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Un ex alcalde del PP contrató con ayuntamientos afines desde prisión

La constructora del ex regidor de Os Blancos realizó obras en Xinzo y Baltar

El ex alcalde de Os Blancos, José Antonio Rodríguez Ferreiro, ingresó en la cárcel ourensana de Pereiro de Aguiar en julio de 2009. Ni Dios ni la Virgen ni Baltar -su trilogía benefactora- pudieron hacer nada por impedirlo. Rodríguez Ferreiro se había llevado más de 200.000 euros de las arcas municipales y el Tribunal Supremo ratificó para él una condena de cinco años y tres meses por un delito de malversación. Pero apenas traspasaba el umbral de la prisión, ayuntamientos ourensanos del PP concedían obra pública a su constructora, manteniendo activos su negocio y sus ingresos.

El ex alcalde de Os Blancos ha sido durante décadas uno de los principales adalides políticos de José Luis Baltar en la comarca de A Limia. Rodríguez Ferreiro agradeció confianza y cargos al entonces presidente provincial del PP levantándole un busto en la plaza principal del pueblo y poniendo su nombre a la calle central y al edificio multiusos del pequeño municipio. Mientras él loaba de tal manera a su benefactor, éste le compensaba políticamente con inversiones en el municipio. Y en los mejores tiempos de la relación, la mujer del ex alcalde consiguió un empleo en la Diputación.

Ferreiro fue un experto conseguidor de votos para el Partido Popular
Tras enemistarse con el protegido de Baltar, dejó de salir de la cárcel a diario

Ni siquiera la condena judicial cambió el tercio: Ferreiro quedó inhabilitado para ejercer la política pero, desde la sombra, continuó fraguando apoyos en la comarca para Baltar. Y mientras tanto, y pese a la pena de cárcel, su empresa mantuvo la contratación de obra pública.

Dos ayuntamientos de la comarca de A Limia la mantuvieron a flote: el de Xinzo, presidido por el ahora dimisionario Isaac Vila, y el de Baltar, presidido por el también ex alcalde de Xinzo (durante el periodo en que Vila estuvo inhabilitado por la justicia), el representante de Coalición Galega que gobernó con el apoyo de PSdeG y BNG, José Antonio Feijóo Alonso.

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Con la condena en firme y mientras ponía un pie en la cárcel, Rodríguez Ferreiro conseguía que su constructora se hiciera con la adjudicación de la obra de las pistas polideportivas del exterior de las piscinas municipales de Xinzo de Limia, y con el pabellón polideportivo de Baltar. En este caso, la empresa del ex alcalde malversador acabó subcontratando la obra.

El regidor de Baltar, José Antonio Feijóo, y Rodríguez Ferreiro forjaron durante años un sólido equipo político, no exento de lazos empresariales, junto al también baltarista Antonio Pérez, proclamado el lunes pasado alcalde de Xinzo en sustitución de Isaac Vila. Los tres sentaron las bases del pilar del baltarismo en la comarca de A Limia.

Feijóo Alonso y Antonio Pérez mantienen una estrecha amistad desde hace años. Y este último, desde su gestoría, se hizo cargo de los negocios de su ex colega Rodríguez Ferreiro durante su estancia en la cárcel. Ferreiro es un experto conseguidor de votos para el PP de Baltar. En las municipales de 2007 censó en su domicilio a 85 personas. El hecho resultó tan llamativo que el INE inició una investigación.

El mes pasado, en un momento clave para el baltarismo de A Limia, con el PP de Xinzo dividido -hasta el punto de poner en peligro el lunes pasado la elección de Pérez, el hombre de confianza de los Baltar-, Ferreiro obtuvo el tercer grado. El juez decidió que, pese a no haber cumplido más que un año de los cinco años y seis meses de condena, el preso podía disfrutar del privilegio de acudir a la cárcel sólo a dormir y de pasar fuera largos fines de semana que se iniciaban en la mañana del viernes y finalizaban los lunes por la tarde.

Todo indicaba que, una vez en la calle, Ferreiro volvería a trabajar para velar por los intereses políticos de los Baltar. Pero el ex regidor malversador pasó antes por la asesoría de su amigo y candidato a la alcaldía de Xinzo y, pese a las contrataciones de obra que consiguió, se disgustó con la forma en que éste había manejado sus negocios. Molesto, Ferreiro empezó a ponerle trabas al protegido de Baltar. Unos días después, el preso dejó de salir a diario de la cárcel -los funcionarios le encontraron una botella de licor, un móvil y algún dinero, elementos prohibidos para los internos-. Y, prácticamente al mismo tiempo, su mujer perdió el empleo en la Diputación. Con Ferreiro de nuevo entre rejas, Baltar logró, sólo gracias a la abstención de un tránsfuga del PSOE, la proclamación de su hombre de confianza como alcalde de Xinzo.

Beneficio penitenciario sorprendente

El preso José Antonio Rodríguez Ferreiro "no sale". Así consta en un acta de la prisión ourensana de Pereiro de Aguiar fechada el pasado día 7, cuatro antes de la proclamación del baltarista Antonio Pérez, el gestor de sus empresas con el que acabó enfadado, como alcalde de Xinzo de Limia.

El jefe de servicios del módulo de la cárcel firmó un acta en el que detalla que al acudir aquel día a pernoctar a la cárcel, el ex alcalde de Os Blancos, al detectar que había un control, "metió una bolsa por la ventana de su celda". Cuando los funcionarios le pidieron que mostrara el contenido, Ferreiro se cavó su tumba penitenciaria. Llevaba en ella "ocho botellas de cerveza con alcohol de 33 centilitros, una botella de vidrio de tres cuartos con un tapón de corcho conteniendo una sustancia con fuerte olor a alcohol que supuestamente es licor". También le intervinieron un móvil y 1.005 euros. Fuentes de la prisión sostienen que en ese mismo momento se tramitó un expediente por infracción grave al tiempo que se enviaba a Instituciones Penitenciarias la petición del retorno al segundo grado.

Rodríguez Ferreiro consiguió en agosto el tercer grado, a través del juez de vigilancia penitenciaria, contra todo pronóstico. El ex regidor no sólo no había cumplido más que un año de cárcel, sino que tampoco había devuelto a Os Blancos los más de 200.000 euros que sustrajo en 1997. La ley señala como requisito general para lograr el tercer grado el abono de la responsabilidad civil. El reglamento penitenciario establece que, aunque hay excepciones, el tercer grado se concede cuando se cumple una cuarta parte de la condena.

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