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El plan del Casco Vello de Vigo prevé cegar una de las vistas clásicas de la ría

Los vecinos de la zona denuncian que el Ayuntamiento no les permite conocer el proyecto

Los vecinos del Casco Vello de Vigo no lo entienden. El Ayuntamiento aprobó definitivamente el plan especial del barrio el pasado día 12, pero el documento está "secuestrado" en las dependencias municipales. Tienen que ajustar los planos del ámbito de la antigua panificadora -un edificio industrial en ruinas anexo a la plaza del Ayuntamiento- que cambia el uso del suelo y duplica la edificabilidad que le autorizaba el plan. En su lugar habrá edificios residenciales que cegarán el mirador sobre la ría desde la avenida de Camelias, en la falda del monte de O Castro.

La construcción de esos edificios fue una de las alegaciones al plan del Casco Vello estimadas hace tres años. Pero hubo otras 194 cuya suerte y grado de aplicación los vecinos ignoran.

El definitivo Plan Especial de Protección y Reforma Interior (Pepri) del Casco Vello fue aprobado el pasado 12 de abril con las divergencias que se hicieron habituales en este mandato, el Partido Popular y el Bloque Nacionalista Galego de un lado y el grupo socialista enfrente. La historia viene de lejos, lo que ayuda a explicar la profunda degradación de ese entorno que, según el BNG, que comanda ahora la restauración, "reúne las señas de la ciudad inicial y significa el espacio vivo de la memoria colectiva de nuestra ciudad".

En 1989 fue aprobado inicialmente el plan de reforma interior. Entonces no precisaba la p de protección, con la que fue "definitivamente" aprobado, después de otros significados avatares, en 2004. Estuvo un mes expuesto al público y se presentaron 195 alegaciones. La mayoría de los recurrentes han tratado de enterarse por los pasillos, ya hay movilizaciones en marcha contra alguna solución -también "definitiva"-, pero no tienen constancia oficial de la suerte de ninguna de sus alegaciones. De otras se sabe más. Como la que afecta al ámbito de la panificadora, cuyo dibujo en planos parece ser la causa de la demora.

"Los edificios más próximos se elevarán tres plantas sobre la rasante de Camelias, taparán el actual mirador", afirma Mauricio Ruiz, el portavoz socialista. Es una estampa señera de la ciudad, en las faldas del Castro. Ni desde el Bloque ni desde el PP le han dado réplica a Ruiz. El polígono de la panificadora, un vestigio de instalaciones industriales de posguerra, trepa desde el Paseo Alfonso XII hasta avecinarse con la Xerencia Municipal de Urbanismo y el Ayuntamiento de Vigo mismos. Hay sucesivos convenios firmados con los propietarios de la industria y, ahora, dos inmobiliarias Invoga y Montelouro, que explotarán el cambio de uso del suelo a residencial y con doble de edificabilidad que la actual.

En una parcela de 7.000 metros cuadrados, los edificios e instalaciones suman una superficie edificada de 12.620 metros de uso industrial. Ninguno supera las cinco plantas ni la rasante del mirador de Camelias. En Vigo se discutió mucho qué uso darles desde que la empresa cerró, a mediados los años 80. Finalmente quedarán los dos silos, como un emblema. El Ayuntamiento tendrá que restaurarlos antes de encontrarles otro contenido que el de ser soporte del negocio hostelero de su planta alta, que se reservan los promotores privados. El Pepri destina el resto, hasta 22.000 metros cuadrados de edificabilidad, para uso residencial y comercial. A cambio de una plaza interior de unos 400 metros cuadrados, los promotores han sido liberados de ceder al Ayuntamiento el 10% preceptivo de aprovechamiento y de reservar el 20% de la edificabilidad residencial para viviendas protegidas.

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Otra alegación cuyo resultado se conoce es la de unos vecinos de la plaza del Peñasco, en el cogollo del Casco Vello. El Pepri abre un pasillo de 1,80 metros en su parte más ancha para conectar Peñasco con una plazoleta de nueva factura en la Rúa Nova. Y para ello ha de rebanar tres casas y consolidarse al borde de un desnivel de 12 metros, que mañana llenarán los tejados de edificios hoy en ruina. La alegación que pedía suprimir esa actuación por sus costes, no sólo económicos, y por considerarlo innecesario en el contexto del planeamiento, no fue estimada. Los afectados, muy inquietos, consideran el proyecto un despropósito y ya están en campaña de firmas y apoyos, antes de llamar a una manifestación.

El Pepri del Casco Vello engloba un espacio de 217.946 metros cuadrados con 2.106 viviendas censadas. De ellas, casi un 30% están directamente en ruinas; el resto llega a niveles aceptables de mínimos para justificar labores de conservación. Sólo están ocupadas el 57%, en su mayor parte por personas mayores o de baja renta que pagan a caseros acaudalados, como el naviero Fernando Fernández Tapias, o no tanto. El plan, según el BNG, es el revulsivo que invertirá la tendencia decadente del barrio con la recuperación de la ciudad histórica, su puesta en valor y la conservación y rehabilitación de su patrimonio.

La asociación de vecinos defendió siempre la urgente necesidad de la aprobación del Pepri. Por eso recelan todavía más que ahora le demoren su conocimiento.

Vivenda dirige la rehabilitación

En 1994, cuando desde la Unión Europea se programaron las ayudas de los planes Urban para la regeneración de cascos históricos, el de Vigo ya estaba sumido en el abandono. Le inyectaron 13 millones de euros para rehabilitar una pequeña parte del espacio público (casi 24.000 metros cuadrados) y construir diversos equipamientos hoy en uso: Casa de Arines, dos centros comunitarios, el nuevo Mercado da Pedra, la Casa da Cultura Galega, el interior de la Biblioteca Central, restauración de algunas fachadas... Pero no tuvo continuidad.

Otra línea de ayuda financiera posterior, de más de nueve millones de euros, fue destinada por el socialista Carlos González Príncipe, a la sazón concejal de Cultura y coalcalde -según se denominaba él mismo- del nacionalista Lois Pérez Castrillo, a la construcción de la Casa das Palabras-Verbum en la zona de Samil. La casi totalidad de los comercios que habían abierto en el Casco Vello con las subvenciones europeas del plan Urban acabaron por echar el cierre.

El plan será primordialmente gestionado por el Consorcio del Casco Vello, creado en 2005 con la participación de la Consellería de Vivenda (90%) y el Ayuntamiento de Vigo (10% restante). El consorcio interviene en las zonas más degradadas, dilucida los registros de propiedad, compra inmuebles, expropia y también realiza estudios como el plan de movilidad.

Ese organismo cogestionado por la Xunta y el Ayuntamiento es titular ya de 10.000 metros cuadrados, la mitad de lo que espera conseguir en sus estrategias de actuación (algunos inmuebles servirán para acoger a vecinos durante las fases de rehabilitación de sus viviendas y otros serán destinados a dotaciones públicas.

Con las expectativas generadas por el plan todo parece que está empezando a cambiar: algunas casas se cotizan hasta los 2.400 euros el metro cuadrado.

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