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Columna
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Un liberal en el mejor sentido

Xosé Luis Franco Grande va a ser homenajeado con el nombramiento de Fillo Predilecto por su pueblo de Tomiño, que es esa clase de distinción que supone que en tu propio pueblo ya apenas quedan gentes que te miran con malos ojos y todo el mundo está dispuesto a considerarte. Un triunfo casi inalcanzable. Hacen bien los de Tomiño, y demuestran con ello una rara sensibilidad a la cultura y a Galicia. A mitad de camino entre los 70 y los 80 (1936), tiene esa edad de la generación de posguerra, la que empezó a levantar cabeza literaria y hasta política (o ambas cosas juntas, que era muy frecuente) a finales de cincuenta y principios de los sesenta. Era la generación anterior a la mía, la misma de Beiras, Ferrín, Casares, López Casanova, Mourullo, Novoneyra....

Franco Grande va a recibir el homenaje de sus vecinos de Tomiño como Fillo Predilecto

Ya a finales de los sesenta, cuando yo era mozo y poeta y empezaba a alcanzar el uso de razón (yo nací en 1946 y había enviado años antes mi primer libro a Galaxia con el título de A Balrovento, nunca recuperado), pero también activista político, encontré por alguna mesa de casa, en Santiago, un libro de poemas de Xosé Luis Franco Grande, Entre o sí e o non, que me llamó la atención por la inmensa carga subjetiva y metafísica que llevaba en unos tiempos más dados al compromiso político-literario que a las angustias personales. Era un libro excelente y distinto. Creo que respondía de algún modo al existencialismo universitario que en Compostela tuvo cierta vigencia hasta aquellos años previos a la revolución, digamos. Un existencialismo tardío pero muy interesante contra el fondo de la épica política que predominaba.

Después no volví a oír hablar de aquel libro, quizá porque las influencias técnicas y temáticas en la escasa crítica de entonces iban por otro lado. El título recordaba a un juguete poético de Cunqueiro (Poemas do si e non), ilustrado por Seoane, y que su autor definió como surrealista. Nada más lejano a Franco Grande, que intentaba hablar claro en la selva de significados y angustias que componen su peregrinación al interior de si mismo. La poesía nunca es fácil, y hace mucho que dejó de ser popular. La crítica tampoco es sencilla y los críticos realmente especializados y conocedores escasean. Los libros pasan y la historia poética se construye muy al día. Quizá haya que ponerse a releer a Franco Grande, ya reeditado, y disfrutar de su palabra.

Franco Grande se define como liberal, y en su hermoso libro A ilusión da esperanza, en la línea de sus memorias (Os anos escuros), buscando lo que él llama una Galicia con sentido (y añade: "No importa que no la hayamos encontrado: se trata de hacer el camino") se encuentra a si mismo en esa palabra "liberal" junto a su buen amigo y tocayo Xosé Luis Méndez Ferrín, amigo de buena amistad pese a las diferencias ideológicas. Con ambos podríamos revivir aquellos diálogos al límite entre antifranquistas y galleguistas de diversa condición. Así eran las cosas entonces.

Un liberal es cosa rara, pues hoy llevan ese adjetivo gentes que nada tienen de liberales en ningún sentido de uso de la palabra, y mucho menos en el sentido de Adam Smith. Y eso, lamentablemente, no es lo de menos: forma parte de la destrucción de significados que ciertas gentes realizan antes de destruir las cosas.

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En nombre de la Galicia creadora y combatiente por una cultura y una lengua, entre otras cosas, un recuerdo sentido para Franco Grande y para el ejemplar pueblo de Tomiño. Ahí nos vemos el 14 de enero.

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