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El nuevo puerto coruñés arrasó un castro singular

El asentamiento data del siglo IX antes de Cristo

En 2005, las obras del puerto exterior en Punta Langosteira (Arteixo) engulleron el conocido como castro Cociñadoiro o Punta de Muros, sin más oposición que la protesta de la Plataforma de Afectados por las obras, integrada por mariscadores y marineros.

El yacimiento había sido excavado arqueológicamente a primeros de aquel año, y "liberado" (según la terminología administrativa) en julio, pero ningún especialista había difundido su valor. No era uno más de los aproximadamente 5.000 castros que existen, la mayoría bajo tierra, en Galicia. Era único en su antigüedad. Revelaba una construcción monumental y un grado de organización urbanística sorprendente, además de la especialización en metalurgia.

"Nunca vi nada parecido", dice el director de un museo arqueológico

La primera publicación de un yacimiento del que la mayoría de los arqueólogos habían oído hablar, pero nunca visto o analizado, fue el trabajo La Paleometalurgia del Poblado de Punta de Muros (Arteixo, A Coruña) en el contexto de la transición Bronce Final-primera Edad del Hierro, incluido en la publicación Cuaternario y arqueología editada por la Diputación de Cádiz el pasado septiembre. En el informe, que ayer difundió el estudioso Manuel Gago en su blog Capítulo cero, el arqueólogo Juan Antonio Cano Pan, director de la excavación y Fernán Gómez Filgueiras de Brage, profesor de Ingeniería metalúrgica en la Universidade da Coruña, establecen, mediante dataciones de carbono 14, que el asentamiento de Punta de Muros tiene su origen en los inicios del siglo IX antes de Cristo, una época de la que sólo hay castros en la zona sur de Galicia.

Cano Pan y Gómez Filgueiras señalan que "la singularidad de este yacimiento es que es un poblado dedicado a la metalurgia del bronce antiguo con dos procedimientos metalúrgicos distintos, uno para cada uno de los dos tipos de bronces que han sido identificados". Uno, bronce al estaño y otro, bronce al estaño-plomo con los que se elaboraban también dos tipos de objetos, unos de consumo diario y otros de ornamentación. El arqueólogo Xurxo Ayán, del CSIC de Santiago, considera que no se puede afirmar -ni desmentir- que el castro Cociñadoiro fuese en realidad una factoría amurallada, la única en la Europa Atlántica, pero sí resalta "lo sorprendente de la distribución urbanística, que va más allá de las cabañas aisladas, con espacios colectivos y con muros en cachotería que no son comunes en esa época". "Nunca vi nada parecido. Unas casas de 12 o de 20 metros de largo y tres de ancho, alineadas, todas con hogares externos y con cubetas excavadas en la roca para usos metalúrgicos", recuerda el director del Museo Arqueolóxico de San Antón, José María Bello, uno de los pocos expertos ajenos a las excavaciones que pudieron verlas.

Los especialistas no se sorprenden de que las características del castro hayan permanecido ocultas desde que el cemento lo sepultó, con autorización del Ministerio de Cultura (a quien le correspondía). "Eso es un clásico. Ya pasó con el Castro de Laias que sepultó en O Ribeiro la autovía de las Rías Baixas", dice Ayán. El Puerto se limitó a señalar en su momento que Cociñadoiro tenía "unas características especiales", por lo que construiría en las proximidades un centro de interpretación, restaurante incluido, en 2012.

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