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La nueva Universidad aprueba pero no entusiasma

El alumnado se organiza mejor, aunque pierde independencia

A punto de empezar una clase de Arte Grega, una chica advierte a su compañero. "Hoy vuelve a preguntar". El comentario, que sería banal entre estudiantes de primaria, refleja el cambio que poco a poco se fragua en la Universidad. El Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) se consolida y, con él, las clases interactivas en buena parte de las titulaciones de los campus gallegos. El nombre puede sorprender, pero en la práctica no se trata de otra cosa que de reducir el tamaño de los grupos a unas 20 personas y reforzar la aplicación de la teoría. "Las clases interactivas dependen del profesor. Algunos nos exigen un trabajo; otros proponen debates o nos hacen preguntas sobre sesiones anteriores", cuenta Guillerme Méndez, alumno del primer año del grado de Historia del Arte. Como él, miles de universitarios gallegos serán evaluados este año bajo los baremos de Bolonia: más participación, mucha práctica y la asistencia, clave si se quiere tener derecho a evaluación continua o incluso a aprobar.

En Belas Artes, grado y licenciatura comparten las mismas aulas

No son los primeros alumnos de grado -el curso anterior ya se adaptaron algunas titulaciones, como Matemáticas en Santiago o Belas Artes en Pontevedra-, pero sí serán la primera promoción numerosa formada en la era Bolonia. Prácticamente la mitad de las carreras ofertadas en las tres universidades gallegas están adaptadas al nuevo plan y el año que viene estarán ya todas. Ahora la situación es de convivencia de los dos planes, el viejo y el nuevo, porque la mayoría de las universidades ha optado por un cambio progresivo: los que este curso han empezado carreras ya adaptadas sólo podrán hacerlo en el nuevo plan, pero el resto seguirá con el modelo tradicional.

"No sé si hemos mejorado o empeorado porque no sé cómo era antes", reconoce Nélida Rojo, que cursa el primer año de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Santiago. Lo que sí sabe es que la prueba final ya no será suficiente para aprobar. "El examen representa un 45% de la nota, un 30% el trabajo de las clases interactivas y el resto la asistencia a la clase y la actitud", explica.

Pero si hay algo en lo que coinciden todos los estudiantes de las titulaciones adaptadas al EEES es en que el trabajo continúa fuera de clase. "Tenemos que preparar algunos temas por nuestra cuenta para exponerlos ante nuestros compañeros", cuenta Raisa Fanego, que este año ha empezado Dirección y Administración de Empresas en el Campus de Lugo. Las horas dedicadas a las tareas, las mismas que las de la jornada laboral. "Nos dicen que tenemos que trabajar unas ocho horas", asegura. A las clases interactivas mejor no faltar, porque son obligatorias y suponen casi la mitad de la nota final. Aunque, como toda buena regla, ésta también tiene su excepción. "Se exagera un poco, porque a nosotros nos controlaron sólo la primera semana. Y en las sesiones expositivas [las antiguas clases magistrales] nunca han pasado lista", explica Nélida, que estos días prepara una campaña de prevención del sida para la materia de Linguaxe Audiovisual.

Pero Bolonia también supone un reto para las universidades gallegas, sobre todo en organización, lo que explica algunas situaciones cuanto menos extrañas. Es lo que ocurre en la Facultad de Belas Artes, en el campus de Pontevedra, donde los alumnos de licenciatura y de grado comparten incluso clase. Sucede, según su decano, Ignacio Barcia, en "seis asignaturas", siempre "porque el temario lo permite". Belas Artes es una de las pocas carreras que ya ha adaptado todos los cursos al nuevo plan, de manera que los estudiantes de los últimos cursos que así lo deseen tendrán una titulación de grado y no una licenciatura. La mayoría ha hecho el cambio porque, cuenta un alumno, "muchos ya estaban desencantados con el antiguo sistema". Pero el nuevo, asegura, no ha cambiado tanto, "lo más positivo es la facilidad para estudiar en Europa". El espacio es otro escollo. Guillerme, estudiante de Historia del Arte en Santiago, lo certifica. Su clase de Arte Grega no será esté año en la facultad de Xeografía e Historia, con aulas grandes, pensadas para clases magistrales, sino en Filosofía. "Hay más grupos y falta espacio. Por lo menos las dos facultades están cerca", bromea.

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Shaila García, estudiante de Economía, es una de las que conoce el antes y el después de la Universidad. Y el cambio le gusta. "Ahora lo llevo mejor, es más fácil porque se puede liberar materia, y la atención es más personalizada". Septiembre desaparece, ahora las recuperaciones serán en julio. "Aunque los alumnos perdemos independencia, lo de pedir apuntes cuando no vas a clase se acabó", reconoce Guillerme. Pero el alumno no es el único que debe cambiar de actitud, advierte Ignacio Barcia. "El profesor que llega a clase y suelta el rollo es un modelo caduco".

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