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Reportaje:

Las olvidadas del sistema penitenciario

Las mujeres de la cárcel coruñesa de Teixeiro disfrutan de menos privilegios que sus compañeros

"El sistema carcelario parece que es sólo para hombres", protesta Pilar, una de las internas de la cárcel de Teixeiro, en A Coruña. Poco después aporta un ejemplo gráfico que ilustra la situación: "Los baños no tienen bidé, y esto es sólo un ejemplo". Las mujeres de este penal, igual que en la inmensa mayoría de las cárceles españolas, gozan de menos privilegios que los hombres. Al ser menos, se clasifican atendiendo unicamente a criterios de género, lo que provoca que se queden fuera de muchas iniciativas del sistema carcelario.

En Teixeiro hay un total de 1.904 internos, 1.780 hombres y 124 mujeres. Ellas representan un 6,5% del total, por lo que ocupan sólo dos módulos: el 9, en el que viven unas 30 madres con sus hijos -12 niños de hasta tres años- y el 10, que comparten unas 90 mujeres independientemente del delito que las haya llevado hasta allí. Desde pequeños robos y delitos menores hasta homicidios, tráfico de drogas o pertenencia a ETA. Todas ellas tienen vetado el acceso a tres módulos: el de enfermería, el terapéutico y el de jóvenes. Por la simple razón de que no se pueden mezclar con los hombres. Eso significa que cuando padecen alguna enfermedad son atendidas por los médicos de la prisión, pero tienen que pasar la convalecencia en su módulo. Una ex interna cuenta que en una ocasión se rompió una pierna y tuvo que pasarse dos meses encerrada en su celda porque no se podía mover. Las mujeres con problemas de drogadicción tampoco tienen acceso al módulo terapéutico, por lo que no pueden participar en los programas de desintoxicación. Y el módulo de jóvenes, donde se llevan a cabo programas específicos de reinserción, también es territorio exclusivo para hombres.

No tienen acceso al módulo terapéutico, al de enfermería ni al de jóvenes
En Teixeiro hay 1.904 internos en total: 1.780 hombres y sólo 124 mujeres

Las internas tienen dificultades incluso para acceder a las actividades y trabajos remunerados que se organizan en prisión. A pesar de que la mayor parte de éstos son mixtos, al ser menos tienen más posibilidades de quedarse fuera. Las plazas son limitadas y normalmente entran muchos más hombres. Una de las alternativas que les queda es participar en los talleres organizados por las ONGs.

Ahora hay dos asociaciones que trabajan con las mujeres de Teixeiro. Horizontes Abiertos se centra en el módulo 9, el de madres. La asociación organiza diferentes talleres y se ocupa de sacar de la cárcel los fines de semana a los niños que viven allí. Nosotras Intramuros también colabora en la reinserción de las mujeres a través de diferentes actividades. Una de las que más éxito ha tenido es el blog chicass10, una ventana abierta al mundo desde la que expresan sus alegrías, sus penas y también sus reivindicaciones. A través de esta bitácora, un grupo de internas denuncian la discriminación que sufren día a día, y coinciden en explicarlo por el hecho de que al ser menos, tienen menos oportunidades. La presidenta de la asociación, Pilar Mingote, corrobora esta versión, y apunta una de las diferencias que más les duelen: "Nosotras tenemos un proyecto de bitácora consolidado que está recibiendo mucho reconocimiento fuera, pero dentro nadie reconoce nuestro trabajo y todo son problemas". Ella entra cada martes en la cárcel y actúa de intermediaria: les lleva impresos a las chicas todos los comentarios que les han dejado y recoge las entradas que ellas escriben a mano para subirlas a la red. Las mujeres no tienen ordenadores en prisión, de ahí que tengan que utilizar un sistema tan incómodo. Sin embargo, los hombres sí que tienen acceso a un aula de informática en el módulo de jóvenes. Y eso a pesar de que Repsol y Paideia donaron varios equipos a las internas, que fueron a parar a un almacén.

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"Es verdad que la cárcel es un reflejo de la sociedad, y afuera existe discriminación hacia la mujer", reconoce Silvia Alonso, la directora del penal coruñés. Pero no cree que sea el sistema penitenciario el que las excluya: "Simplemente a veces se quedan fuera de las actividades porque son pocas y las plazas están limitadas", explica.

Esta mujer de 35 años estrenó cargo el pasado mes de octubre. Hace años colaboró en una ONG de apoyo a madres presas. Esta experiencia, unida a su condición de mujer, la hace ser más sensible a la situación de las internas. Por eso ha puesto en marcha varias iniciativas. "Vamos a instalar los ordenadores que les habían regalado y habilitaremos más salas para actividades", asegura Silvia Alonso. Parece dispuesta a impulsar una serie de modificaciones dentro del penal. Pero las presas han recibido el relevo en la directiva con escepticismo. No creen que las cosas vayan a cambiar, aunque son conscientes de que la nueva dirección necesita un margen de tiempo. Y si hay algo que les sobra a ellas es precisamente eso, tiempo.

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