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Reportaje:

El corredor del reencuentro

A Coruña estrena un monumento en recuerdo a las víctimas de O Portiño

Mientras el Ayuntamiento de A Coruña sigue dándole vueltas a cómo y cuando afrontará el proceso obligado de retirar la simbología de la dictadura que campa a sus anchas en edificios y calles, la ciudad estrenará el sábado un monumento de homenaje a las víctimas de uno de los episodios más sangrientos de la represión franquista, la fuga frustrada en O Portiño en marzo de 1937 de un centenar de jóvenes sindicalistas anarquistas.

Es una iniciativa de la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica que, con ayuda de Vicepresidencia del Gobierno y del propio Ayuntamiento, pretende no sólo recordar a los asesinados, sino también simbolizar "la huida y a la vez el reencuentro de la ciudadanía con su memoria", según el autor de la obra, el escultor Pepe Galán (A Coruña, 1955).

Tras un chivatazo, la Guardía Civil abortó la fuga de 100 anarquistas
La Vicepresidencia y el Ayuntamiento coruñés participan en el homenaje

El único pecado de las víctimas de O Portiño fue pretender huir por mar, hacia la aún republicana Asturias o a Francia, de la brutal represión que los golpistas de 1936 ejercían en una ciudad como A Coruña, donde la CNT, el entonces poderoso sindicato anarquista, contaba, en su sección denominada Despertar Marítimo, con 20.000 afiliados.

El mar era, en esta esquina de una España entonces partida en dos, la única frontera democrática. Se organizaron hasta 20 fugas clandestinas desde la costa coruñesa. Trece fueron exitosas. Pero un chivatazo que ahora se sabe fortuito a la Guardia Civil abortó violentamente el plan en el pequeño muelle de O Portiño, al pie del Monte San Pedro, cuando aquella noche lluviosa del 3 de marzo un centenar de personas estaban a la espera de dos pesqueros libertarios que nunca llegaron.

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Pocos lograron huir de la batida militar, que duró toda la noche, según la investigación del historiador Eliseo Fernández. Unos, en número desconocido, se ahogaron, otros murieron bajo las balas, y 28 jóvenes fueron capturados. Tras un juicio sumario en que se les condenó por rebelión militar, 16 fueron fusilados tres meses después y el resto, encarcelado de por vida.

Aún se sabe poco de lo ocurrido aquel día. Sólo se tiene constancia, de momento, de la identidad de 19 asesinados. Sus nombres y apellidos, grabados y rellenados con plomo, el mismo material que el de las balas que les mataron, son la única marca de la larga pasarela de acero que desde ayer preside este rincón del mar coruñés.

Punto de unión de 20 metros de largo entre una ladera ahora ajardinada del antiguo vertedero de Bens en el Monte San Pedro y del propio océano, el nuevo monumento es un sencillo corredor que mira al mar con ánimo de ser "un espacio de encuentro libre de todos los ciudadanos", explica Galán mientras supervisa los últimos retoques de su obra de mayor tamaño hasta el momento.

Deseoso de cumplir con su compromiso moral contra el franquismo y su deseo de contribuir a "suavizar el sufrimiento de las familias de las víctimas que aún sigue coleando en este país", el escultor procuró hacer un monumento capaz de integrarse con total naturalidad en el agreste paisaje costero de O Portiño.

A la pasarela, sólo le añadió unos peldaños en cada extremo, "símbolo de la huida hacia el monte o hacia el mar", así como dos farolas de tenue luz azul, una de ellas "que parpadea como el latido de un corazón". Pepe Galán habla con satisfacción, muy contento del resultado de su obra, de esta "acera en la que da gusto estar, con la vista pérdida al mar".

El momumento se inaugurará el próximo sábado con un acto en el que la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica volverá a rendir homenaje a todas las víctimas de aquella fuga frustrada de O Portiño en la que se truncaron, hace ahora 71 años, los sueños y hasta la vida de jóvenes coruñeses que sólo buscaban huir para poder vivir en libertad. Después de tantos años de espera, "este homenaje público es una cuestión de justicia", asegura el presidente de la comisión, Manuel Monge.

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