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La sequía provoca un vuelco en la política de gestión del agua

La Xunta estudia trasvasar agua del Miño para asegurar el suministro a Vigo

Sonia Vizoso

El otoño que está a punto de acabar ha decretado el fin de la abundancia de agua en Galicia. El Gobierno y los agricultores, asustados por los suelos agrietados de los embalses y la falta de forrajes para el ganado, han decidido tomar medidas para acabar con el despilfarro de un bien que aquí siempre se consideró inagotable. La Xunta presentará a mediados de enero un plan para transformar la red de abastecimiento a hogares y explotaciones agroganaderas, que propone, entre otras cosas, garantizar el suministro a la metrópoli de Vigo con un trasvase desde el río Miño e impulsar la búsqueda subterránea de manantiales. Ayer, preocupados por la sequía más grave que se recuerda, políticos y labriegos abrieron el debate sobre la creación de regadíos en el campo gallego, una idea que hace apenas tres meses habría sonado extravagante.

El conselleiro de Medio Ambiente, Manuel Vázquez, ha encargado a los técnicos de su departamento un estudio de las soluciones para que Galicia deje de malgastar agua y ayer adelantó algunas de ellas. El responsable de la política ambiental del bipartito defendió la necesidad de "cambiar el orden de prioridades" en el uso de las reservas de los embalses, en un país en el que 32 de las 41 presas se destinan a la explotación hidroeléctrica por parte de empresas privadas (Fenosa, Endesa, Iberdrola y Ferroatlántica). El bipartito cree que, en los tiempos secos que se avecinan, el suministro a las casas y explotaciones agroganaderas debe tener preferencia.

Para asegurar el abastecimiento a las viviendas, Vázquez propone dejar de utilizar cauces pequeños y empezar a realizar trasvases de los grandes ríos. Así, en el caso de Vigo, los técnicos estudian la posibilidad de llenar la presa de Eiras, el embalse que surte al área más poblada de Galicia, con un bombeo desde el Miño, ya que este pantano se nutre actualmente del caudal del pequeño río Oitavén.

Estas medidas son "alternativas estructurales" para una "nueva cultura del agua". "Galicia no tiene un problema de agua, sino de gestión del agua", señala el conselleiro. "No hay una cultura de aprovechar el agua porque nunca fue necesario". Además de campañas para concienciar a ciudadanos, empresas y administraciones, la Xunta promoverá la prospección de manantiales subterráneos, una riqueza del subsuelo gallego que nunca hizo falta exprimir.Las medidas que diseñan los técnicos de Augas de Galicia y que Medio Ambiente tiene previsto presentar el 15 de enero se ejecutarían en un plazo de al menos 20 años. Dentro de las infraestructuras que más tardarán en llegar, se incluyen propuestas sobre sistemas de regadío de huertas y el trazado de las "autovías del agua", es decir, la realización de trasvases entre los embalses destinados ahora sólo a aprovechamiento hidroeléctricos y las presas de abastecimiento de núcleos habitados.

"La situación está a punto de ser catastrófica", alerta el secretario general de Xóvenes Agricultores, Juan Pérez Miramontes. Y es que la sequía otoñal que sufre Galicia no ha inspirado cambios sólo al Gobierno. Ayer, tras una reunión entre el conselleiro de Medio Ambiente y representantes de los labriegos, el responsable del sindicato Unións Agrarias, Roberto García, admitió que la falta de lluvias ha destapado la necesidad de que los profesionales del campo gallego suscriban seguros que les garanticen unas rentas mínimas en caso de que se produzcan "inclemencias climatológicas imprevisibles", como este otoño excepcionalmente seco. El sindicalista cree que estas prestaciones deberían ser cofinanciadas entre los agricultores y la Administración.

El problema ya está ahí. Los productores de kiwi, subrayan los portavoces de los campesinos, han perdido toda su cosecha por las graves heladas caídas durante las últimas semanas. García vaticina que "si esto continúa", los profesionales agrarios deberán enfrentarse no sólo a un "incremento de costes de producción", sino también a la necesidad de ejecutar nuevas infraestructuras.

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La recién elegida secretaria general del Sindicato Labrego Galego, Carme Freire, fue más allá en los cambios que debe encarar Galicia para hacerle frente al calentamiento del planeta. La agricultora abogó por que el país instaure un modelo en el que la población consuma los alimentos producidos en su entorno más cercano y evitar así la emisión de gases que provoca el transporte de las mercancías desde países situados a miles de kilómetros de distancia.

Generalizar entre los agricultores una forma de trabajar respetuosa con el medio ambiente es el objetivo de la "mesa de trabajo permanente" creada ayer por la Consellería de Medio Ambiente y los sindicatos agrarios. En virtud de un convenio, el Sindicato Labrego Galego, Xóvenes Agricultores y Unións Agrarias recibirán este año una subvención de 35.000 euros cada uno para divulgar entre los labriegos buenas prácticas. Con este dinero, las organizaciones deberán fomentar la "ecogestión" agraria, ganadera y forestal, extender el tratamiento adecuado de los residuos de las explotaciones y asesorar a los habitantes del rural sobre la normativa medioambiental que les afecta.

La mesa de trabajo entre Medio Ambiente y los sindicatos agrarios abordará la adaptación de la legislación gallega a la ley estatal de patrimonio natural que entrará en vigor el 1 de enero. El proceso, explicó el conselleiro, se aprovechará para "romper el galimatías legislativo" que regula en Galicia la protección de los espacios naturales y garantizar que la salvaguarda de estos enclaves es compatible con la actividad de agricultores y ganaderos, propietarios del 95% del territorio rural.

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Sobre la firma

Sonia Vizoso
Redactora de EL PAÍS en Galicia. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago. Lleva 25 años ejerciendo el oficio en la prensa escrita y ha formado parte de las redacciones de los periódicos Faro de Vigo, La Voz de Galicia y La Opinión de A Coruña, entre otros. En 2006 se incorporó a El País Galicia.

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