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ELECCIONES 2008 | Campaña electoral
Columna
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Por un país más libre

El socialista Ceferino Díaz ha insinuado en el diario EL PAÍS que la lentitud del cambio político en Galicia hunde sus raíces en el fraguismo. La desmotivación generada durante la era de Fraga Iribarne está lastrando el cambio, vino a decir Cefe. ¿Conclusión? No se discute, ni siquiera por los socialistas, que todo va despacio, sino que ya se buscan culpables. Y se buscan en el viejo PP.

Teniendo en cuenta que el entrañable político de Escairón es una persona sensata, quizá habría que pensar que su respuesta al incisivo periodista Daniel Salgado es más bien una salida por la tangente que una firme convicción. Seamos sinceros: para bien o para mal, el cambio en Galicia va como va por la responsabilidad de quienes gobiernan y, ya en menor medida, de los gobernados reticentes a la renovación y a que corra el aire.

Si Touriño y Quintana no entienden que están llamados a pilotar un gran cambio, habrán defraudado

¿Se imagina alguien a Felipe González en el 82 echándole la culpa de su ya histórico cambio a Franco? Si en la Xunta no hay más cambio es porque no se quiere que lo haya, lo cual puede responder a varias motivaciones: el temor a despertar a los gallegos anestesiados por el fraguismo, el convencimiento de que Galicia no quiere grandes cambios, y la edad de una clase dirigente, a la que Fraga quemó en el banquillo como Gento a Manolín Bueno. Pero si falta ilusión no es por culpa de Fraga, sino de los que ejercen ahora el poder, a menudo del brazo de quienes engordaron con Fraga, al tiempo que lo complacieron.

Una señal clara de todo ello es la ausencia de emergentes en la sociedad gallega y la falta de transparencia, empezando por la política de comunicación, donde el bipartito reedita las viejas recetas de Pérez Varela, creyendo que así puede comprar voluntades. Si en esta Galicia de ahora hay personas, empresarios y creadores libres es porque se buscan la vida, muchas veces fuera, pero no porque se impulse la Galicia de las oportunidades desde el Gobierno. Al contrario, éste asume a veces el papel de árbitro casero, siguiendo el mal ejemplo de los trencillas que hacían ganar al Real Madrid con Franco.

Los gallegos deben saber que con sus impuestos y los fondos que transfieren a Galicia el Estado y la Unión Europea se les conceden prebendas a los mismos de siempre, en vez de sentar las bases de una verdadera sociedad democrática y libre. Las cuatro cosas con que pueden maquillar su gestión el PSOE y el BNG, donde también hay gente eficaz, no son suficientes ni compensan el conservadurismo de los más timoratos.

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El problema es serio porque el PP aún no se ha renovado lo suficiente para volver como alternativa. Y el hecho de que haya en Galicia líderes políticos modernos, que los hay -Núñez Feijóo y Anxo Quintana triunfaron en el debate televisado-, no quiere decir que lo que subyace lo sea. Bastaría un vistazo a las fotos de quienes rodean a nuestros gobernantes para comprobar que pocas caras han cambiado en el influyente mundo de la economía financiera y empresarial.

Del mismo modo que no hace falta mirar a Madrid para ver un buen debate televisado -Feijóo, Touriño y Quintana no actúan peor que Zapatero y Rajoy-, sí es menestar hacerlo, por ejemplo, para encontrar las claves del cambio económico. González, Boyer, Solchaga, Solbes y sus políticas liberalizadoras dieron pie, es verdad, a algunos escándalos sonados, pero más allá de sus errores sentaron las bases de una modernización económica que ahora tiene problemas pero que ha levantado este país, dando bienestar a sus ciudadanos. Y como los grandes proyectos los acometen grandes personas, por eso surgieron en España nuevos protagonistas en la banca, los grupos económicos y los medios de comunicación.

Si Touriño y Quintana no entienden que ellos están llamados a pilotar y promover un gran cambio político, económico y social en Galicia -equiparable al de la era González en España- habrán defraudado a quienes, con sus votos, propiciaron que terminase el fraguismo. Todo parece indicar que el 9-M toca apostar por más cambio, al menos en Galicia. Por eso será tan importante ver qué tecla hay que pulsar para que ese cambio avance y no se detenga por ninguna desmotivación del pasado. Seguro que así Galicia saldrá ganando. xeira@mundo-r.com

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