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Los dueños de nueve pazos se resisten a abrirlos al público como manda la ley

Los Sólo tres de estos monumentos históricos artísticos admiten visitas parciales

Los dueños de una decena de pazos de Galicia declarados monumentos históricos artísticos incumplen, algunos desde hace décadas, su obligación de abrir al público sus propiedades cuatro días al mes. Los herederos de Franco no fueron los únicos en recibir en fechas recientes una carta de la Dirección Xeral de Patrimonio apremiándoles a hacer una propuesta para organizar visitas en el pazo de Meirás y sus extensos jardines, el refugio literario de Emilia Pardo Bazán en Sada, pagado con fondos públicos y donado al dictador en plena Guerra Civil.

Los dueños de otras ocho emblemáticas edificaciones seculares también fueron requeridos para que cumplan con el artículo de la Lei de Patrimonio Cultural de Galicia que establece que un bien declarado de interés cultural (BIC) tiene que abrir sus puertas.

Hay doce pazos, todos privados, con la consideración de monumentos históricos artísticos. Sólo tres se pueden visitar parcialmente: están abiertos al público los magníficos jardines del pazo de Oca, en A Estrada (Pontevedra) y del pazo de Santa Cruz de Ribadulla, la propiedad de Alfonso Armada en Vedra, cerca de Santiago, considerados ambos santuarios de camelias. Abierto y accesible a todos, por dentro y por fuera, está también el pazo de Oca-Valladares, que acoge la sede del Liceo de Ourense.

Pero otras joyas de la arquitectura tradicional de Galicia, con cuatro, cinco o incluso más siglos de antigüedad y bajo protección, siguen, al estar en manos privadas, cerradas al público. O sólo se pueden ver y disfrutar si se contrata para un evento social, como una boda o un congreso, como el caso del pazo de San Lourenzo de Trasouto, en Santiago. Sus dueños, los duques de Soma y de Medina de las Torres, descendientes de los condes de Altamira, mantienen para uso privado esta edificación del siglo XIII que fue durante cinco siglos monasterio franciscano, pero desde 1993 alquilan sus dependencias y amplios jardines para eventos.

Ocurre algo parecido con el emblemático pazo de Rial, un antiguo castillo de estilo barroco que, situado entre Vilagarcía y Vilanova de Arousa (Pontevedra), es hoy un hotel de cuatro estrellas. El pazo de la Pastora en Vigo, construido en 1633 y declarado monumento en 1955, también está en manos de una empresa de catering.

Cerrados al público, pese a que deberían abrir parcialmente por ser monumentos del Patrimonio de Galicia, están en la provincia de Pontevedra el pazo de Gondomar, el de Cadaval-Urzáiz y el de Cea, ambos en Nigrán, y el de Vista Alegre, una casa señorial del siglo XVI ubicado en Vilagarcía. Tampoco se puede visitar el pazo Rúa Nova, en Vilanova, del que tomó su nombre Ramón María del Valle Inclán -era de su antepasado Miguel Inclán- y fue fuente de su inspiración literaria. "Propiedad de varios, sufre un deterioro progresivo", reza la página en Internet del organismo turístico de las Rías Baixas. Está muy cerca del pazo do Cuadrante, la casa natal de Valle Inclán que, rehabilitado y gestionado por el Ayuntamiento, es hoy un museo con amplio horario y régimen de visitas.

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Es la primera vez que la Dirección Xeral de Patrimonio, de la Consellería de Cultura, se pone formalmente en contacto con los dueños de estos pazos con el objetivo de abrir negociaciones para establecer un calendario de visitas públicas. Aunque la ley establece que, al ser declarados bienes de interés cultural, deben abrir sus puertas cuatro días al mes, esta obligación no está regulada. Incumplirla sólo supone una infracción leve. Pero en caso de reincidencia -y es el caso de la mayor parte de estos pazos-, la multa administrativa puede elevarse hasta un máximo de 60.000 euros.

De momento, Patrimonio aguarda respuesta de los propietarios de los nueve pazos requeridos, entre ellos el de Meirás, antes de plantearse el siguiente paso, la apertura de un expediente sancionador. Los dueños de la casa natal de Castelao en Rianxo, declarada bien de interés cultural hace apenas un mes, también recibirán en breve carta oficial de Patrimonio para que hagan una propuesta de visitas públicas.

Manifestación ante el castillo de Pambre, en agosto del año pasado, para pedir que el dueño facilite las visitas a las que le obliga la ley.
Manifestación ante el castillo de Pambre, en agosto del año pasado, para pedir que el dueño facilite las visitas a las que le obliga la ley.P. AGRELO

Policía específica

Bajo la denominación de Épica, en enero empezó a actuar una brigada de la policía autonómica especializada en preservar y combatir los delitos contra el patrimonio cultural y el urbanismo. Son 13 agentes, repartidos entre Santiago, A Coruña, Pontevedra, Lugo, Ourense y Vigo, y cuentan con formación específica para controlar y velar por la conservación monumental.

En Galicia, hay unos 600 conjuntos, inmuebles o vestigios arqueológicos, declarados bienes de interés cultural. "Hay mucha dejación y esto es un campo desierto en el que hasta ahora se había trabajado muy poco", explica el responsable de esta unidad especial, Antonio Riádigos. Los policías intervienen a requerimiento de las consellerías de Política Territorial y de Cultura o de oficio. Por ejemplo, se preocupan de que los expertos de Patrimonio analicen y determinen la importancia de un yacimiento descubierto al hacerse una obra. Muchas infracciones se comenten por negligencia o por picardía para evitar que la aparición de restos históricos paralicen una construcción.

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