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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Huguette Clark, la heredera alejada del mundo 80 años

Vivió aislada en su 'piso' de 42 habitaciones de Manhattan

El pasado martes 24 de mayo falleció en una habitación del hospital Beth Israel de Nueva York Harriet Chase, a los 104 años de edad, rodeada solo por sus enfermeras y algunas de sus muñecas de porcelana, que coleccionaba con pasión. Recluida en el hospital durante los últimos 20 años, a pesar de conservar buena salud, Chase no recibía visitas y vivía en total aislamiento por decisión propia. La existencia misma de Chase era la de un espectro, pues su identidad era falsa. Bajo aquel nombre se escondía Huguette Clark, una anciana millonaria, rica heredera y excéntrica coleccionista, que después de un breve matrimonio decidió pasar 80 años de su larga vida en un discreto margen de la sociedad.

La época de Clark era la de los Astor, Vandervilt y Guggenheim, aquellas ricas familias del XIX que convirtieron Nueva York en un colorido reflejo de una novela de Henry James. Nació en 1906, en segundas nupcias de su padre, William Clark, uno de los hombres más ricos de EE UU, que amasó su fortuna con el cobre y que sería senador por Montana entre 1900 y 1907. Tuvo una hermana y cinco hermanastros, todos ya fallecidos. Su padre murió en 1925 y le dejó una fortuna estimada entonces en 150 millones, que hoy equivaldrían a unos 2.100 millones de euros.

Los Clark residían en Nueva York, en una casa ya desaparecida de la Quinta Avenida con 121 habitaciones, 31 servicios, cuatro salas de arte y un teatro. Huguette debutó en sociedad, con un baile, a los 20 años. Se casó en Santa Bárbara, dos años después, en 1928, con el contable de Wall Street William Gower. Se separaron meses después y el divorcio se finalizó en 1930. Ella alegaba abandono. Él, que el matrimonio no se había consumado. Pronto, la heredera se refugió en Reno, en Nevada, donde acudían los divorciados de la época. Se dijo que se iba a casar en 1931 con el duque de Leinster, irlandés que llegó a Nueva York a bordo del crucero Europa. Este lo desmintió.

Clark decidió entonces, por causas nunca reveladas, recluirse en un apartamento de 42 habitaciones y dos plantas en la Quinta Avenida. Allí dejó de recibir gente, aislada junto a su madre, que falleció en 1963. En sus últimas décadas cortó todos los lazos con los descendientes de la familia de la primera esposa de su padre. Se dedicó a mantener sus obras de arte y a coleccionar muñecas de porcelana francesa. Sus dos últimas décadas las pasó en hospitales. Su fortuna se estimaba, este año, en unos 500 millones de euros. Dejó que se la administraran dos empleados: el abogado Wallace Bock y el contable Irving Kamsler, que en 2008 se declaró culpable de intentar entregar material pornográfico a niñas de entre 13 y 15 años.

Esos dos asistentes son los únicos que, aparte de las enfermeras, departían con ella en sus últimos años de vida. Mientras esta se alejaba de su familia, comenzó a dar lujosos regalos a familiares de sus empleados: por ejemplo, un millón de euros para parte de la construcción de un asentamiento judío en Cisjordania donde reside la hija del abogado Bock. El fiscal del distrito de Manhattan inició una investigación el año pasado. No se han presentado cargos.

El pasado jueves se enterró a Clark en el mausoleo familiar del cementerio Woodlawn, junto a sus padres y su hermana. El abogado advirtió a la familia de que no acudiese a la ceremonia. Su ataúd fue sepultado en silencio. Solo estaban presentes los empleados del cementerio. Clark se fue rodeada por el mismo silencio y en la misma soledad que eligió para sí en vida.

Huguette Clark, en una imagen de 1930.
Huguette Clark, en una imagen de 1930.AP

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