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Reportaje:OURENSE | Conflicto sobre el idioma escolar

Siete niños y ningún profesor en Toén

Cinco niños (tres de ellos hermanos) pasaron la mitad de la jornada de la mañana agrupados en un puñado de mesas en un aula del colegio público de Primaria de Toén (1.600 habitantes). Un poco antes del mediodía se incorporaron dos hermanos más a la escueta plantilla de alumnado. Su abuela se los entregó a la directora, Saladina Álvarez —de huelga como la totalidad del profesorado, pero a cargo de los servicios mínimos—, disculpándose: "Me los dejaron sus padres por la mañana, pero ahora tengo trabajo".

El centro escolar de Toén está en lo alto del pueblo, en pleno monte. La mayor parte de sus 67 alumnos proceden de núcleos rurales del municipio que está formado por 41 núcleos de población agrupados en ocho parroquias. Ayer no se oía un susurro, ni siquiera en el aula en la que el reducido número de niños hacía sus deberes.

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Los siete alumnos que asistieron a clases —uno de 3 años, otro de 4, uno de segundo de Primaria, otro de cuarto curso y dos de tercer ciclo— pasaron las horas leyendo, en la sala de informática y en el patio. Ni siquiera se quedaron todos al comedor pese a que los siete son transportados y tienen derecho a ese servicio. Algunos padres los recogieron antes de comer.

Los niños de Toén hablan en gallego aunque "desde luego, no tienen ningún problema con el castellano: lo dominan", señala la directora del colegio alertando de que a medida que van cumpliendo años "se van pasando al castellano" pese a que en sus casas sigan usando su lengua materna.

Sobre la cerrada ventanilla de información al público colgaba el cartel de "Paremos o decretazo". Saladina Álvarez sostiene que en este centro cada uno de los niños se ha dirigido siempre a profesores y compañeros "libremente en el idioma que ha querido", gallego o castellano. En su opinión, la lengua que está en riesgo "es el gallego".

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Ayer, padres y profesores secundaron prácticamente al 100% la jornada de huelga "pese a las dificultades" para hacerse cargo de los niños. "La mayoría somos trabajadores y no tenemos con quien dejarlos", justifica una de las madres, que entiende que "es primordial" luchar por la defensa del propio idioma.

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