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Entrevista:LUNES AL SOL

El hombre que hizo soñar a media Galicia

Arsenio Iglesias dice que a veces prefiere las películas de indios antes que el fútbol, y que no sabe qué pasará con la Selección Gallega

"Por mí casi no lo hacemos... Si yo no tengo nada que decir, hombre". Ya lo dijo por teléfono, y ahora lo repite nada más sentarse en una terraza, justo al pie de su casa. Arsenio Iglesias (Arteixo, 1930), el recordado entrenador del Superdepor, retirado profesionalmente desde que dejó el banquillo del Real Madrid en 1996, asegura además que no hace "nada". "Solo termar de los nietos, llevarlos al colegio, traerlos del colegio...". "Bueno, está también lo del Indoor", considera. Lo del Indoor es la Liga de veteranos. El pasado año, de nuevo a sus órdenes, Fran, José Ramón, Manjarín y Djalminha, entre otros, el Depor fue campeón de la Liga y la Copa, "pero esta temporada perdimos un poco de garra". Los demás espabilaron, claro. "Más bien es que llega una edad en la que los pasos para atrás son grandes".

"Paso por aquí a horas normales. Nunca vi negociando a Lendoiro"
"Los jugadores de fútbol no son tan tontos como a veces parece que son"

"Arsenio, ¿vas a los toros?", le pregunta un chaval discapacitado psíquico que lo ronda desde que entró en el bar. "No, no. Yo ya soy un toro sin fuerzas, je, je". Arsenio Iglesias tiene los años que tiene, pero puede aparentar unos diez menos. Quizás, entre otras cosas, porque antes del pastoreo de nietos, por las mañanas, "pero no todos los días", corre una hora, y no precisamente por el cómodo Paseo Marítimo, sino por el monte de Santa Margarita, "aunque buscando las chanceiras". Lo mismo, salvar las pendientes y rodear los obstáculos, sigue haciendo en las entrevistas.

-¿El fútbol actual está un poco desmadrado, o siempre fue así?

-El fútbol siempre estuvo algo fuera de sitio, quizás se le dio una importancia que tenía, o no tenía, pero lo de ahora es una locura. Si me preguntas por lo del Madrid, está claro que hicieron un grandísimo equipo, compraron lo más florido. Ellos se defienden diciendo que va a ser rentable, con lo de vender camisetas [hace un gesto escéptico y cómplice], aunque si funcionará o no, ya se verá.

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-Usted ya tuvo experiencia en tener que gobernar a un vestuario florido en el Bernabeu.

-No tiene nada que ver. Lo de ahora fue un escopetazo. No fue fichar a Zidane, sino a los mejores que estaban a tiro. Se habla del vestuario, y en ocasiones se habla más fuera que dentro de él, porque el rumor vende. Los jugadores no son tan tontos como a veces parece que son, y supongo que son profesionales que saben lo que hacen. Lo importante es que no haya muchos, de hecho ya están limpiando, porque 30 tipos se pueden convertir en un problema terrible, tanto como una plantilla retorcida.

-¿Hay plantillas retorcidas?

-El carácter de la gente no es todo igual, claro. Yo tuve bastante suerte, no tengo mucha queja. Lo importante es estar metido en el medio, sin estorbar, para que las cosas no se te vayan de las manos, porque si se van, luego tener que doblarlas es muy difícil.

-¿Y cómo se lleva eso de estar en el punto de mira?

-Que te persigan no es bueno, pero yo estuve en equipos tranquilos. En el Burgos, en el Hércules, en el Zaragoza... Yo siempre preferí estar tranquilo, o tranquilizar, y soportar lo que tenía que soportar en vez de decir nada.

-Pero el del Depor fue un momento excitante...

-Tranquilo no estás nunca, hombre. Hubo momentos difíciles, porque al equipo se le exigía como si fuese un grande, y si no era así, la gente protestaba. Y yo supongo que, a veces, ser de la casa aquí no ayuda.

No mucho, al menos en su caso. Salió del club por la puerta de atrás y ahora no tiene ninguna relación con él, igual que muchos de los jugadores que dirigió, hasta el punto de que el equipo de veteranos tuvo que conseguir las camisetas por su cuenta. En cierta forma, constituyen algo parecido a un grupo de exiliados, que se reúnen y juegan más de lo que parece. Hace pocos días en Betanzos, y antes en Ribeira. Arsenio se levanta para escenificar un penalti que tiró allí Djalminha. Se fue hacia el portero, amagó la patada y dio una vuelta completa sobre sí mismo antes de chutar, con el portero ya vencido. En la pequeña plaza donde el ex entrenador deportivista vive y ahora mismo imita al brasileño, está el restaurante que sirve de tradicional escenario de las interminables negociaciones del presidente del club, Augusto César Lendoiro. "Nunca me coincidió ver ninguna. Paso mucho por aquí, pero a horas normales".

-¿Cómo ve ahora al Deportivo?

-Éste fue siempre un club cumplidor, independientemente de cómo fuese en materia deportiva. Y ahora lees cosas, juicios... Hubo un momento en que las cosas se hicieron con talento, se ficharon jugadores que parecían de segundo pelo y que dieron un rendimiento excelente, y en función de eso se pudieron hacer fichajes en calidad y cantidad. Casi en demasiada cantidad, porque estaba claro que la mayoría no iban a jugar, y quizás ahora estemos pagando esos excesos. De todas formas, hace dos años hubo un momento malísimo, y sin embargo el pasado hizo una gran campaña. Creo que se irá manteniendo ahí, de manera más o menos coherente, pero no podemos andar con bromas, claro.

-¿Suele ir a Riazor?

-No voy mucho, no.

-¿Cuándo fue la última vez?

-La verdad es que hace bastante. Vas perdiendo el gusto de estar allí, me trae demasiados recuerdos, y a mí nunca me gustaron las aglomeraciones. Ya sabes: si es por la tarde, por la siesta y, si es por la noche, porque hace frío...

-Pero sigue el fútbol por televisión...

-Más o menos, no con mucha insistencia. Son tantos años que, aunque estés pendiente... Si echan una buena película de indios ya no sé qué veo mejor.

Sí ve el suficiente fútbol como para admirar el juego del Barcelona, "exquisito, de una precisión que da gusto", o el del Manchester, "con mucho toque y mucha velocidad, le acabo de ver un partido creo que contra el Valencia, aunque estaban de rebajas. Si un equipo no tiene jugadores de calidad, puedes juntarlos, ayudarlos más o menos, eso que se llama orden, pero si no hay quien tire..."

-Pues usted y Fernando Vázquez hicieron de la Selección Gallega un equipo bastante bien apañado, sin tener grandes figuras.

-Es que, según antes no había una unidad de criterio, ahora hay mucha comunicación, y los futbolistas conocen cómo hay que jugar. Lo de la Selección Gallega fue una alegría muy grande, y todos nos sentimos muy ilusionados.

-¿Le llamaron para otros partidos, o sabe si continuará la Selección?

-De momento no tengo constancia de nada [repite el gesto escéptico/cómplice]. Non che sei.

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