_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Una o varias facultades de medicina?

La medicina es una ciencia aplicada, muy basada en el empirismo, pero, ya desde la Grecia clásica, trascendió a la mera experiencia clínica de los grupos de senadores de formación artesanal al incorporar la interpretación racional de la naturaleza de los pensadores presocráticos. Esta concepción clásica que, desaparecida en la Edad Media reaparece en el Renacimiento, precipita en el siglo XIX con la concepción de las enfermedades como trastornos estructurales y dinámicos de los organismos, que se pueden explicar con los recursos de la ciencia moderna. Esta concepción busca establecer una explicación científica de las enfermedades poderosamente basada en saberes físicos, químicos y biológicos. Esta es la razón de por qué la investigación experimental de laboratorio pasó a ser una fuente primordial de la ciencia médica.

Claude Bernard, el gran fisiólogo francés, lo formula de forma categórica: "Yo considero el hospital sólo como el vestíbulo de la medicina científica, como el primer campo de observación en que debe entrar el médico; pero el verdadero santuario de la medicina científica es el laboratorio". Es obvio decir que Bernard no se refiere al laboratorio clínico, sino al laboratorio de investigación.

Así pues, hospital y laboratorio. Esa es la base de la medicina científica y para esa tenemos que formar a los futuros médicos. No se trata de otra cosa. Los intereses locales de las ciudades y las universidades, los intereses políticos, y los intereses corporativos de los distintos grupos de médicos y profesores implicados, interesados en el prestigio y brillo social, y en la adquisición del poder corporativo que sin duda implica ser profesor de medicina, no tienen nada que ver con el interés general, que es el que tiene que amparar la Xunta, cosa que por cierto no está haciendo.

Es, pues, imprescindible aunar hospital y laboratorio, como se hizo en los Estados Unidos ya en el siglo XIX. Esta reforma no se hizo en España, o solo de manera muy precaria, hasta los años 70 del pasado siglo. Y en Galicia está sin hacer, o sólo muy parcialmente resuelto. Desde los años 80, los estudiantes de último año hacen un rotatorio o curso práctico de seis meses en hospitales, único contacto con los pacientes de la mayoría de ellos antes de licenciarse. Pero es claramente insuficiente.

En los años 80, siendo yo gerente del Complejo Hospitalario de A Coruña, con el inequívoco apoyo del rector de Santiago, Carlos Pajares, con el decano y vicedecano de Medicina, Jesús Otero y Jerónimo Forteza, estuvimos a punto de cerrar un acuerdo para la incorporación del Hospital a la Facultad de Medicina de Santiago para la enseñanza clínica integral, pero los intereses corporativos del claustro lo impidieron entonces. Ahora vuelve a plantearse con fuerza la cuestión, pero con una variante que viene propiciada por intereses políticos localistas y corporativos. Las universidades de Vigo y A Coruña, los políticos locales, y médicos profesores de la Facultad de Ciencias de la Salud de A Coruña reclaman una facultad.

Pero como ya sabemos cuando menos desde Bernard, la enseñanza de la medicina no es solo la práctica clínica, sino también el laboratorio experimental, la investigación. Y si la práctica clínica está claramente coja sin la incorporación de los grandes hospitales gallegos a la enseñanza universitaria, no es posible improvisar laboratorios de fisiología, de anatomía, de farmacología, de biología molecular, de microbiología básica, de investigación genética e inmunología. No es posible, y además duplicar o triplicar estos recursos es insoportablemente caro. Y sin eso no hay facultad de medicina.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Galicia es una sociedad moderna que no debe improvisar, y las decisiones -que tiene que tomar la Xunta, y dejar de silbar, como si no fuera con ella- deben ser rigurosas y contemplar el interés general, desoyendo los intereses corporativos y localistas: es mucho más importante formar buenos médicos que quién sea el alcalde los próximos cuatro años. En mi opinión, la solución es incorporar todo el sistema sanitario a las prácticas de los estudiantes (en gran medida ya es así), la incorporación de los grandes hospitales que reúnan condiciones objetivas de volumen y calidad asistencial, y de la calidad de la investigación medida por número de doctores, investigadores y proyectos de investigación, así como publicaciones y su impacto, a la enseñanza integral de la medicina clínica, pero en una única facultad de medicina. Esto es lo que haría a un país serio y es de desear que la Xunta principalmente, pero también todos los demás, estemos a la altura de una sociedad moderna y democrática.

Francisco Cerviño González es médico y diputado del PSdeG

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_