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Reportaje:

El último regreso de Suárez Picallo

Sada repatriará, 44 años después de su muerte, los restos del galleguista

Sus restos descansan en La Chacarita, el cementerio popular de Buenos Aires, desde el 14 de octubre de 1964. Pero antes de recibir tierra en la Argentina, Ramón Suárez Picallo, que había nacido en Sada a finales del siglo XIX (1894), atravesó las fracturas propias de la primera mitad de la centuria pasada: emigración, republicanismo, represión, exilio. El Ayuntamiento de Sada acaba de anunciar la repatriación de sus restos. Político y periodista, Suárez Picallo cumplirá así su última voluntad, aquella que en los años argentinos expresara a Eduardo Blanco Amor: ser enterrado en el camposanto de Fiunchedo.

No fue ésta la única coincidencia biográfica entre Ramón Suárez Picallo y el autor de A esmorga. Emigrantes ambos antes de la II República, sólo con la caída de la monarquía de Alfonso XIII regresarían a Galicia. Ramón Suárez Picallo, curtido en la izquierda argentina deslumbrada por la Revolución Rusa, se integraría en la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA), por la que salió diputado en las Cortes constituyentes de 1931, como paso previo a la fundación del Partido Galeguista (PG).

Picallo, curtido en la izquierda argentina, se integró en la ORGA
En la prensa de Chile escribió la mayor parte de su obra periodística

"Ramón fue el último gran orador de masas de la política gallega", recuerda el escritor Xosé Neira Vilas, que lo equipara a Ramón Otero Pedrayo en otra categoría: "Otero hablabla para los académicos; Suárez Picallo para el pueblo". Pero Neira Vilas, y su mujer cubanogallega Anisia Miranda, conocieron a un hombre ya "vencido, triste" en la década de los 50. Para el político, que repitiera acta de diputado en las elecciones de febrero del 36 a las que el PG concurrió en el Frente Popular, había sucedido la guerra y la huida, primero a la República Dominicana y después a Chile. En el camino quedaba su hermano Antón, biólogo de profesión, asesinado por falangistas sadenses a los 29 años.

En las estribaciones de los Andes, el trabajo periodístico de Ramón Suárez Picallo conoció su apogeo. Y aunque en la década de los 20 había colaborado con las revistas Céltiga o El Despertar Gallego, de la colectividad gallega en Argentina, en el Chile gobernado por el Partido Radical se ganó la vida con el oficio y escribió la mayor parte de su obra. También la que viene de presentar el Consello da Cultura Galega bajo el título La feria del mundo y que recoge una selección de crónicas en los diarios La Hora -órgano de prensa de los radicales- y El Sur ordenadas por Edmundo Moure y Carmen Norambuena. Lo divino y lo humano, lo político y lo personal, comparecen en una feria del mundo en la que incluso recuerda el paseo a su hermano: "Fue sacado de su casa a medianoche por un piquete de Falange, y golpeado, brutalmente, delante de la propia madre, a los dos días apareció asesinado, con cinco vecinos más [...]".

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"Conocí a Ramón [Suárez Picallo] la misma noche que a Neira Vilas", hace memoria Anisia Miranda, "después, él siempre decía que era nuestro Cupido". Miranda se refiere a "un hombre solitario, triste, que intentaba dismular" pero que "se ponía contento como un niño". "Yo le llamaba rillote [muchaho pillabán]", dice. Esa era la imagen última de un Ramón Suárez Picallo que también había participado en la fundación del Consello de Galiza, en Montevideo, junto a Castelao, Antón Alonso Ríos y Elpidio Villaverde.

"Fue un hombre de profundo sentimiento galleguista", resume Neira Vilas, "tierno y muy querido para nosotros". Pero el escritor de Gres se resiste a encuadrar a Suárez Picallo en la difusa ala izquierda del PG: "Sobre todo era galleguista y, bueno, siempre coincidía con Castelao, que sí era elemento izquierdista de los galleguistas".

Ramón Suárez Picallo asumió en 1959 la Cátedra de Cultura Galega del Centro Lucense de Buenos Aires. Allí enseñó periodismo, creó la publicación Lugo e impartió conferencias. Pero en 1962 comenzó a sentir los primeros síntomas de la enfermedad mental que lo mataría en el Sanatorio del Centro Gallego de la capital argentina.

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