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Entrevista:FERREIRA GULLAR | Poeta brasileño

"La literatura existe porque la vida no basta"

Ferreira Gullar (São Luís, Maranhão, 1930) es un poeta que procede por epifanías. El momento decisivo provoca el poema. "El otro día abrí mi diccionario en casa y salió una araña", relata, "un encuentro extraordinario con alguien que vive en mi casa dentro de mi libro".

"No me gusta el pasado; o fue bueno y recordarlo duele, o fue malo y recordarlo hace llorar; por eso la poesía es el presente"
"Escribí 'Poema sujo' como si se tratase del último poema de mi vida, en el exilio argentino, en un clima amenazador"

A partir del detalle mínimo, realiza el texto. Según Gullar, "los sonidos, los recuerdos, cosas insondables que hablan en el poema". El nuevo libro de este hombre militante y que hoy es crítico por la izquierda con Lula da Silva -"no voté a Lula, que no piensa pero tiene carisma, ni a su partido de católicos de izquierda y de los ex lucha armada"- se titulará Em alguma parte alguma. "A mi edad estoy felizmente desaprendiendo a escribir", confiesa. Ferreira Gullar ofreció el pasado martes una conferencia en la Universidad de Santiago de Compostela.

Pregunta. A ningún poeta le gusta que le pidan explicaciones por cada verso, pero, ¿"la poesía es el presente"?

Respuesta. No me gusta el pasado ni me gusta el futuro. El pasado, o fue bueno y recordarlo duele, o fue malo y recordarlo hace llorar. Por eso la poesía es el presente.

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P. Usted escribe una poesía atea, materialista...

R. Infelizmente, porque no es bueno no creer. Las personas inventamos a Dios por necesidad y la alternativa está entre Dios y el albedrío. Dios es la providencia y el albedrío es la bala perdida. La mayoría prefiere, sabiamente, ser dirigido, gobernado por Dios. No es en absoluto mi caso.

P. Y militantemente urbana.

R. Nací en una pequeña ciudad del nordeste, en São Luís, Maranhão, y viví algún tiempo en el interior, pero en la naturaleza no me siento bien. Cuando estaba en la clandestinidad, moré en una hacienda fuera de Rio de Janeiro, y cuando salía por las mañanas, aquella naturaleza asustadora, misteriosas, solitaria... Prefiero gente.

P. Participó en el movimiento de vanguardia neoconcreto. En poesía, ¿existen límites para la experimentación en poesía?

R. Mi primer libro, A luta corporal (1954), termina con la implosión del lenguaje. Pero no escribí aquello para hacer vanguardia, sino como llegada de un camino que me llevó allí. Quería encontrar un lenguaje esencial y escribir como si el lenguaje naciese con el poema. Porque la experiencia nueva del presente está contaminada por el lenguaje viejo y yo no quería que el lenguaje precediese al poema.

P. Y llega a un punto de no retorno.

R. Sólo quería escribir un poema que significase un paso adelante en esa dirección. Lo que creé fue un callejón sin salida, porque para que el lenguaje coincidiese con el poema, tuve que inventar un lenguaje. Perdí la perspectiva, no iba a escribir más, y ahí aparecieron los concretistas, que leyeran A luta corporal y me requerían para crear una nueva poesía.

P. Pero hubo ruptura entre usted y los vanguardistas...

R. Creamos el movimiento neoconcreto y, para la exposición inaugural, yo escribí el manifiesto de donde salió el nombre. Pero armé el manifiesto a partir de las obras ya hechas, no adelanté nada. Únicamente estimulé un salto. Porque la vanguardia se caracteriza por anunciar cosas que no hace, que no suceden. Luego empecé a realizar poemas-objetos que me trasladaron a hacer un poema ya sin palabras, que era un signo de interrogación. Claro, ahí llegué al límite.

P. ¿Cuál fue su reacción?

R. Antes de A luta corporal, andaba con mis amigos por los bares, por la noche adentro y leíamos mucho a los surrealistas, a Artaud, adorábamos a Van Gogh. Pero siempre le dije a mis amigos que no pensaba cortarme una oreja. Y continúo con las dos orejas. Abandoné la vanguardia y me envolví en un Centro Popular de Cultura, en un periodo de efervescencia política de Brasil, 1962 o 1963, a escribir poemas de cordel y a luchar por la reforma agraria y por los cambios estructurales en el país.

P. ¿Usaba la literatura como arma política?

R. No era literatura. No se puede pretender que el panfleto sea literatura, porque ni haces la revolución ni haces literatura. La literatura de calidad ya cumple un en sí misma una función social, crea un mundo imaginario. La literatura existe porque la vida no basta. A pesar existen las galaxias y el sistema solar y el planeta tierra, Van Gogh pinta La noche estrellada y amplía nuestro conocimiento del mundo. Y eso que no tengo nada que ver con el cosmos, que es algo demasiado grande para mí.

P. ¿Cómo escribió Poema sujo

[el mítico libro-poema de Gullar publicado en 1976]?

R. Me encontraba en el exilio en Buenos Aires y mi pasaporte estaba cancelado por la embajada brasileña. En aquel periodo las policías de los países latinoamericanos funcionaban juntas. El clima era amenazador y yo no podía salir del país y, aunque pudiera, los países fronterizos eran dictaduras -Uruguay, Paraguay, Bolivia...-. Era el último poema de mi vida, un proyecto in extremis.

P. Hay verdad en el Poema sujo...

R. Este poema es una verdad y un presente. Aunque también aparece el pasado porque está vivo. No se trata de nostalgia pero sí de un rescate de lo que fue vivido. Cuando comencé el poema, sabía que iba a escribir un poema largo, a pesar de que nunca lo había intentado, y también el título, que siempre pongo al final. No es nada divino, pero sí se trata de misterios. Quedé inmerso en el Poema sujo durante meses, trabajando y escribiendo con una enorme facilidad muy rara en mí.

P. ¿Cómo se vuelve a enfrentar a la escritura después de una experiencia tan extrema?

R. Felizmente. Porque, por fortuna, Poema sujo no fue el último poema de mi vida. Regresé al Brasil y a pesar de ser recibido por la policía, pude volver a trabajar allí, en mi país.

P. El idioma, en su obra, avanza cronológicamente hacia una mayor claridad...

R. Ahora mismo, en los poemas que estoy escribiendo y que formarán parte de mi próximo libro, Em alguma parte alguma, intento entrar en el desorden, busco cómo conseguir la claridad en el desorden. Quiero que el poema se entienda y, al mismo tiempo, sea complejo, tenga misterio, llegue a lo no dicho. Y hablo de mí, porque cada poeta inventa un camino y no pretendo dictar nada a nadie.

P. 53 años después de su primer libro, ¿qué ha cambiado a la hora de escribir?

R. Antiguamente construía todo en mi cabeza y cuando me ponía delante del papel, lo que escribía apenas se modificaba. Hoy escribo el poema quince veces, veinte veces. Escribo solicitado, no decido, me encuentro sujeto a la fascinación. Me preguntan si soy Ferreira Gullar y contesto "a veces". Desaprendo, cada día que pasa sé menos sobre cómo escribir.

Gullar durante su conferencia en la Universidad de Santiago.
Gullar durante su conferencia en la Universidad de Santiago.A. IGLESIAS

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