La memoria rebelde de Ferrol
Líderes sindicales como Toxo evocan en un libro los años más duros de su lucha
Ejemplares de Mundo Obrero y libros prohibidos se intercambiaban en los astilleros de Astano de Fene durante la dictadura. Los mercantes que arribaban a Ferrol traían literatura que no se encontraba entonces en España y ejemplares de alguna revista cubana con siete meses de atraso que ayudaban a alimentar el movimiento obrero en Ferrol. Hace casi 39 años que la policía franquista asesinó a los trabajadores de Bazán Daniel Niebla y Amador Rey un 10 de marzo -en su recuerdo se celebra cada año el Día da Clase Obreira Galega-, durante una manifestación en la que estaban gran parte de los líderes del movimiento obrero en Ferrol. El libro Biografías obreiras de Ferrol recuerda cómo se vivía en la clandestinidad y a la sombra de los astilleros.
De allí salió también el secretario general de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, que presentó ayer el libro editado por la Fundación 10 de marzo, que depende del sindicato. El ambiente en los astilleros lo explica bien Toxo: "Me hice comunista sin saber ni que había vivido Marx, ni que Lenin había sido el fundador de la Unión Soviética, ni que había Partido Comunista en España, ni nada; prácticamente sin ninguna referencia". Su primera acción, recuerda, fue pintar en la puerta de Bazán "Viva Asturias, la Roja" en apoyo a los mineros de Hunosa. Él era entonces de los más jóvenes de los astilleros que comenzaban a revolucionarse en la escuela de aprendices y lanzaban pintura a la estatua ecuestre de Franco en la plaza de España.
Con 18 años pisó la cárcel por primera vez, pero no era novato en detenciones. Rafael Pillado lo montó un coche camino a Pontedeume la primera ocasión en que la policía fue a por él. Lo escondió un profesor de instituto llamado Vicente Álvarez Areces, ahora presidente de Asturias. Rafael Pillado, elegido líder del Partido Comunista en Galicia en 1979, es la voz del comité ciudadano que rechaza la planta de gas de Reganosa en la ría de Ferrol. En marzo del 1972, Pillado y Julio Aneiros -que en el 1945 organizó las primeras estructuras del PCE en los astilleros- llevaban tres meses en prisión y, recién puestos en libertad, se sumaron a sus compañeros. La bala que le atravesó el pecho a Aneiros casi hace que no lo cuente. El entierro de Amador y Daniel lo ofició Antón Martínez Aneiros, un cura muy implicado en el movimiento obrero y que dejó la Iglesia para convertirse, muchos años después, en alcalde de Narón. Una de las concejalas, pero del PC, era Rosario Alabau, hoy edil en Ferrol por Izquierda Unida con Yolanda Díaz, hija del sindicalista Xesús Díaz. Alabau es una de los dos únicas mujeres cuyas biografías recoge en libro, junto a Dolores Montero, pionera en la organización sindical dentro del sector textil.
Las relaciones entre los obreros se entrecruzan en la ciudad y también en el exilio. En París, muchos de ellos coincidieron con La Pasionaria o Santiago Carrillo. En Francia se exilió, incluso antes de comprometerse políticamente, Fernando Miramontes. En el paraíso vecino comenzó su militancia real y ascendió rápidamente en el PC. Sin embargo, decidió volver a Ferrol y allí entró en contacto con los líderes de los astilleros. En el 72 era el secretario del PC en Galicia.
Ese año lo detuvieron ocho veces y las torturas casi lo llevan a la muerte. Las presiones de la policía a Juan Loureda, muy activo en la guerrilla, lo animaron a construir un zulo en su casa de Mugardos en el que se escondieron muchos maquis y fichados por las autoridades. Incluso construyeron un túnel que cruzaba bajo la carretera para escapar. Fue detenido y pasó seis años en una cárcel de Burgos. Del paseo le salvó un teniente coronel vecino de Mugardos, el mismo al que él evitó que asesinaran los maquis. La rebelión obrera continuó a comienzos de los ochenta con la primera reconversión.

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