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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Billy Bang, arrojado violinista de 'free jazz'

Su contribución a 30 años de música libre fue decisiva

Iker Seisdedos

Dentro del incierto, por exiguo y desagradecido, gremio de los violinistas de jazz, Billy Bang pertenecía a la casta de los arrojados aventureros, de los acróbatas sin red. Adscrito al movimiento del free desde su tímida irrupción en la escena a principios de los setenta, Bang (Alabama, 1947) falleció el 11 de abril debido a un cáncer de pulmón, según sus allegados, en su casa de Harlem, barrio que fue también escenario de su infancia y juventud.

La suya resultó una de esas carreras anotadas al margen del gran relato de la historia del género, aunque su contribución a las sucesivas microrrevoluciones de 30 años de música libre en la ciudad resultó decisiva. Militó en la Arkestra del pianista y líder de big band de la era espacial Sun Ra, encabezó dos combos fundamentales (Survival Ensemble y The String Trio of New York) y participó con ellos y con el otro gran violinista free, Leroy Jenkins, de la escena del loft jazz, que llenó con una feroz espiritualidad libre los espacios industriales de downtown, donde Manhattan perdía el nombre en una sinfonía de decaimiento urbano y alquileres baratos.

Su arte bebía de las improvisadas enseñanzas de John Coltrane y Coleman

Su forma de atacar el violín, instrumento al que fue derivado de niño debido a su corta estatura, tiende un puente entre los intérpretes llegados al jazz desde la rigidez de la formación académica y los criados al arrullo de la mecedora del swing, como Stéphane Grapelli o Ray Nance. De un enorme, casi extremo lirismo, su arte, que en los últimos años se tiñó de cierta sensibilidad asiática, bebía casi más de las enseñanzas en improvisación de los saxofonistas John Coltrane y Ornette Coleman (también osado violinista) que de los maestros de su propio instrumento.

En su azarosa discografía (desperdigada entre sellos europeos, canadienses y estadounidenses) destacan un tributo de 1992 a Stuff Smith, que probablemente cuente como la última sesión del gran Sun Ra antes de morir, y los dos discos sobre la guerra de Vietnam, de la que era veterano, grabados a principios de la década pasada en el sello Justin Time y titulados The Aftermath (la secuela) y Reflexions. La corta experiencia bélica marcó la juventud de Bang, de nombre real William Vincent Walker y apodado así por el vaquero algo pasmado de los dibujos animados. También marcó la deriva hacia el radicalismo político -tras su vuelta a casa formó una célula de excombatientes que propugnaban la acción directa en Nueva York, así como la posterior toma de postura por la música alejada de la corriente principal como forma de vida, aunque aquello supusiese coquetear continuamente con la ruina económica y la frustración-.

Billy Bang, en una imagen promocional.
Billy Bang, en una imagen promocional.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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