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Reportaje:

La rebelión de las devotas

Vecinos de Covelo se levantan contra un cura por vender en 60.000 euros una rectoral que ahora se oferta por 680.000

La aldea de Paraños, en Covelo (Pontevedra), anda estos días revuelta contra la Iglesia, y las cabecillas del motín no son otras que las más devotas de la parroquia. El cura, José Juan Sobrino, no ha vuelto a pisar la capilla desde que el pueblo constató la venta de la casa rectoral a sus espaldas pese a que, durante más de medio siglo, ésta se mantuvo en pie gracias a las contribuciones y cuidados de los feligreses que ahora se plantean reclamar su titularidad, tal y como sucediera antes en Cotobade con la carballeira de San Xusto.

Las mujeres, que andan con el nervio en el cuerpo, aseguran que el párroco "mintió" cuando le preguntaron si la venta era un hecho. Dicen que se mantuvo en el embuste tantas veces como ocasiones se interesaron por los nuevos ocupantes de la casa, antes destinada a retiros y campamentos juveniles. Fue durante una homilía en 2003 cuando Sobrino informó a los fieles de la cesión de la vivienda a una persona, detalló, de "buena familia", funcionario de Patrimonio, que restauraría el retablo de la Iglesia y la casa a cambio del usufructo de la misma 23 años.

El sacerdote no ha vuelto a pisar la capilla debido a la oposición vecinal
El inmueble se mantuvo durante décadas con el dinero de la gente
En Paraños aseguran que la casa se vendió "de tapadillo"

No obstante, la desconfianza creció a medida que avanzaban las obras, por las que apreciaron los vecinos que se trataba de una reforma "de nivel". En marzo de este año, un anónimo colgó en el tablón de anuncios de la parroquia el aviso de que la casa rectoral estaba en venta. La curiosidad de los vecinos se topó "con evasivas y desairadas contestaciones" por parte del cura, asediado a preguntas al remate de cada oficio. Tras constatar en el Registro de la Propiedad la venta de la finca se convocó una asamblea, el pasado 21 de junio, para pedir explicaciones a Sobrino, al que no han vuelto a ver desde entonces, y que insistió en negar la mayor. Sin embargo, ante el documento catastral, no le quedó otra que pedir disculpas "por falsear la verdad", apunta Karina Mouriño, presidenta de la asociación de vecinos, ya que él mismo había firmado la operación de compraventa seis meses antes. Además, se ofreció a mediar ante el obispo José Diéguez Reboredo, quien explicó que, si bien en un principio se trataba de una cesión, luego se había vendido por 60.000 euros a pagar en seis años, sin interés alguno. Lo que no aclaró, dicen los vecinos, es por qué esta oferta "irrisoria" se hizo en exclusiva y "de tapadillo" a esa persona conocida ya en el estamento religioso. De hecho, la revista Dovela, que edita el Obispado de Ourense, le agradece en su número de octubre de 2006 "el empeño y el cariño" que el funcionario de Cultura pone en la recuperación del patrimonio eclesiástico. Poco antes de la venta, la Dirección Xeral de Patrimonio accedió a cofinanciar, tras años de espera, la restauración de la Iglesia de Barcia de Mera o la capilla de Santa Cruz, ambas en Covelo.

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Pese a que la media de edad en Paraños supera los 80 años -son apenas 200 vecinos- y los accesos a las nuevas tecnologías son muy limitados, descubrieron a principios de verano un anuncio colgado en Internet donde se ofrecía el inmueble por 680.000 euros. La oferta explica que se trata de una antigua casa rectoral construida en 1827 y rehabilitada en 2006 con una finca, la mejor de la aldea, dicen en la zona, de 4.600 metros cuadrados dotada de piscina, garaje privado, parabólica, terraza, trastero, hórreo y patio, todo ello en el exterior; y calefacción, biblioteca, chimenea y suite en el interior. Todo en madera de castaño.

"Nos engañó hasta el último día", lamenta Odulia en relación a Sobrino. "Incluso dentro de la Iglesia", ratifican a coro una veintena de indignados fieles. Una de las más afectadas es Maruja, quien vivió en la casa rectoral mientras arreglaba su vivienda. A ella se la llevan los demonios cuando recuerda "los edredones" que compró su hermana y "la cama de castaño o los aperos de labranza" que quedaron en la casa. "¡Y la prensa del vino!", apostilla otro vecino. "¿Por qué tenemos que perder todo eso? Yo se lo fui a pedir y no me devolvieron nada, ni los edredones. Son todos unos delincuentes", espeta. Pese a los intentos de este diario por contactar con el comprador de la rectoral, la comunicación no ha sido posible. Ni el Obispado de Tui-Vigo ni el cura José Juan Sobrino han querido pronunciarse.

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