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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Ernst Stuhlinger, figura clave del programa espacial de EE UU

Colaboró estrechamente con Wernher von Braun

Ernst Stuhlinger, uno de los científicos alemanes que se unieron a Estados Unidos tras la II Guerra Mundial y cuya contribución fue decisiva en la llegada del hombre a la Luna, falleció el pasado domingo en Huntsville (Alabama). Tenía 94 años.

Stuhlinger, doctor en Físicas por la Universidad de Tubingen y especialista en física nuclear y rayos cósmicos, fue uno de los pocos supervivientes alemanes de la batalla de Stalingrado. Tras ser herido en el frente, su Gobierno le puso a trabajar en el desarrollo del programa de misiles V-2.

Al acercarse el fin de la guerra, él y otros 117 científicos e ingenieros que trabajaban en aquel programa salieron del país en la llamada Operation Paperclip, con la que los servicios de inteligencia estadounidense maquinaron el viaje de las mentes alemanas que podían servir al Ejército estadounidense. Los conocimientos de aquel grupo fueron claves en el desarrollo de la tecnología que puso al hombre sobre la Luna.

Stuhlinger trabajó a las órdenes del carismático Wernher von Braun, uno de los ingenieros aeronáuticos más célebres del siglo XX. Él era el líder del grupo de científicos que llegó a Estados Unidos procedente de la Alemania nazi. En los años cincuenta, Von Braun se convirtió en el director del Marshall Space Flight Center de la NASA de Huntsville (Alabama), desde donde se desarrollaron los primeros cohetes de la era espacial. Stuhlinger era su hombre en la sombra.

Callado y tímido, su trabajo en el programa V-2 se centró en la evaluación de los tiempos de vuelo de los misiles, y en el Marshall Space Flight Center se dedicó a desarrollar los instrumentos de navegación de los cohetes, que culminaron en la creación del Saturno 5, el mítico cohete que catapultó hasta la luna en 1969 en la misión Apollo 11 a los dos primeros astronautas estadounidenses que pisaron el satélite terrestre. Pero una década antes de aquella hazaña, Stuhlinger hizo historia contribuyendo de forma decisiva a poner en órbita el primer satélite estadounidense en 1958.

Los rusos se les habían adelantado un año con el lanzamiento del Sputnik, así que el Gobierno estadounidense quiso acelerar su programa espacial. Pidió al Marshall Space Flight Center, donde la mayoría de los que trabajaban eran alemanes, y al Jet Propulsion Center de California, que doblaran su ritmo de trabajo para superar la ventaja rusa y que lanzaran al espacio el Explorer 1, en el que aún estaban trabajando.

El cohete era una combinación de la tecnología estadounidense y de la desarrollada en el programa nazi V-2, pero para que el satélite pudiera ponerse en órbita era fundamental que el segundo lanzamiento se produjera en el momento preciso. Para lograr esa precisión, Stuhlinger se encerró en su laboratorio y, al cabo de unas horas, apareció con una especie de reloj construido manualmente con cables y tornillos.

La noche del lanzamiento, el 31 de enero de 1958, controlando el ascenso del cohete desde una consola en Cabo Cañaveral, Stuhlinger apretó el botón que propulsó el segundo impulso del cohete en el momento exacto, convirtiéndose así, para sus colegas en "el hombre con el dedo de oro".

Trabajó hasta 1975 en el Marshall Center y tras retirarse colaboró en la biografía de Wernher von Braun, que se publicó bajo el título Wernher von Braun: el cruzado del espacio. En ella, Stuhlinger negaba rotundamente que el que fuera su jefe hubiera maltratado a los prisioneros que trabajaban en la factoría nazi donde se fabricaban los misiles V-2.

Ernst Stuhlinger, junto a un busto de Von Braun, en 1997.
Ernst Stuhlinger, junto a un busto de Von Braun, en 1997.ASSOCIATED PRESS

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