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Las filologías pierden la carrera

La adaptación de las titulaciones universitarias al nuevo marco europeo obliga a cambiar la estructura de algunos estudios lingüísticos y literarios

En la orla de Milagros hay más profesores que alumnos. Ella es una de las tres chicas que este año se licencian en filología románica en la Universidad de Santiago (USC). Consciente de que iba a cursar una titulación minoritaria, tenía clara su vocación desde pequeña: "Siempre he querido ser profesora y adoro la Edad Media, es mi mundo ideal". Esta viguesa de 24 años está estudiando además filología clásica e italiana. Tres titulaciones que pronto dejarán de ser lo que eran. La adaptación de las carreras al futuro espacio europeo obliga a reestructurar el contenido de las 14 filologías que se estudian en España. Las universidades ultiman sus propuestas.

Milagros ha estudiado una carrera que, en breve, se convertirá en un itinerario. La intención de la Facultad de Filología de la Universidad de Santiago es "mantener la oferta actual de estudios, aunque agrupando algunos de ellos bajo el paraguas de una titulación común", explica su decano, Ernesto Xosé González Seoane. El paraguas se llamará Lenguas y Literaturas Modernas e incluirá las filologías de lenguas extranjeras con menos demanda y la de románicas, como un itinerario de especialidad. "Es un poco absurdo, pero la otra alternativa era que la carrera desapareciera". "Todavía hay quien cree que lo que hacemos no es formativo", se queja Mercedes Brea, catedrática de Filología Románica en la USC. A ella, que forma parte del comité que está diseñando el nuevo plan de estudios, la propuesta de la Universidad de Santiago le parece "la menos mala". Cinco titulaciones, pero no cinco filologías: inglés, español, gallego, clásicas, y Lenguas y Literaturas Modernas. "Las filologías no desaparecen, pero puede que pierdan visibilidad", explica González Seoane. Brea reconoce que los cambios pueden provocar que se reduzca el número de alumnos, pero confía en la "capacidad de búsqueda de información de la gente joven más allá de la etiqueta que se ve a primera vista". Milagros es más pesimista: "Románicas no pinta nada. Las filologías van a estar tapadas y se va a perder el interés por la cultura". Todo lo contrario de lo que piensa una de sus compañeras de orla. Laura, madrileña de 23 años que estudió románicas porque "le parece la filología verdadera", recuerda que actualmente los estudiantes de esta titulación comparten asignaturas con alumnos de otras carreras, por lo que no cree que el cambio de estructura sea tan traumático y, ni mucho menos, "el fin de la romanística". Milagros, sin embargo, considera "ridícula" la carga lectiva de la nueva titulación y desconfía de que los que ahora la estudien aprendan tanto como ella. Mercedes Brea le da la razón y advierte que el profesorado "tendrá que esforzarse en transmitir los conocimientos básicos".

La reorganización, eso sí, permitirá a los alumnos estudiar más lenguas. "Cualquier estudiante de filología podrá optar por un itinerario monolingüe o combinar la lengua principal con otra, y eso abre muchas puertas", explica el decano de la USC. A más idiomas, más salidas profesionales. La mayoría de licenciados en filología terminan dando clase en centros de secundaria. Por eso, su futuro depende, en parte, de la oferta de lenguas extranjeras de los institutos. La Consellería de Educación ha dado un paso adelante en ese sentido incluyendo el francés como segunda lengua foránea. "Estos estímulos", explica González Seoane, "aumentan la demanda de estas titulaciones".

Milagros lo tiene claro. Quiere ser profesora de secundaria, pero antes, doctorarse. Laura también, aunque ella prefiere enseñar a adultos. "Mi sueño es lo clásico. Compaginar la docencia con la investigación". Sabe que es difícil entrar en la universidad porque hay pocas plazas, pero ella no se rinde. "Tengo confianza en el futuro, nadie lo tiene fácil hoy en día". En junio, las dos serán licenciadas en filología románica. Aunque ambas reconocen que no tienen "un futuro fácil", no se arrepienten de su elección. Si volvieran a tener 18 años escogerían la misma carrera, "sin duda".

Pocos alumnos

Hacer los títulos más flexibles, transversales y homologables en la Unión Europea. Ese es uno de los objetivos de la comisión del Consejo de Universidades a la hora de realizar la propuesta organizativa de las filologías. Un reto que se logrará, especialmente, con el grado en Lenguas Modernas, esa nueva titulación que agrupará algunas filologías, hasta ahora autónomas.

Otro de los objetivos de la comisión es promover que un mayor número de alumnos estudien lenguas que sólo tiende a escoger una minoría cuando se ofrecen solas. Algunas de las filologías que se imparten actualmente cuentan con muy pocos estudiantes. Este año, en la Universidad de Santiago sólo hay dos matriculados en filología italiana, 13 en románicas, y 14 en alemana y portuguesa. La facultad de Filología de Vigo, donde estudian 333 personas, seguirá un esquema de adaptación a Europa parecido al de la USC. Filología Gallega (57 matriculados este año) y Filología Hispánica (107) se fusionarán en un grado en Estudios de Gallego y Español, mientras que Filología Inglesa (169) se transformará en un grado en Lenguas Extranjeras. En A Coruña, los 404 matriculados en Filología seguirán cursando Inglesa, Hispánica y Gallega, aunque con asignaturas comunes durante los dos primeros años.

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