienen su impaciencia ante la promesa de medidas, de momento, en estudio, como una ordenanza municipal para regular el uso de los espacios públicos de la ciudad. Hace 15 días, una vecina exasperada regó a los jóvenes con un cubo de agua con lejía. El gesto no volvió a repetirse, y la presencia de policías, ahora permanente, ha reducido también el vandalismo. "Es una noche tranquila", afirma uno de la media docena de agentes que vigila el botellón en esta céntrica plaza de reducidas dimensiones y encajonada por edificios de viviendas, desde cuyas ventanas cuelgan de nuevo banderas de plástico negro, a modo de crespones de luto.

La creciente irritación vecinal se manifestó el jueves con un boicot a los contenedores. Los residentes tiraron sus basuras en una plaza que, después de cada botellón, se convierte en un enorme amasijo de desechos, bolsas de plásticos, botellas y vasos. Los fines de semana de septiembre, los servicios municipales de limpieza de A Coruña retiraron, cada madrugada, de las plazas del centro basura equivalente a la que genera 360 familias.

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Pero los residuos esparcidos por el suelo no disuadieron a nadie. A partir de medianoche, menores y mayores de 20 años fueron buscando hueco entre la basura y las figuras de Castelao, Álvaro Cunqueiro o Vicente Risco que adornan la plaza del Humor para tomar unas copas al aire libre. En las conversaciones, se cuela también el debate sobre el botellón. Y crece el hartazgo por el actual impacto mediático. "No somos bichos raros", protesta una joven. "No quiero que mis padres me vean mañana en la foto del periódico", añade otra. La aparición de una cámara de televisión en la ventana de una vecina fue recibida con un inmenso abucheo. La mayoría de jóvenes asegura entender las quejas vecinales pero reivindican su derecho a ocupar la calle. Los precios excesivos de las copas, el garrafón (alcohol adulterado) y la imposibilidad de mantener una charla en los pubs de música son el núcleo de sus argumentos.

Muchos de los que practican el botellón se declaran dispuestos a cambiar de plaza por otro lugar habilitado por el Ayuntamiento donde no causarían molestias. "Pero tiene que ser un sitio cerca de la zona de marcha y en el que pongan servicios móviles, como en los conciertos", propone un grupo de chavales.

La creación de un botellódromo es una de las principales alternativas que centran estos días el debate. Los vecinos de la plaza del Humor apoyan la propuesta. El problema en A Coruña es que las concentraciones masivas se celebran en céntricas plazas habitadas, no en zonas ajardinadas como la Alameda de Santiago. Pero el alcalde coruñés, el socialista Javier Losada, descarta esta solución y prefiere hablar de la creación de un centro con ofertas de ocio juvenil sin bebidas alcohólicas.

El PSOE de Pontevedra, coaligado en el gobierno que encabeza el nacionalista Miguel Fernández Lores, también se opone al botellódromo, informa Lara Varela. El PP local respaldó ayer, sin embargo, la propuesta del Bloque de trasladar el botellón del Campillo al parque de Rosalía de Castro, lejos del centro monumental. En otras ciudades, continúan las rondas de consulta en busca de soluciones.

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