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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Florinda Chico, una actriz apta para todos los papeles

Prolífica secundaria, destacó en teatro, cine y televisión

Florinda Chico murió ayer en Madrid a los 84 años de un fallo renal, dejando tras de sí una carrera amplia y variada en todos los terrenos del espectáculo. Se la recuerda especialmente por sus trabajos en la televisión y el cine, casi siempre en el personaje de chacha con el sentido común de las clases trabajadoras, pero Florinda Chico fue también una espléndida actriz dramática, incluso vedette de revista. Había nacido en Don Benito, Badajoz, en 1926, donde de jovencita, hija de viuda, encontró empleo como vendedora de helados, mecanógrafa o modista, mientras el pueblo se le iba quedando pequeño.

Tenía bonitas piernas y una figura pinturera, que llamaron la atención del maestro Jacinto Guerrero, que la incluyó en el reparto de La blanca doble (1947), una de las revistas de mayor éxito del momento. Reclamada por Celia Gámez, la máxima estrella del género, Florinda Chico intervino luego en algunas de las revistas que hicieron época: La cenicienta del Palace, Cinco minutos nada menos, Las cuatro copas... repletas de aquellas picardías que la censura autorizaba a regañadientes, siempre vigilante a los centímetros de piel mostrados por las chicas o a la evidencia de algún chiste de doble sentido.

Intérprete dramática y 'vedette' de revista, a menudo encarnó el personaje de sirvienta

Su paso a la comedia teatral y a la compañía de actores de Radio Madrid fue rápido. Trabajó igualmente en los teatros Español y María Guerrero, y a las órdenes de José Luis Alonso destacó en 1962 en Los caciques, de Carlos Arniches.

En televisión fue contratada como pareja de Rafaela Aparicio para interpretar a las criadas de La casa de los Martínez (1966), programa que estuvo en antena durante cuatro años, y que incluso dio pie a una película del mismo título. Desde entonces, Florinda Chico quedó encasillada en el personaje de sobrina de doña Rafaela en más de un centenar de películas, "que eran todas de consumo porque tenía una familia que mantener, pero yo las hice con mucho amor", comentó en una ocasión. Repitió de alguna u otra manera el mismo personaje, aunque ella se empeñara en su carrera de actriz dramática.

En teatro, entre otras, intervino en El sol en el hormiguero, de Antonio Gala; Los malhechores del bien, de Benavente; La rosa de papel y La cabeza del Bautista, de Valle-Inclán; ¿Quién quiere una copla del Arcipreste de Hita?, de Martín Recuerda... En 2004 subió a los escenarios por última vez con la obra Que me quiten lo bailao (la reina castiza), de Rafael Mendizábal, monólogo sobre los recuerdos de Isabel II, lo que permitió a la actriz la ironía de decir: "Empecé siendo vedette y acabo siendo una reina: esto es el teatro". Sufría entonces de una dolencia en una rodilla que la obligaba a caminar ayudada de un bastón y a aparecer inevitablemente sentada en el escenario.

En el cine, donde había debutado en un pequeño papel en Intriga en el escenario (Feliciano Catalán, 1953), demostró su valía en películas de la importancia de Cría cuervos (1976), de Carlos Saura; Jarrapellejos (1987), de Antonio Giménez Rico, o La casa de Bernarda Alba (1987), de Mario Camus, también como criada de la casa.

No obtuvo premios específicos por estos espléndidos trabajos aunque los mereciera, pero sí reconocimientos del Consejo de Ministros, que le concedió la medalla de oro al Mérito del Trabajo en 1997, el Premio Ercilla 1997 a toda una vida en el teatro, y el TP Especial, por su trayectoria profesional. Pocos, quizá, para sus merecimientos.

Florinda Chico fue una de esas magníficas actrices llamadas secundarias, siempre eficaces, válidas para todos los roles, y con capacidad para conectar emocionalmente con públicos muy diversos, que han dado el cine y el teatro españoles en sus años de gloria. Su cuerpo será trasladado hoy a las doce de la mañana desde el tanatorio madrileño de la M-30 al cementerio de la Almudena, donde será inhumado.

Florinda Chico, en 2001.
Florinda Chico, en 2001.EFE

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