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Reportaje:

Un burgo de cambiadores de dinero

Una exposición recrea el Santiago de 1211, año en el que se consagró la catedral

Cuando en 1211 el arzobispo Pedro Muñiz consagró la Catedral de Santiago, Compostela tenía entre 4.000 y 5.000 vecinos, una muy nutrida nómina de gremios surgidos al calor de las peregrinaciones -regidos por ordenanzas autorizadas por la Iglesia-, y una muralla de siete puertas que delimitaba las 30 hectáreas del centro histórico, que ya contaba con su Vallis Milvorum, su Vicus Novus y su Vicos Francorum o, lo que es lo mismo, la Rúa do Vilar, la Rúa Nova y la Rúa do Franco; un Fórum o centro de reunión, la actual Praza de Cervantes, y su Preconitorum o Rúa do Preguntoiro. Los arzobispos Diego Gelmírez (s. XII) y Juan Arias (s. XIII) intentaban poner orden al caos del burgo medieval limitando el tamaño de los solares -ocho metros de largo por cuatro de ancho- y la altura de las casas, aunque la mayoría, las del pueblo llano, levantaban una sola planta, dos como mucho.

La muestra inaugura la Casa do Cabido como espacio público
Para entrar en un gremio, había que ser nativo o residir en Compostela

Esta es la ciudad que muestra Compostella Dicitur. A cidade da catedral. Santiago en 1211, la exposición con la que se abre como espacio público la recién restaurada Casa do Cabido, el edificio que fue sede del gobierno del templo y sirve de cierre de la Praza das Praterías por el sur. La muestra, que se abrió ayer al público, organizada por el Consorcio de Santiago y comisariada por Juan Conde, contiene recreaciones virtuales de los primeros años de Compostela, desde el descubrimiento en el siglo IX de una tumba en el monte Libredón, atribuida al Apóstol Santiago y a sus discípulos Teodoro y Atanasio, hasta la configuración de la ciudad como centro de peregrinación, un fenómeno bien consolidado ya en el siglo XIII. La exposición permite observar, además, varios planos históricos de Santiago procedentes del Archivo General de Simancas y del Instituto de Estudos Galegos Padre Sarmiento, en los que se aprecia la ciudad amurallada y las puertas de entrada de mercancías y personas, siete en los tiempos del obispo Cresconio -en el siglo XI-, nueve después. Compostella Dicitur muestra también dos vistas panorámicas más recientes de la ciudad: una, la que hizo el dibujante Pier Maria Baldi en 1669 como miembro del séquito que acompañó a Cosme III de Medici en un viaje de dos años por España y Portugal y otra, una acuarela de Ramón Gil Rey de 1837.

Los visitantes que entraron ayer en la Casa do Cabildo, más una fachada entre la Rúa do Vilar y la de la Raíña que una vivienda propiamente dicha -solo tiene cuatro metros de fondo- se encontraron con un museo en el que se distingue bien el lugar de la antigua chimenea, que se conserva prácticamente intacta. A la apertura de la exposición acudieron turistas, pero también vecinos de Santiago que buscaban con interés en las dos pantallas interactivas las calles, iglesias y fuentes más conocidas y que incluso discutían la recreación de las antiguas iglesias de Santa Susana (la actual, ubicada en la Alameda, es del siglo XVII) y de San Miguel dos Agros, conocida como "de la Cisterna" en el Medievo. En la muestra se pueden ver las reconstrucciones de las 10 iglesias de Santiago que enumera el Códice Calixtino, como la de San Pedro, la de San Miguel, la de San Martiño Pinario o la de la Santísima Trinidad, que también era cementerio de peregrinos.

Cerrados los fastos del octavo centenario de la consagración de la catedral, la exposición de la Casa do Cabido toma como excusa el templo compostelano para glosar el devenir de la ciudad que nace a sus expensas. Uno de los documentos más interesantes de la muestra es una relación de los oficios de la Compostela medieval; como era habitual en la época, cada profesión ocupaba sus calles y, para ejercerla, había que ser nativo de la ciudad o, por lo menos, demostrar la residencia habitual en ella. Entre 1250 y 1350 nacieron prácticamente todas las cofradías gremiales de Santiago, buena parte de ellas vinculadas al fenómeno de la peregrinación. Compostela fue una urbe repleta de cambiadores de monedas; hasta 161 trabajaban en las rúas de la Moeda Vella, de Val de Deus, Mazarelos y Vilar, según los documentos de la época. Alberguistas había 17; zapateros, 66; peleteros, 30; orfebres, 31; mercaderes, 81 y taberneros, 26. Los azabacheros fueron tan numerosos que su presencia dio nombre a la plaza que vigila la fachada norte de la catedral. En la Rúa Nova, uno de las arterias vertebradoras de la ciudad desde sus inicios, consta la existencia de un abogado y, en la Praza de Cervantes, trabajaban físicos y cirujanos.

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El espacio urbano quedó pronto dividido según el estamento social de sus moradores. La burguesía, los mercaderes, cambiadores de moneda, notarios e hidalgos urbanos vivían en Casas Reais, en el entorno de la Praza de Cervantes, en la Rúa da Moeda Vella y en la Algalia. Los clérigos abundaban en la actual Rúa da Conga, muy cerca de la catedral, porque la proximidad al templo funcionaba como un termómetro de la categoría social. Los obreros, sin embargo, ocupaban las calles próximas a los arrabales, las más alejadas de la supuesta tumba de Santiago.

La exposición recoge detalles sobre el origen de ciertas calles, a través de la guía histórica elaborada por Bernardo Barrera sobre la ciudad. "Vertiente occidental del [monte] Almáciga, campo funesto en las guerras del siglo XIV donde los sitiados aplicaban a los prisioneros rebeldes de Santiago cierto género de tormento y muerte, colgándolos a la vista de la ciudad para destilarles la sangre", se explica en un fragmento de la obra, a propósito de la Rúa da Estila.

Vista de Santiago en 1669, de Pier Maria Baldi, realizada durante un viaje de Cosme III de Medici por España y Portugal.
Vista de Santiago en 1669, de Pier Maria Baldi, realizada durante un viaje de Cosme III de Medici por España y Portugal.

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